No todas las personas tienen la posibilidad de elegir su empleo. Muchas deben aceptar lo primero que aparece y lo que se les ofrezca de salarios y condiciones. Hay otras que puede escapar un poco de ese destino.
Laura es una joven que fue despedida de una empresa local en 2020. En ese momento recién había comprado su carro, un automóvil pequeño que le facilitaba trasladarse a su trabajo sin pasar por las incomodidades de los autobuses ni la agresión verbal o física que viven las mujeres en la calle.
Al menos el auto, con las ventanas cerradas y buena música pop (le gusta el rock), era su escudo contra frases subidas de tono que se decían llamar piropos.
El auto, por supuesto, lo debía a un banco. Y, además, vivía sola en una casa de un barrio de Heredia centro. Cuando pasó el confinamiento y la movilidad retornó lenta y desesperadamente, ella empezó a generarse ingresos transportando personas mediante la plataforma de Uber.
Lo que obtenía le permitía ir cumpliendo las mensualidades con el banco y el alquiler, así como los gastos personales. Descubrió también cuál era el horario que más le gustaba y era más rentable para trabajar, al tiempo que le daba tiempo para estudiar. El sacrificio no es poco.
El sábado pasado me transportó y le fui preguntando.
Estaba terminando informática en la universidad y también llevaba dos cursos para certificarse en redes y en ciberseguridad. Los cursos los paga mediante pagarés y eso tiene un costo de cerca de ¢50.000 más por bimestre que si cancelara al contado cuando hace la matrícula. Pero el esfuerzo le da opciones.
—Reviso siempre ofertas de trabajo— me detalla— pero están pagando muy poco. Después de la pandemia están aprovechando la necesidad de la gente para pagar poco.
—¿En las multinacionales también?
—No, ahí pagan mejor.
Reviso las cifras.
Un reconocido banco internacional publicó en estos días, precisamente, varias vacantes para cajero, auxilisar contable, analista de datos e ingeniero de software. En los dos primeros los salarios andan alrededor de ¢600.000 y en los dos últimos de ¢1 millón y ¢1,4 millones respectivamente.
Veamos los salarios para profesionales en informática, según la información del Ministerio de Planificación y el Servicio Civil: van de ¢578.655 para un profesional en informática 1A a poco más de ¢1 millón para un puesto de profesional de informática 3. Para puestos de jefatura en el área van de ¢1,1 millones a ¢1,3 millones.
En la columna de salario global van de ¢604.958 para profesional en informática 1A a poco menos de ¢1,4 millones por mes para jefe en informática 3 (que es el máximo en la jerarquía institucional).
Otro amigo es ingeniero. Trabajaba en una empresa que le daba flexibilidad y una cultura laboral exigente. Decidió aceptar una posición en otra compañía donde le ofrecían un salario muy atractivo.
Cuando estuvo ahí se dio cuenta que la productividad, la calidad y los resultados eran lo de menos: en su nuevo trabajo importaba más el control del cumplimiento del horario.
—Utilizan una tarjeta que hay que pasar al entrar y salir, incluso si uno sale a almorzar. Me sobraba tiempo. Sentía que me estaban desaprovechando.
Le pregunto por la hora del café.
—Hasta eso te controlan.
Salió a ayudar a una amistad con su empresa y a iniciar su propio emprendimiento. En realidad dos: como asesor de empresas y con la importación de ropa, que coloca en tiendas físicas y en una plataforma de venta en línea llamada eFast.
Y le han aparecido varias ofertas laborales en empresas, una de las cuales no aceptó y otra que estaba analizando rechazar también por sus compromisos con el amigo, por las posibilidades con sus proyectos y por un tema de calidad de vida, tanto para él como para su familia.
Un informe de tendencias globales en contratación de la firma Deloitte señala que las tendencias que se profundizaron durante el 2020 (teletrabajo, digitalización y flexibilidad laboral) parece disiparse en 2023, aunque el cambio se mantiene debido a la presión de la crisis económica a hacer más con menos (es decir, con tecnología).
Por encima de la coyuntura: hay un cambio en la composición de la fuerza laboral: las nuevas generaciones —y por contagio, las viejas— cuestinoan los fundamentos de cómo, dónde y por qué trabajamos, dice el informe de Deloitte.
Hay otras tendencias: se diluyen las fronteras entre puestos con una reorganización que tiene especial atención a las competencias, entre tecnología y personas con la forma cómo las herramientas informáticas automatizan y mejoran el trabajo, y los espacios con la virtualidad y el metaverso.
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Otro reporte, esta vez de la firma PwC, señala que las firmas internacionales siguen empujando el cambio digital. Pero, aparte del tema de que un 15% de los trabajadores tienen un segundo trabajo, me llama la atención que el fenómeno de la gran resignación o renuncia no solo se mantiene: aumenta.
Las empresas locales e internacionales presionan para el regreso a la presencialidad (la manía de querer ver a la gente sentada en el escritorio) y han dada el paso al trabajo híbrido, con varios días en oficina y otros en casa.
Para algunas firmas es una solución permanente en puestos administrativos, en especial por los ahorros, y para otras una transición al regreso total. Pero durante la pandemia los trabajadores migraron a otras ciudades, con todo lo que eso implica en cambio de vivienda y de escuela para los hijos y las hijas, entre otros. El regreso no es fácil.
Más de la mitad de las personas están con ganas de cambiar de trabajo en los próximos 12 meses, advierte el informe de PwC. También hay otros motivos: frente a la manía de decidirlo todo en forma centralizada y verticalista (las reuniones son para comunicar las decisiones, guste o no), más del 65% de las personas reclaman autonomía, libre expresión y satisfacción.
La economía altera el bienestar de las personas (las facturas y deudas acosan, no hay capacidad de ahorro y no sobra el dinero). La mayoría quiere un aumento o cambiar de empleo.
¿Es una situación alejada de la realidad que Usted vive actualmente?
Empecemos por lo del salario: como hemos relatadso een el EF de la mañana, el salario real cayó en Costa Rica y su recuperación es lenta.
Pienso en eso mientras en el radio del auto de Laura suena una canción de ERM y ella va tarareando. Apenas pasa la pieza sigo de vina preguntándole. De todos modos esa es mi labor: estar escarbando en la realidad y las historias son una pequeña muestra que a veces revelan más que miles de datos y gráficos.
Laura me dice que con su título de computación y especialmente en ciberseguridad hay mucha demanda, por lo que espera graduarse y terminar este año los cursos para enviar currículum.
Los salarios que ha visto en varias firmas son atractivos y las condiciones son mucho mejores. Elegirá con paciencia. La demanda de profesionales en áreas tecnológicas y de ingeniería es alta, más en las especialidades que ella eligió.
Todavía, como en su caso, hay posibilidades de decidir cuándo empezar a moverse en el mercado laboral, cuál opción elegir y no tener que aceptar a la desesperada la primera que aparezca.