Seguramente usted ya utiliza el cajero de autoservicio en el supermercado. Ayer me tocó ir por una vuelta rápida. Tuve que esperar que uno de los cuatro cajeros disponibles se desocupara. Y detrás mío había fila. Definitivamente ese será un puesto de rápido cambio.
Otro caso. En marzo pasado me di cuenta que el servicio de Internet estaba muy inestable y con muy baja velocidad. Llamé al centro de atención del operador.
Expliqué el problema y el primer operador me pasó con otra persona. Temí que empezara un vía crucis, de operador en operador y explicando lo mismo. Además, la imagen en el televisor se detenía más de la cuenta. Por dicha, no fue así.
Con la segunda persona, una muchacha, empezamos a hacer pruebas con los medidores de velocidad. Primero en la computadora. Después, con el móvil. También con la tableta.
La muchacha, basada en los datos que le iba brindando, me confirmó: “Houston, tenemos un problema”, me indicó el número de incidencia y lo anoté. Ahora a esperar.
A los dos días vi un vehículo con la identificación del operador frente a los apartamentos. Yo esperaba que, antes de acercarse o cuando estuvieran al frente, los técnicos llamarían. Pero nadie me llamaba ese día. Me asomé fuera del apartamento.
El chofer estaba viendo su móvil, luego encendió el motor y se fue. Entonces llamé al centro de atención para confirmar si el número telefónico, anotado en la incidencia, era el correcto. Era el correcto.
Llegó la Semana Santa, en la que yo creía que iban a aparecer los técnicos del operador. Al menos entre lunes y miércoles. Nada. Está bien: eran días libres. A la siguiente semana, tampoco. Se cumplió un mes y llamé.
La muchacha que me atendió me dijo que, según el registro que estaba viendo, la incidencia fue atendida y resuelta un día antes. ¿Cómo! ¡Si aquí nadie ha llamado!
Comprobamos la velocidad en los medidores y, en efecto, era la contratada de subida y de bajada. Pensándolo bien, desde el día anterior, no había tenido ningún problema con la conexión. ¿Cómo hicieron?
Me quedé pensando, incluso, si había soñado los problemas de la conexión, si había sido una alucinación o si lo había inventado.
“No, los técnicos hicieron la revisión y la corrección en forma virtual”, me explicó la muchacha.
Terminamos de conversar y me quedé pensando en la asimetría de la velocidad de subida y la de bajada, primero. Luego, en lo que duraron para resolver el problema, pese a que no necesitaron más que conectarse, segundo.
Y, tercero, en aquella época en la que tenía que esperar a los encargados, los costos ahorrados y que, de pronto, así se necesitaba menos personal y que el que se necesitaba ahora no requería saber parar y subirse a una escalera para revisar, pelar y unir cables.
Las competencias requeridas son otras, definitivamente. En este caso, saber utilizar una computadora y un programa especial de conexión remota. Todos los empleos están siendo transformados.
Un conductor deberá saber utilizar, por ejemplo, la aplicación Waze para encontrar un sitio, aparte que los vehículos vienen cada vez más computarizados.
En otros habrá un reemplazo. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que una cuarta parte de los puestos de trabajo a nivel global cambiarán para el año 2027. Más de 69 millones de nuevos puestos de trabajo serán creados y más de 83 millones serán eliminados con la transformación tecnológica.
Las estimaciones incluyen otros escenarios: la misma OCDE calcula que el 14% de los trabajos serán completamente automatizados en los próximos años y otro 32% cambiarán significativamente, con el agravante que “muchos adultos” no tendrán las habilidades técnicas necesarias.
Los sistemas de inteligencia artificial de Generative Pre-trained Transformer (GPT) en las empresas modificarían una décima parte de las labores del 80% de los trabajadores estadounidenses y la mitad de las tareas del 19%.
Entonces: ¿qué puede hacer uno si ya está trabajando? ¿Y qué deberían estudiar las nuevas generaciones?
La OCDE dice que hay una varios trabajos de más rápido crecimiento. Los enlistamos hace unos días, pero una lectora me solicitó que los explicará. A riesgo de resumir mucho, los podemos repasar y explicar brevemente:
—Especialistas en inteligencia artificial: son profesionales preparados para el desarrollo, diseño, pruebas, mejoramiento de calidad y manejo de software de inteligencia artificial (programas de computación de alta complejidad diseñados para realizar operaciones que se consideran propias de la inteligencia humana) y con capacidad para incorporar esta tecnología en diferentes sistemas o plataformas.
—Especialistas en aprendizaje automático: son profesionales con conocimientos en inteligencia artificial y, en particular, en aprendizaje automático o machine learning (un campo de la inteligencia artificial que, por medio de algoritmos, dota a las computadoras de capacidad de identificar patrones de datos masivos y elaborar predicciones), uso de redes neuronales, aprendizaje no supervisado, modelos de machine learning y de clustering, y en visualización de datos.
—Especialistas en sostenibilidad: es un experto en sostenibilidad ambiental en la gestión de los recursos de una empresa, tanto en la producción como en la distribución de sus bienes y servicios, incluyendo gestión de flujos de residuos, prácticas de construcción ecológica y planes de compras ecológicas, sin obviar la rentabilidad, la viabilidad técnica y la continuidad en el tiempo.
—Analistas de inteligencia comercial: son especialistas con capacidad de análisis y visualización de información con enfoque empresarial. Recientemente se han desarrollado especializaciones que combinan el storytelling y el análisis de datos.
—Especialistas en seguridad de la información: son profesionales con conocimientos en derecho digital y tecnologías emergentes, continuidad de servicios o sistemas informáticos, atención de incidentes, investigación forense informática (para determinar la causa de un incidente informático causado por un hacker) y en seguridad informática aplicada.
—Ingenieros informáticos en fintech: en las firmas de soluciones financieras basadas en nuevas tecnologías (fintech) se contratan todo tipo de profesionales, pero se requieren talento con algunas habilidades específicas (talento local en DevOps, desarrolladores de contratos inteligentes y especialistas en criptografía). Sobre esto habíamos publicado una nota hace un año.
—Científicos y analistas de datos: son especialistas con capacidades de comprensión, extracción y visualización de grandes volúmenes de datos.
—Ingenieros en robótica: un ingeniero en robótica es un diseñador y desarrollador capaz de crear robots físicos o lógicos (sistemas automatizados) que realizan tareas repetitivas o que las personas no pueden cumplir.
—Especialistas en big data: son profesionales que desarrollan y administran bases de datos y tienen capacidades de gestión y análisis de grandes volúmenes de información.
—Operadores de equipos agrícolas: son personas que conducen y controlan equipos que se requieren en actividades agrícolas, pues actualmente la maquinaria tradicional como tractores o cosechadoras incluyen sistemas de geolocalización, control de combustible y de mantenimiento preventivo, entre otras; también se requiere talento para gestión de sistemas de riego automatizados, drones, sistemas de Internet de las cosas y otras tecnologías de la llamada Agricultura 4.0. Una idea se puede obtener en esta otra nota publicada en agosto de 2021.
—Especialistas en transformación digital: son profesionales con capacidades para comprender cómo el cambio digital, los datos y la conectividad desafían a la estrategia empresarial, reconocer las herramientas y habilidades necesarias para gestionar el cambio digital en las organizaciones, identificar los pasos esenciales para la implementación de iniciativas de transformación digital y trazar un plan de transformación digital.
A nivel local hay una oferta muy interesante en estas áreas en las universidades Cenfotec, Fidelitas, Incae y Leads, entre otras. Otra opción, son los programas en línea de universidades estadounidenses (como el Massachusetts Institute of Technology) o europeas. También hay certificaciones que puede revisar y considerar si debe avanzar en un postgrado.
Todas las profesiones, oficios y campos están siendo alterados por esta revolución tecnológica.
Por ejemplo, las personas con especialidad en agronomía requerirían también tener conocimientos y competencias en Agricultura 4.0; si es en leyes, de contratos inteligentes y ojalá en tecnologías como blockchain; si es en medicina, en sistemas de inteligencia artificial.
Así se puede seguir en todos los casos. Lo mismo aplica si tiene preparación en contabilidad, para automatizar el registro de cuentas como las de cobrar o las de pagar. Aquí recordamos esta ejemplar historia.
Desde cualquier profesión puede especializarse en transformación digital, pues todas las empresas y entidades, públicas y privadas, lo están necesitando.
Puede elegir ampliar y reforzar sus competencias actuales o cambiar completamente de oficio, a través del upskilling y del reskilling, como lo vimos también en julio de 2020.
Todas las personas tenemos que reinventarnos.