Cuando mi esposo y yo salimos a correr juntos, hacemos la misma distancia y al final, siempre su reloj marca que quemó el doble de calorías que yo. Siempre.
Y siempre le digo: “dichoso usted, que, con solo volver a ver la pesa, le crece músculo, y con dar tres pasos, ya quema grasa”.
Un estudio me da la razón: “al hacer ejercicio, ellos están biológicamente programados para quemar más grasa (…). Ellas quemaron grasa al principio, pero al cabo de ocho semanas, sus reservas de grasa habían vuelto a ser las mismas que al principio”.
¿El caveat?
El estudio fue hecho en ratas. Sin embargo, estos animales “comparten gran parte de su fisiología básica con las personas”, afirman los investigadores del Molecular Transducers of Physical Activity Consortium (MoTrPAC).
El estudio tuvo varios años de duración e investigó cómo las acciones moleculares traducen el ejercicio en beneficios para la salud.
“Vimos que ambos sexos movilizan su metabolismo para obtener la energía que necesitan”, dijo una de las investigadoras, Gina Many. “Pero obtienen su energía de diferentes maneras. Las hembras lo hacen sin extraer mucha de sus reservas de grasa, probablemente porque son fundamentales para la salud reproductiva”.
La investigación determinó también que, si bien las ratas hembras que hicieron ejercicio dejaron de perder grasa, al menos, tampoco ganaron grasa, como sucedió con sus contrapartes sedentarias.
Popularmente se dice que los cuadritos no se logran en el gimnasio, sino, en la cocina. Esto para ilustrar el peso tan grande que tiene la alimentación en el control de la grasa.
No soy nutricionista, pero este estudio me hace pensar que, en el caso de nosotras, mucho más razón lleva el refrán.
Melissa Jensen, que sí es doctora en nutrición, recomendó, “limitar el consumo de productos ultra procesados, que tienden a contener cantidades elevadas de azúcares añadidos, grasa y sodio”.
De similar criterio es Marianela González Lavergne, nutricionista de Equilibrio Vital. “No es que el cuerpo acumule grasa por comer estos alimentos, sino que evita que las moléculas de grasa puedan ser utilizadas como energía. Esto porque el cuerpo acumula toxinas de preservantes, aditivos, colorantes, etc. y estás toxinas interfieren con el metabolismo”.
Si bien Jensen, docente e investigadora de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Costa Rica (UCR), recalcó que “no hay fórmulas mágicas”, sí recomienda una dieta que incluya variedad de alimentos de distintos grupos: frutas, vegetales, leguminosas, harinas y productos de origen animal, así como “escuchar las señales de hambre y saciedad del organismo”.
Las mujeres ‘no somos ratas’
Consultados sobre este mismo estudio, Mónica Umaña, nutricionista y también docente de la UCR, y Edwin Chaves Campos, nutricionista deportivo y especialista en entrenamiento físico, cuestionaron los resultados.
De hecho, afirmó Umaña, “se ha visto es que las mujeres tenemos mayor capacidad de utilizar la grasa como fuente de energía durante el ejercicio de larga duración”.
Además, recordó que, para mejorar la quema de grasa, es muy importante mantener o aumentar la masa muscular “porque el músculo es un tejido metabólicamente activo: quema más calorías y, por lo tanto, también gasta más más grasa”.
Chaves admitió que sí, que “el varón tiene cierta ventaja por un tema de la testosterona a la hora del metabolismo de la grasa corporal y, al mismo tiempo, tiene esa cualidad de ganancia muscular más fácilmente”. Sin embargo, dijo que las mujeres somos “perfectamente capaces de superar al hombre en ganancias de fuerza”.
En el tema de lograr cambios en la composición corporal, “el tema no es si soy hombre o mujer, sino la disciplina que tengo, mis hábitos alimentarios, mis cualidades de salud. A pesar de la cagar biológica, la persona puede obtener resultados”.
Volviendo al estudio de las ratas, ese mismo grupo de científicos está estudiando ahora a más de 1.500 personas, utilizando los hallazgos de los reodores como punto de partida para investigar lo que sucede en los seres humanos. En cuanto sepa los resultados, se los compartiré.