El estrés es una reacción fisiológica del organismo para hacer frente a una situación que se percibe como amenazante o muy demandante. Experimentamos ansiedad cuando sentimos que la situación está fuera de nuestro control o que nos sobrepasa. Por ello, provoca una disminución en nuestro nivel de confianza, concentración y bienestar. En tales situaciones es muy importante distinguir qué aspectos dependen del individuo y cuáles no.
Por esta razón, mi intención es ofrecer algunos consejos prácticos para prever y manejar el estrés:
Acción y no reacción
Para llevar a cabo una acción es necesario que previamente haya existido deliberación, juicio y elección. Es decir:
- Analizar qué posibilidades reales son las factibles.
- Juzgar cuáles de ellas son las elegibles.
- Ponerlas en la práctica.
La elección es el principio de la acción. En cambio, hablamos de reacción cuando se da una respuesta inmediata a una situación externa en la que no suele haber espacio para la deliberación, juicio y elección.
Llevar a cabo una acción permite, en cierto sentido, adelantarse. Por tanto, se toma control de las situaciones en vez de ser simplemente alguien que las padece o sufre. Se pasa de ser un elemento pasivo que se ve forzado a ir siempre detrás de los acontecimientos.
Definir las prioridades
Ante la urgencia de los plazos y los rápidos cambios, resulta difícil saber qué es realmente importante y por qué. Para manejar el estrés se requiere claridad sobre estos aspectos.
En ese sentido es muy importante entender cuál es tu rol en la empresa, cuáles son sus prioridades y, sobre todo, saber cuáles son tus prioridades y fortaleza. De esta manera puedes enfocarte en esos proyectos con mayor impacto y alinearlos a tus objetivos.
Cuando se tiene claro el fin (lo que importa o lo que quiero), los medios para alcanzarlo aparecen como lo que son: medios y no fines. Es decir, no son importantes en sí mismos, sino en la medida que me ayudan a conseguir lo que quiero.
Tener un horario
Es muy común que en las empresas se trabaje bajo el esquema de “empujar, empujar y empujar”. La idea generalizada es que al estar 10 horas, en vez de ocho, se adelantan los pendientes. Sin embargo, esta forma de trabajar reduce el nivel de productividad e incrementa el ataque de ansiedad al no alcanzar los objetivos.
El motivo es que no se puede mantener sin interrupción la misma intensidad de trabajo todo el tiempo. Es bueno tener algunos espacios a lo largo de la jornada para descansar, recuperar fuerzas y manejar el estrés.
Blindar espacio de trabajo (horas de 60 minutos)
El descanso tiene sentido cuando uno está cansado y, se suele estar agotado después de haber trabajado seriamente y sin interrupción. Los correos, redes sociales, las llamadas, las actividades urgentes, los mensajes y otro tipo de interrupciones o distracciones cansan.
Entonces, ¿qué generara los síntomas del estrés? En algunos casos es una clara manifestación de pérdida de tiempo. Otras no lo parecen, sin embargo, casi siempre también lo son.
Avanzar implica ir hacia adelante con dirección a un fin claro, pero en ocasiones se hacen muchas cosas al mismo tiempo sin lograr avances reales. Para manejar el estrés es necesario trabajar sin interrupciones: hacer lo que se debe y estar en lo que se hace.
Tener una vida sana
Los elementos indispensables para tener una vida sana son:
- Una alimentación equilibrada.
- Tiempo para hacer deporte.
- Cuidar las relaciones familiares y sociales.
- Dormir las horas necesarias.
Cuando se descuidan los aspectos antes mencionados, el estrés aparece como manifestación fisiológica. Descuidar el sueño, el ejercicio o comer mal de manera reiterativa, nos debilita y nos hace más vulnerables ante situaciones que en condiciones normales se podrían controlar.
En resumen, para manejar el estrés y evitarlo es necesario destinar el tiempo y la concentración necesarios al trabajo y tomarse en serio los descansos dentro y fuera de la empresa. Con esto también se tendrá un mejor desempeño personal y resultados laborales.