En el mundo post COVID-19, las empresas serán cada vez más colaborativas, porque la pandemia nos ha enseñado que somos más fuertes si todos nos unimos.
Las organizaciones deberán aprender a trabajar en plataformas conjuntas con otras empresas —incluso competidoras—, start-ups, instituciones académicas y filantrópicas, para solventar esta crisis.
La pandemia de COVID-19 nos ha colocado en un escenario en el que la búsqueda del bien común, la solidaridad y la subsidiariedad se han convertido en prioridades globales, por encima de las necesidades individuales.
Muchos expertos vaticinan que esta situación dará lugar a una sociedad más colaborativa y también se reflejará en el mundo empresarial.
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De acuerdo con el reporte “Restart: 10 post COVID-19 Trends”, de la firma de consultoría en innovación Opinno, las empresas serán cada vez más colaborativas, porque la pandemia nos ha enseñado que somos más fuertes si todos nos unimos; así que las organizaciones deberán aprender a colaborar y trabajar en plataformas conjuntas con otras empresas –incluso competidoras–, start-ups, investigadores, universidades e instituciones académicas y filantrópicas, para solventar esta crisis y protegerse contra las que ocurran en el futuro.
En el artículo “La colaboración entre empresas, una oportunidad en tiempos de crisis”, publicado en abril pasado por el diario La Vanguardia, Tomás Guillén, profesor español especialista en estrategia, marketing y dirección y organización de empresas, señaló que la creación de sinergias es necesaria para crear un buen músculo con el cual se pueda resistir el actual entorno desfavorable, así como generar crecimiento y desarrollo.
Esta nueva forma de trabajar exige ampliar el horizonte del management empresarial, para hablar de una mayor colaboración y sinergia en el mercado, y considerar a las empresas como parte de un todo (participantes de un mismo mercado de bienes y servicios), en contraposición a la perspectiva del océano rojo, lleno de tiburones hambrientos que no aprovechan las ventajas de colaborar en conjunto.
Las sinergias entre empresas, ya sean de diferentes partes del mundo o de diferentes extremos de la cadena de suministro, son un hecho en los negocios actuales. Algunas alianzas no son más que encuentros fugaces, que duran únicamente mientras se conquista un nuevo mercado con ayuda de un socio. Otras son la antesala de una fusión total de las tecnologías y capacidades de dos o más empresas.
Sea cual sea la duración y los objetivos de las sinergias comerciales, ser un buen socio se ha convertido en un activo corporativo clave. Es lo que Rosabeth Moss, titular de la cátedra Ernest L. Arbuckle de Administración de Empresas en Harvard Business School, llama “ventaja colaborativa”.
En este contexto, unirse a otra empresa para establecer alianzas no es perder identidad, sino enriquecer la propia marca.
Crear sinergias para llevar a cabo proyectos concretos, líneas de productos, formación de personal, innovación tecnológica o necesidades de financiación supone crecer y mejorar la oferta al cliente y, por ende, ampliar el mercado.
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Es lo que hicieron en México competidores como PepsiCo, The Coca-Cola Company, Kellogg’s, Mars y Mondelēz en el sector de la alimentación, al unir fuerzas para crear el proyecto #MiTiendaSegura, el cual apoyó a los pequeños comercios locales para que pudieran mantener sus tiendas abiertas durante la pandemia.
En el desarrollo de la vacuna contra la enfermedad de COVID-19 también se establecieron sinergias entre grupos farmacéuticos: Sanofi con GlaxoSmithKline, y BioNTech, con Pfizer y Fosun Pharma. En este caso no solo se trata de procurar el bien común, sino de una alianza que puede generar a las farmacéuticas mucha rentabilidad, además de reputación. Se trata, por tanto, de una estrategia “ganar-ganar” en la que todas las partes salen fortalecidas.
Otra vía de colaboración entre competidores se encuentra en organizaciones que comparten riesgos para lograr un objetivo común; por ejemplo: crear plataformas logísticas para exportar a una nueva región o país, o para lanzar un nuevo producto al mercado.
Lo que se busca es llegar juntos a lugares donde solos sería muy complicado, e incrementar las posibilidades de éxito. En estos casos, lo más normal es crear una joint venture. Las ventajas son muy claras: se minimizan riesgos y se amplían las capacidades de cada uno de los socios.
En el nuevo entorno colaborativo provocado por la pandemia, el papel de las startups innovadoras también ha sido decisivo. Para muchas empresas resultó interesante aliarse con compañías que a través de la innovación digital y tecnologías como la inteligencia artificial y el big data les ayudaron a adaptarse lo más rápido posible a los cambios del mercado, el cual exigía una mayor oferta online.
Las organizaciones que ya se encuentran explorando las oportunidades de la “ventaja colaborativa” y ven en ella la estrategia más adecuada para gestionar los retos y amenazas de la crisis sin duda serán las ganadoras, siempre y cuando su suma con otras resulte en que, efectivamente, uno más uno es más que dos.
Las sinergias positivas que promueven un ambiente propicio para la colaboración (basado en la confianza mutua y una genuina preocupación por la prosperidad de los demás involucrados) y en la cuales el todo supera la suma de las partes, es el principal requisito del éxito de la integración empresarial.
En la economía post pandemia, una capacidad bien desarrollada para crear y sostener colaboraciones fructíferas dará a las empresas una ventaja competitiva significativa.
Si todos unimos nuestras fuerzas, no solo a nivel empresarial sino también personal, saldremos más fortalecidos. Juntos somos un ejército de pequeños David que podremos vencer a Goliat.