Lo dice Paloma Cabello, de la junta directiva global del Foro Empresarial del Massachusetts Institute of Technology (MIT), palabras más y palabras menos.
“Se necesita conocimiento, que les falta a los políticos”, afirma la española. “Es una desgracia el desconocimiento que tienen sobre la tecnología”.
Claro que algo saben, de lo contrario muchos no serían la principal fuente de noticias falsas para denigrar a sus oponentes o de leyes que están pensando más en prohibir y limitar el uso de Internet, con la excusa de la seguridad y privacidad de los usuarios:
“Saben de redes sociales y de medios digitales, lo que les afecta, y también de ecommerce. Pero nadie tiene conocimientos ni pone tiempo en aprender lo que la tecnología puede y va a hacer por todos los procesos industriales, que es lo capital”, afirma la funcionaria.
Pasa en Europa, pasa en EE. UU. y pasa aquí en Costa Rica.
El desconocimiento de los políticos sobre la tecnología y cómo transforma la economía se extiende a las cámaras empresariales (basta ver sus peticiones, que parecen de los años 80’s: nada relacionado con el cambio digital ni con las startups o con las fintech) y a otras entidades.
No voy a abusar de su paciencia dando ejemplos de cómo la tecnología está impulsando la transformación de la economía. En EF publicamos todos los días casos, historias de startups y reportes sobre transformaciones en las empresas y en diversos sectores.
En el camino nos hemos encontrado con micro y pequeñas empresas tradicionales que están aprovechando la tecnología para innovar en sus mercados, cuyas historias también hemos publicado aquí.
El problema es que el desconocimiento sobre el impacto tecnológico (no estamos hablando de gadgets, aunque también de eso se trata) afecta la definición y aprobación de leyes, políticas, programas y acciones institucionales.
El desconocimiento es extensivo a muchos funcionarios públicos en cargos de decisión.
(No, tampoco estamos hablando de los programas de ofimática… digo: del procesador de palabras, de las hojas de cálculo y del presentador de filminas, para entendernos.)
Estamos hablando de las nuevas tecnologías: de la inteligencia artificial, de los sistemas de automatización robótica de procesos, 5G, de blockchain o cadena de bloques,...
Para la gran mayoría de políticos y funcionarios públicos eso es puro mandarín.
Pero sucede que las empresas están transformándose y transformando el empleo basándose en estas tecnologías.
Paralelamente están surgiendo nuevas empresas, con nuevos modelos de negocios, que crean productos y servicios utilizándolas.
Estos emprendimientos no son las usuales microempresas de supervivencia o que se mantienen en la informalidad.
Se trata de iniciativas de alto potencial, con una mentalidad de crecimiento y que gran capacidad para generar empleo, exportar o internacionalizarse en otros mercados.
Es tal el desconocimiento de esta nueva economía que las llamadas startups o las fintech apenas sí aparecen en algunas iniciativas estatales.
Tampoco hay políticas consistentes para apoyar y fortalecer la innovación.
Se les pide a las mipymes crear productos y servicios nuevos y de valor agregado, cuando no tienen los recursos ni saben cómo para avanzar en ese camino.
Y los emprendimientos tecnológicos o startups son mantenidos en un segundo plano.
Es más hay bancos que sostienen no interesarles las startups.
En las universidades se sigue formando a gente para que sea empleada, no para que sea emprendedora y utilice las nuevas tecnologías en nuevos negocios.
No es casual que los planes económicos y los programas institucionales, así como las cartas al Niño de las cámaras, sigan pensando en los 80’s y 90’s.
Ni es casual que todos suframos las consecuencias de una economía raquítica.
Se requiere un esfuerzo -que va más allá de saber de redes sociales, medios digitales y comercio electrónico- para entender lo que emprendedores como Sports Sonar, Tree Interactive y Ainnova Tech, cuyas historias contamos esta semana en EF, están aprovechando la tecnología para hacer negocios y crear empleo.