En Costa Rica contamos con el “Himno patriótico al 15 de septiembre” el cual es un hermoso canto a la libertad compuesto en 1883. Algunas de sus estrofas son las siguientes: “Los hijos del pueblo, levanten la frente, al sol refulgente de la libertad. Sepamos ser libres, no siervos menguados, … Nuestro brazo nervudo y pujante, contra el déspota inicuo opresor, … y baluarte serán nuestros pechos, contra el yugo de inicua opresión.”
El Himno patriótico al 15 de septiembre, sin lugar a duda, es una apología a la libertad. Pero, ¿qué significa ser libre y no siervo menguado? ¿Cómo identificamos a un déspota inicuo opresor? ¿Cómo hacemos de nuestro pecho un baluarte en contra del yugo y la opresión?
El primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos estipula que: “Todos los seres humanos nacen libres ….” Si nacemos libres es porque la libertad es un derecho natural y, por tanto, inalienable. Esto quiere decir que la libertad no es una licencia que nos otorga el gobernante ni el legislador tal y como lo hizo, por ejemplo, con las restricciones sanitarias. Nacer libre significa que la libertad precede al Estado y, por tanto, no es un derecho otorgado por el legislador.
No es libre aquel que tiene que pedirle permiso al gobernante para trabajar por medio de patentes o licencias. Menos aún si el gobernante, además de permisos, le exige al ciudadano pagar por tales autorizaciones. Tampoco es libre a quien el gobernante le prohíbe trabajar porque existen monopolios (Recope, Fanal), oligopolios (Banca, seguros y operadoras de pensiones) y monopsonios (ICE) creados por ley.
Quien es libre, es dueño absoluto de su vida, de su ingreso y de su propiedad. Es decir, en un país donde se vive la libertad, los ingresos pertenecen a quien los produce y no al gobernante. Por tanto, el gobernante nos trata como esclavos cuando se expresa de las exoneraciones de impuestos como un regalo que el Estado le hace al ciudadano. No es libre el costarricense que, según el Banco Mundial, paga el 58% de impuestos sobre las ganancias (una de las más altas del mundo), ni es libre aquel que va preso si no paga impuestos.
No somos libres ni dueños de nuestras vidas mientras existan más de 330 entidades públicas que determinan cada aspecto de la vida laboral, patrimonial o personal. Los gobernantes nos insultan al tratarnos como tarados cuando nos obligan a cotizar para seguros médicos, a ahorrar (Banco Popular) y cuando crea superintendencias donde se presume que el burócrata es un dios sabelotodo y donde se asume que el ciudadano es un irresponsable e incompetente para manejar su vida. Aún asumiendo que el ciudadano fuese un tarado, eso no justifica al gobernante para que viole el ejercicio de la libertad individual.
Quien es libre, es dueño absoluto de su vida, de su ingreso y de su propiedad. Esto implica que todo ser humano libre tiene derecho para realizar cualquier transacción voluntaria, siempre y cuando no viole la libertad del otro, sea para comerciar, trabajar, comprar, vender, alquilar, empeñar, asegurar, prestar, producir, importar, exportar, intercambiar, regalar, recibir y heredar sin restricción de ningún tipo por parte del gobernante. Quien es libre, no está limitado por el gobernante para realizar cualquier transacción con cualquier otro ser humano sin importar nacionalidad, género, o credo religioso.
Un país donde se vive en libertad no puede existir monopolios u oligopolios creados por ley, ni obligatoriedad para cotizar en seguros médicos ni regímenes de pensiones. Tampoco se vive en libertad si la educación es pública; y donde el Estado determina la cantidad de años de estudio, las materias a estudiar, los contenidos a estudiar y sus metodologías de enseñanza. Tampoco hay libertad de enseñanza si el Estado debe aprobar la creación y operación de las universidades privadas. En fin, donde hay libertad, la consecuencia son mercados libres.
Desde 1995, Heritage Foundation, con sede en los EEUU, elabora todos los años el Índice de Libertad Económica (ILE) para determinar el grado de libertad económica que existe en cada país del mundo. Esta publicación demuestra una correlación positiva entre libertad económica, ingreso per cápita y desarrollo económico. Lamentablemente Costa Rica ocupa una mala posición en esa clasificación. La nota máxima del ILE es 100 y Costa Rica obtiene 66,5 en el informe del 2023. Por tanto, es incoherente celebrar la libertad el 15 de septiembre con una clasificación tan baja. La libertad no consiste en sustituir un amo foráneo por uno local sino en no tenerlo.
Tomás Hobbes, padre de la ideología del totalitarismo, afirmaba que la libertad conduce al caos y que por eso se requiere de un gobernante todo poderoso para imponer orden. Por otra parte, F. Hayek, galardonado con el premio Nobel en Economía, nos decía que el ejercicio de la libertad conduce a un orden espontáneo de la sociedad que nadie diseñó. La historia y la evidencia empírica, como la caída del muro de Berlín y expuesta en el Índice de Libertad Económica, le dan la razón a Hayek.
El socialismo no es más que la violación de la libertad individual por parte del Estado. Como bien decía John Locke, un país que respeta la libertad del ser humano, el gobernante se limita exclusivamente a proteger al ciudadano del delincuente. Sepamos ser libres, no siervos menguados.