Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la tasa de desempleo en Costa Rica fue del 8,5% para el trimestre marzo, abril y mayo del 2024. Esta es una cifra muy superior a la tasa del IV trimestre del 2023 que cerró con 7,3% de desempleo.
El aumento en la tasa de desempleo no debe tomarnos por sorpresa. Desde hace muchos meses las distintas cámaras estuvieron advirtiendo las consecuencias negativas que la apreciación del colón traería sobre la generación de empleo.
Una tasa de desempleo de 8,5% es una injusticia social y evidencia la ausencia de una política de reactivación y crecimiento económico. El incremento del desempleo es un dato duro que desmiente que seamos una economía jaguar tal y como lo afirma el presidente de la República, Rodrigo Chaves.
Si no hay empleo, no hay ingreso. Por eso no hace falta ser economista para entender que una alta tasa de desempleo promueve la pobreza, estimula la delincuencia y aumenta la desigualdad. No en vano el expresidente de los Estados Unidos (EE. UU.), Ronald Reagan, decía que la mejor política social es garantizar una baja tasa de desempleo.
Solo la inversión puede generar empleo. Cuando una tasa de desempleo es alta es porque no es muy rentable invertir a los costos existentes en el país.
Como contraste, Singapur tiene una tasa de desempleo de apenas 2,1% a marzo del 2024. ¡Eso sí es éxito de política económica y expresión fehaciente de un tigre asiático! Sin embargo, los ilusos creen la demagogia de que Costa Rica es un jaguar económico.
Ya la economía ha dado la respuesta a la causa para generar empleo con altos salarios. No hay que descubrir el agua tibia, ni contratar consultores, ni recurrir a la OCDE por auxilio.
Singapur tiene una baja tasa de desempleo y a la vez ocupa la primera posición en el Índice de Libertad Económica que elabora Heritage Foundation. Esto no es casualidad, sino causalidad. Es decir, si queremos reducir el desempleo y convertirnos en tigres del desarrollo, necesitamos implementar políticas en favor de la inversión y de libertad económica, a saber: reducir el gasto público cerrando entidades públicas, desregular los mercados para promover la libre competencia, reducir la planilla de funcionarios, promover el libre comercio, romper monopolios creados por ley, reducir impuestos, y acabar con los privilegios como el Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) y los regímenes de pensiones con cargo al presupuesto.