El reto de la gestión patrimonial debe de asumirse con la inspiración de nuestro propósito en la vida, nuestros valores y nuestros seres queridos. En algunas esferas la discusión se centra en la rentabilidad y la “habilidad” de invertir a altos rendimientos, sin embargo, realmente la decisión la debe dirigir el para qué y cuándo, es decir, alineada a nuestros objetivos de vida.
No es una competencia por el mejor rendimiento, no es la acción que ganó el 100% en menos de seis meses y que yo logré prever, no es el proyecto de inversión en la última tecnología. Lo que realmente se requiere es definir un propósito para el patrimonio que se haya acumulado: ¿Cuál es el legado de mi vida?
Los inversionistas pasan muy rápido a la pregunta de ¿qué productos hay para invertir el dinero o para ahorrar? Sin embargo, la forma estratégica para involucrarse en un proyecto de gestión de patrimonio es el compromiso con los objetivos. Cada uno de nosotros tiene metas de vida con las cuales nos comprometemos y por las cuales luchamos; muchas de ellas requieren de un patrimonio, ahí es donde esta toma mayor sentido.
El eje central para definir un plan exitoso de gestión patrimonial es establecer objetivos y analizarlos en función de la realidad. Este proceso nos llevará no solo a darnos cuenta de que hay una variedad de objetivos, sino también que algunos se contraponen, y hay que organizarlos para priorizar. La tarea final es poder plasmarlos en “papel y lápiz” y comprometernos.
La estrategia de basar las decisiones de inversión en función de nuestros objetivos ha sido parte de las finanzas conductuales que reconocen a los inversionistas como seres humanos “normales” y se le llama “Inversiones Basadas en Objetivos”. El principal riesgo no es la medida estadística que se proponga (desviación estándar, valor en riesgo, Sharpe) sino no lograr los objetivos establecidos.
Este proceso no es necesariamente sencillo, muchas veces es abrumador y lleno de emociones, con limitaciones de tiempo, dinero, conocimiento, entre otros. Esta situación es normal, propia de nuestro ser, ya que son decisiones permeadas de incertidumbres, probabilidades y sesgos. Una recomendación es siempre buscar la asesoría de un profesional que lo guíe en el proceso, siempre teniendo como premisa de reflexión si estos objetivos responden al propósito de vida y nuestro legado para con nuestros seres queridos.
Los invito para que cuando tomen una decisión de inversión, debido a que vendieron un inmueble, recibieron una herencia, se les remuneró un bono, o porque tienen un ahorro fruto de sus ingresos; reflexionen para que la pregunta no sea ¿en qué invierto el dinero? sino ¿para qué quiero este dinero? Y se darán cuenta que la decisión cambia sustancialmente.