Cuando realizamos ejercicio intenso, el cuerpo produce un compuesto químico que viaja al cerebro e inhibe el apetito. Así lo determinó un estudio realizado por las escuelas de medicina de la Universidad de Stanford y Baylor.
La “molécula anti-hambre” se llama lac-phe y es un híbrido de dos compuestos químicos que existen naturalmente en el cuerpo humano.
Lac hace referencia al lactato. La sensación de ardor que sentimos en la última repetición, la que nos hace gruñir para poder terminarla, es justamente causada por esa molécula. El lactato es un subproducto del ejercicio; se acumula en el cuerpo cuando la intensidad del esfuerzo requerida es mayor que nuestra capacidad de sintetizarlo.
Phe se refiere a fenilalanina (en inglés, phenylalanine), un componente catalizado por una proteína llamada CNDP2, que tiene altos niveles de actividad en las células inmunitarias.
Cuando hacemos ejercicio vigoroso y extenuante, las células inmunitarias detectan el lactato, y luego, CNDP2 ayuda a crear lac-phe, explicó Long.
Para determinar la existencia de lac-phe, el equipo realizó análisis metabolómicos, que se refiere al estudio de moléculas asociadas a los cambios en el metabolismo, particularmente durante el ejercicio.
En un espectrómetro de masas (máquina capaz de determinar la presencia de diferentes moléculas en función de su peso) analizaron el plasma sanguíneo de ratones, antes y después de correr en una banda a alta intensidad. Determinaron que, tras el esfuerzo, había un pico de la molécula con una masa de 236. Un análisis químico posterior les permitió determinar que esta es la síntesis lac-phe.
Vieron, además, que los ratones que carecían de CNDP2 no pudieron producir lac-phe después del ejercicio. Estos comieron más y acumularon más grasa que los ratones con actividad normal de CNDP2 y presencia de lac-phe, los cuales mostraron menos hambre. “Vimos que su ingesta de alimentos se suprimió en aproximadamente un 30%”, dijo Long, quien considera que lac-phe podría ser responsable de “alrededor del 25% de los efectos del ejercicio contra la obesidad”.
Posteriormente, analizaron los niveles plasmáticos de lac-phe en humanos y determinaron que la mayor concentración de la molécula se vio en quienes hicieron entrenamiento tipo sprint (estos son de alta intensidad en poco tiempo, como los tabata o los HIIT), seguidos por quienes hicieron ejercicios de contrarresitencia (como los que realizamos con pesas) y, finalmente, por quienes practicaron entrenamiento de endurance (resistencia por más tiempo a ejercicios de menos intensidad).
Cuando mi esposo viene de “entrenar fuerte”, como él dice, llega sin hambre. A mí siempre me ha parecido rarísimo, porque yo siempre como al minuto cero, que es lo que algunas nutricionistas consideran “la ventana” para que los macronutrientes repongan, reparen y construyan las adaptaciones que buscamos crear con el entrenamiento.Pero después de leer esto, tiene sentido, porque yo soy más de resistencia y él, de fuerza máxima.
Este es apenas un primer paso en una serie de investigaciones que quieren hacer en esta línea. “Todos somos conscientes de que el ejercicio es beneficioso para el control de peso corporal y de la glucosa pero queremos entender ese concepto con más detalle: diseccionar el ejercicio en términos de moléculas y comportamientos moleculares”, dijo Long.
Me intriga muchísimo saber qué más encontrarán. Se los estaré contando de fijo.
Por ahora, quizás aquellos que no lo están logrando con el control del apetito puedan probar con entrenamientos de alta intensidad ---eso sí, siempre de la mano de un entrenador, para que no vayan a haber lesiones.