He visto que muchos critican los resultados del Partido Liberación Nacional (PLN) en las elecciones municipales del pasado 4 de febrero. No solo la prensa usa el término “debacle” en sus titulares, sino que también militantes del PLN, como Antonio Álvarez, usan un lenguaje pesimista sobre el futuro del partido.
El PLN obtuvo 29 de las 84 alcaldías. Esto es una cifra respetable porque representa más de un tercio de todas las alcaldías. Exceptuando al PUSC, el resto de los partidos políticos no obtuvieron ni una tercera parte de los alcaldes que obtuvo el PLN. Por otra parte, la mayoría de los partidos que eligieron alcalde, solo obtuvieron uno. Ergo, decir que el PLN le fue mal no tiene sentido.
Si bien es cierto que en el año 2020 el PLN obtuvo 43 alcaldías, en el año 2002 solo obtuvo 27 y en ese momento nadie habló de debacle del PLN. El PLN fue el partido que más alcaldías obtuvo y solo eso es un éxito. El hecho de que el PLN haya sido, por mucho, el partido que más alcaldías ganó, demuestra que el PLN sigue siendo la principal fuerza electoral de Costa Rica.
A los que no les fue bien, fueron a los partidos afines al oficialismo. Los partidos Aquí Costa Rica Manda(ACRM) y Pueblo Soberano (PS) no pudieron participar en las elecciones para alcalde y sus seguidores se arrimaron al Partido Unidos Podemos (UP) que les sirvió de taxi. Si bien UP mostró ser la tercera fuerzapolítica de estas elecciones, solo obtuvo 9 alcaldías.
Aclaro que no soy liberacionista y que no creo en la socialdemocracia y en ninguna versión socialista.
Aclaro lo anterior porque no faltarán militantes del oficialismo que critiquen mi comentario con falacias ad hominem.
Por las razones expuestas, no creo que el PLN se encuentre en debacle como fuerza electoral. Sin embargo, si hay síntomas de que el partido está perdiendo vigor.
Las encuestas y el resultado de las elecciones presidenciales pasadas dejan muy claro que Costa Rica no desea a Johnny Araya, ni a Antonio Álvarez ni a José María Figueres en las estructuras del partido. Estas personas deben reconocer que su ciclo político caducó hace mucho tiempo y deben hacerse a un lado por el bien del país. Si el PLN desea volver a ganar las elecciones debe renovarse. Si el PLN insiste en los mismos de siempre, sin lugar a duda, sí habrá debacle en el PLN para el 2026.
Sin embargo, de nada servirá un cambio de cúpula en el PLN si no demuestra una limpieza ética de sus estructuras.
En fin, el PLN ha perdido vigor, pero sigue siendo la primera fuerza electoral del país. No lo será para el 2026 si no barre a muchos de sus militantes por razones éticas y no hace a un lado a sus dirigentes arcaicos.