¿Cómo podría quemar más calorías en su corrida diaria? Haciendo la ruta de siempre, en reversa.
Así lo afirman especialistas de PhysioLeeds: “correr hacia atrás en realidad quema más calorías que correr de manera tradicional. ¡Esto es una buena noticia para cualquiera que tenga un horario apretado, sin tiempo para correr largas distancias!”.
Quizás esta es una de las razones por las que PureGym ve que esta práctica está ganando popularidad y podría convertirse en tendencia fitness, como lo fue en los años ochenta. Además, afirman que esta técnica golpea menos las articulaciones, trabaja los músculos de una manera diferente y es un verdadero desafío para tu coordinación.
Coincide en su libro Backwards Running, Robert K. Stevenson al decir que correr hacia atrás agrega variedad al entrenamiento y promueve el equilibrio de quien lo practica. También aumenta la resistencia y la rapidez, además de favorecer la buena postura.
¿Por qué?
“Nosotros no estamos hechos para caminar o correr hacia atrás”, explica Cindy Charpentier, fisioterapeuta de la Clínica Rehabilitación del Movimiento. Pero lo que, con ello, se obliga al sistema de cadena muscular posterior a activarse. “Esto, a su vez, nos vuelve más ágiles ya que se demanda la propiocepción (capacidad de sentir las partes del cuerpo sin verlas) y mejora la conexión entre las articulaciones y la corteza cerebral”.
Cuando caminamos o corremos hacia adelante, se usan los músculos de la parte delantera de la pierna. Al hacerlo hacia atrás, se utilizan músculos diferentes, que obligan a permanecer en una posición más erguida, dice Elizabeth Gardner, médica jefa del equipo de cirugía ortopédica en la Universidad de Yale.
Además, investigaciones sugieren que el mayor esfuerzo requerido para correr hacia atrás aumenta la velocidad y la resistencia, lo que mejora la capacidad del sistema cardiovascular mejorado, con el consecuente beneficio en oxigenación del practicante, añaden en PhysioLeeds.
En opinión de Charpentier, si bien correr o caminar hacia atrás potencializa algunas funciones corporales, no tiene, bio-mecánicamente hablando, mayor beneficio porque no es algo que hagamos de forma natural. Por eso, considera que hacerlo sin un objetivo claro es una pérdida de tiempo. “Si se intenta hacer, por ejemplo, para mejorar en natación es hacerlo sin sentido”, detalla.
Además, si bien no es algo que ocurra comúnmente, podrían ocurrir lesiones producto de caídas. También, agrega Alejandro Calvo, director Terapia Física de Multispa, se podrían sobrecargar algunos músculos.
Aún así, Calvo coincide con Charpentier en que podría utilizarse para lograr objetivos concretos: “lo usaría en casos de lesiones para trabajos de rehabilitación de rodilla, más específico tendinopatía rotuliana. También puede servir para una tendinopatía de tendón de Aquiles”. Esto porque, como indican en PhysioLeeds, el tobillo, el tendón de la corva, la rodilla, la ingle y el tendón de Aquiles y cualquier lesión posterior en las regiones antes mencionadas no se estimulan cuando se corre o se camina hacia atrás.
También podría usarse en ciertos tipos de entrenamientos que requieran cambios de dirección (fútbol o tenis) o impulsos grandes de potencia (lanzamiento de jabalina), dice Charpentier. Sin embargo, hacerlo solo para cambiar la rutina, no tiene mucho sentido, al menos, funcionalmente hablando.