Son las 6 p.m. y salgo a dejar la basura en un estañón que la gerencia de los apartamentos ubica afuera, con las bolsas acumuladas de los vecinos, antes que pase el camión. Es miércoles.
Hay muy pocos peatones y menos automóviles, debido a la restricción vehicular. La ciudad parece abandonada.
Dentro del edificio, se escucha música y algún locutor de un programa de televisión saliendo de algunos de los apartamentos.
En cualquier barrio la gente aprende a reconocer las rutinas del resto de las casas. En un edificio de apartamentos, donde todo es más comprimido, uno aprende a identificar hasta la forma en cómo abren y cierran las puertas o el portón de afuera.
A primeras horas de la mañana, los vecinos sintonizan programas de noticias o las revistas matutinas de televisión. A mediodía lo mismo y de nuevo a primeras horas de la noche.
Más tarde, al otro lado de la pared, solo escucho que están viendo alguna película en el apartamento de al lado.
No es tan diferente de lo que uno hace habitualmente.
Nosotros, el confinamiento y la pantalla de televisión. Uno toma el control remoto y pasa canales: poco o nada. La alternativa: el streaming.
Los reportes de la era de la pandemia del COVID-19 indican que la audiencia aumentó el consumo de televisión y streaming. También, que combina ambos.
Ya en Costa Rica habíamos visto el fenómeno. Se los conté en abril.
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La rutina de la era del COVID-19 nos ha obligado a sentarnos ante los noticieros y las conferencias de prensa de actualización de datos sobre contagios a mediodía.
Especialmente al inicio de la emergencia era obligatorio, como asistir a un estreno (disculpen el ejemplo, pero me recordó las filas en el cine cuando llegaron la primera Star Wars o ET).
Luego nos cansamos un poco, pero al menos le damos un vistazo a esas conferencias y a los telenoticieros una o varias veces a la semana.
¿Esperando informaciones sobre la posibilidad del regreso a la “normalidad”?
Probablemente.
Lo mismo ocurre en otros mercados.
En Canadá, por ejemplo, el tiempo dedicado por los consumidores a televisión y video digital aumentó desde que inició el confinamiento.
Antes de la pandemia los usuarios canadienses consumían más video streaming que televisión.
Entre abril y junio pasados aumentó en 23 minutos el tiempo dedicado a la televisión. Actualmente emplean un tercio de las horas que la audiencia invierte en medios, según un reporte de eMarketer.
La tendencia podría mantenerse hasta el próximo año, incluso en un mercado como el de Canadá donde más de la mitad de las población es suscriptora de servicios streaming que pueden ver en diferentes dispositivos, en lo que se conoce como over-the-top (OTT).
Segùn el reporte, la pandemia detuvo la tendencia a cortar el cable. Sólo en el 2019 los proveedores de televisión (tradicionales, satelitales y de telecomunicaciones) perdieron 278.000 suscriptores, un 63% más que en el 2018, según Boon Dog Professional Services.
El streaming no ha dejado de crecer. Los servicios predominantes en Canadá son Netflix, Amazon Prime Video, Disney+, Apple TV, Crave, Sportsnet Now y TSN Direct.
Netflix, que aumentó usuarios a nivel mundial durante COVID-19, obtuvo 2,31 millones de nuevos suscriptores en Estados Unidos y Canadá en estos meses.
Hay otros datos llamativos e interesantes.
The Economist reportó hace unos días que el gasto en streaming alcanzará $50.000 millones al final del presente año a nivel mundial.
Eso es un poco menos que en el 2019 (por efecto de gente viendo más televisión tradicional durante la pandemia), pero más que en del 2018 hacia atrás.
En el 2011, por ejemplo, el gasto era de unos $23.000 millones. Menos de la mitad de lo que se gasta actualmente.
La oferta del video streaming no deja de ampliarse, tampoco.
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Netflix ofrece 36.000 horas de programación y los usuarios pueden recurrir (si se aburren) a otros servicios (como los que mencionamos en el caso de Canadá).
Incluso el 15 de julio fue el lanzamiento de Peacock, lanzado por NBC Universal, otra alternativa más para quien crea que la oferta es insufiente.
El modelo de estos servicios es la suscripción, pero le hacen un guiño a los anuncios digitales.
Marketer estimaba que la publicidad en video digital podría crecer entre abril y julio en comparación al trimestre de enero a marzo del 2020. Hay que esperar los datos a principios de agosto.
Por la situación económica y la reacción de las empresas, sin embargo, el gasto publicitario es menor que en el 2019.
En todo caso, los reportes confirman un fenómeno que podría extenderse en el futuro: más patrocinadores en video streaming.
Para los anunciantes, sin embargo, la limitación es la falta de acceso a datos de audiencia, según u reporte de Nielsen que fue citado por eMarketer.
Otra opción que están explorando los anunciantes en streaming son los podcast.
El otro día completé un curso de podcast y una de las lecciones fue como monetizar los audios con patrocinadores, dónde ubicarlos dentro de un programa, qué cuidados tener, etc.
¿Qué implica esto para las empresas, los anunciantes y el mercadeo?
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Veamos en el caso de los podcast cuál es la apuesta que existe y cuáles son los resultados reportados, incluso en medio de la pandemia, el confinamiento y la parálisis económica (parcial o total según cada país y catastrófica, en todo caso, para la mayoría).
Nielsen reportó que en estos meses unos 36 millones de compradores adquirieron un nuevo auto a través de Internet en EE. UU., pese a los efectos económicos de la pandemia.
La gran mayoría de las compras ocurrió tras el reinicio actividades de las fábricas y de la publicidad en una parte de los estados.
Nielsen llamó la atención de que una tercera parte de los comprandores escuchan podcasts.
La popularidad de los podcasts entre los consumidores creció en los últimos años y su atractivo se aceleró entre las marcas, “en gran parte debido al compromiso publicitario que el medio tiene”.
¿Eso qué significa? Que el conocimiento de marca es mayor entre los oyentes de podcasts, los cuales consumen más de 10 horas de audios cada semana.
Nielsen insiste que los fanáticos de los podcasts representan una oportunidad de $302.000 millones para que los vendedores y los anunciantes puedan alcanzar a los compradores.
Según el reporte, publicado la semana anterior, el 50% de los compradores, que visitaron un sitio web para obtener información y que adquirieron un vehículo en línea, habían escuchado un anuncio en un podcast.
“Cada vez más vendedores están descubriendo que los podcasts podrían ser la próxima gran frontera publicitaria”, indicó Nielsen.
Claro que esto es en mercados desarrollados, pero como hemos visto en el campo tecnológico las tendencias que se dan allá rápidamente se replican aquí.
¿Será?
Reviso la programación de la televisión por cable para el resto del día.
Nada digno de perder el tiempo. La opción: el streaming.
El menú de Netflix incluye algunos títulos de películas y documentales que parecen interesantes para esta noche.
Reviso redes sociales y veo varias ofertas de podcast con crónicas de América Latina. Otro de Gaby Ugarte y un video de Vilma Núñez sobre redes sociales.
En eso recibo un mensaje de mi operador de Internet y de cable. Dice que valoran mi “preferencia durante este mes de julio y que puedo disfrutar del paquete de HD sin costo”.
Claro, son los mismos canales y la misma programación. La única diferencia es la calidad de la imagen.
Creo que a veces quienes escriben esos mensajes menosprecian la inteligencia del usuario. Por supuesto, que uno se da cuenta de inmediato.
Simplemente es más de lo mismo.
Nada digno para cambiar mi percepción de lo aburrida que está la programación del cable, al que volví –después de haber dejado únicamente Internet– por los telenoticieros y el fútbol.
Afuera escucho que va pasando el camión de la basura. Dejé la bolsa apenas a tiempo.
Y sigo escuchando el tele del vecino a través de la pared. Está viendo, precisamente, las noticias. Lo mismo que yo. Luego habrá que decidir qué ver.