Los sesgos son formas no razonadas de tomar decisiones que influyen en la actividad profesional, ya sea positiva o negativamente. Aunque hay quienes apuntan a que existen más de sesenta sesgos, y otras personas apuntan a unos pocos. De todos ellos, algunos muy relacionados con el aprendizaje de los ejecutivos son:
1. Sesgo de aversión a la pérdida. Como su nombre lo dice, el temor a la pérdida es una fuerte tendencia de priorizar el hecho de no perder, antes que la posibilidad de ganar. Esta tendencia es entendible debido al alto impacto emocional que genera la posibilidad de fracasar. Mientras que en la psicología la aversión a la pérdida se relaciona con la baja tolerancia a la frustración; la neurociencia la explica como una activación del sistema apetitivo –la amígdala reacciona positivamente ante eventuales recompensas– y del sistema aversivo –la amígdala responde negativamente ante posibles pérdidas–.
2. Sesgo de representatividad. Es la tendencia a evaluar la probabilidad de eventos inciertos basándose, a menudo erróneamente, en la similitud de situaciones o personas. Este tipo de sesgo puede ser limitante –como cuando se recurre a estereotipos de género–, y puede conducir a errores. Por ejemplo, cuando se asume que una mujer no practica deportes extremos, o de alta exigencia. La psicología explica esto aduciendo a que los estímulos del ambiente externo e interno inciden en el modo de pensar; mientras que la neurociencia lo explica como el aprendizaje por asociación, es decir, cuando se generan circuitos neuronales más fuertes que llevan a percepciones no aplicables a todos los casos.
3. Sesgo de optimismo. Es la tendencia a subestimar la probabilidad de eventos negativos y sobreestimar la probabilidad de eventos positivos. Es un tipo de exceso de confianza o creencia de que existen menos posibilidades de que las cosas vayan mal. Desde la psicología se relaciona con el pensamiento mágico, por ejemplo, cuando se acude al mantra “todo va a salir bien”; y aunque en la neurociencia hay varias explicaciones, quizá la más utilizada es que, a mayor dopamina –placer–, habrá mayor tendencia al optimismo.
4. Sesgo de encuadre. Es la tendencia a sacar conclusiones diferentes dependiendo de cómo se presenta la información. Por ejemplo, las opciones deseadas pueden ser expuestas de manera tal que destaquen los aspectos positivos o negativos de la decisión, lo que conlleva a que la opción se perciba más o menos atractiva. En psicología se relaciona a ideas preconcebidas, y en neurociencia se refiere a las reacciones de la corteza prefrontal, donde emergen alertas, emociones, y respuestas conductuales ante las amenazas. Por ejemplo, si se dijera que el 80% de las personas que se vacunaron contra la covid presentaron síntomas muy desagradables, la reacción sería negativa; pero si en su lugar se dijera que el 20% de las personas vacunadas han sido asintomáticas, la reacción sería un poco más favorable.
5. Sesgo de status quo. Es la tendencia a actuar por inercia, a no modificar las opciones “por defecto”. Tiende a favorecer las decisiones que mantienen el estado actual de las cosas. Las personas afectadas por este sesgo eligen no desviarse de los comportamientos establecidos a menos que existe un incentivo convincente para cambiar. Desde la psicología se relaciona con la adversidad al cambio, que es percibido por el individuo como pérdida o detrimento; y desde la neurociencia, tiene que ver con el sistema apetitivo y aversivo, de manera similar al sesgo de pérdidas y ganancias.