El inicio del año nos invita a recapacitar sobre lo que pasó en el año que cerró y a puntualizar lo que quisiéramos lograr (nuestros objetivos) en el año que inicia.
Estas reflexiones las hacemos cada año, pero el 2020 no fue uno cualquiera, la crisis de COVID-19 nos golpeó en varios frentes: humana, económica y socialmente.
Las crisis siempre son momentos de replantearse lo que hacemos, pues las reglas del juego cambian radicalmente y lo que venía dando resultados ya no funciona. Por eso, las crisis son momento para reinventarse, adaptarse, aprender —y desaprender— para enfrentar la nueva (y muy diferente) realidad.
En mi actividad académica durante 2020 he tenido varias reuniones (a distancia, claro) y participado en foros donde el tema ha sido la crisis, sus enseñanzas y cómo enfrentarla.
También he estudiado algunos artículos sobre este tema, en particular un estudio de Mark Manson, un conocido autor de libros y artículos de ayuda y consejo, en el que preguntó a más de mil personas las mejores lecciones que les había dejado el 2020.
Comparto algunas de estas reflexiones:
- Solo sabes realmente quién eres cuando te lo quitan todo.
Hace un año, si me dijeras que me quitarían mis restaurantes favoritos, la mitad de mis amigos y mi gimnasio, me habría llenado de pánico. Pero ahora no los extraño, sino que creo que soy más feliz sin ellos.
Aunque nuestras abuelas afirmaban: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido” muchas cosas que considerábamos esenciales no lo eran tanto, aprendimos duramente a ser desprendidos.
- Regresar a lo básico: el gran filtro social.
Irónico. Este asunto del distanciamiento social resultó genial para eliminar relaciones inútiles. Me he acercado mucho a ciertos amigos y me he alejado de otros, pues me he dado cuenta de que eran muy superficiales. Es más, gente en la que no creía haber causado una buena impresión me ha buscado, y hemos tenido conversaciones largas, profundas y más significativas.
- Ser muy objetivos, para distinguir (pues la mayoría de las cosas son buenas y malas, al mismo tiempo).
Si solo ves lo malo, entonces te estás perdiendo lo bueno y también, si solo ves lo bueno, te estás perdiendo lo malo (y la oportunidad de crecer). En el verano me despidieron, tenía 19 años de antigüedad. Es malo no tener empleo, es malo pasar por una crisis de identidad, pero también es bueno paradójicamente, pasar por una crisis de identidad, porque es bueno que pueda estar en casa para ayudar a mis hijos con lo complicado de la escuela en línea.
- La velocidad con que hacemos las cosas es relativa. Al disminuir la velocidad, todo se acelera.
A pesar de todo el pesimismo que los expertos y la prensa han estado señalando sobre lo aburrido de quedarme en casa, he aprendido a cocinar, leo más y realmente disfruto los tiempos aburridos. Descubrí que la falta de ritmo rápido es buena para aprender adecuadamente.
- Somos más resilientes de lo que nosotros mismo creemos. A menudo subestimamos nuestra resiliencia y adaptabilidad.
Este ha sido el año más difícil de mi vida, sin excepción. Pensaba que no podría vivir sin mis amigos cerca, mi vida social o un sueldo fijo. Ahora he aprendido que puedo sobrevivir sin ello”. Y hay comentarios optimistas: “Estoy impresionada de cómo en esta crisis el mundo trabaja unido. Trabajé en la industria farmacéutica muchos años y nunca pensé que vería la colaboración que hubo para el desarrollo de vacunas”.
- Estar siempre listo y financieramente preparado.
Vivir dentro de sus posibilidades no es un ‘buen objetivo’, es imprescindible; “Aprendí a tener más cuidado con mis gastos. Ese nuevo celular puede esperar. ¿Ropa nueva?, también. Nunca he sido bueno ahorrando dinero y este año realmente me castigó por ello. Nunca volveré a cometer ese error”.
- No tienes excusa para no ser quien quieres ser .
“¿Qué he aprendido de 2020? Que hacemos lo que hacemos. A la gente le encanta quejarse de que no tienen suficiente tiempo.
En la mayoría de los casos, he descubierto que rara vez se trata de un problema de tiempo, generalmente es un problema de prioridades. La gente pasa horas navegando por Instagram o todo el fin de semana viendo Netflix y luego se queja de que no tiene tiempo para tomar un curso en línea o hacer ejercicio”.
Seguramente tendrás tus propias lecciones, buenas y seguramente mejores que estas, aprendamos de ellas. Ya lo decía el filósofo, ensayista y novelista español George Santayana: “Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.