Integridad digital: de las redes sociales a la realidad
Blog La ruta hacia el liderazgo | “En un mundo saturado digitalmente, la elección deliberada de desconectarnos temporalmente puede ser una herramienta poderosa”.
En el vasto y complejo mundo de las redes sociales, donde adolescentes, ejecutivos y figuras influyentes como Elon Musk se erigen como protagonistas, cobra relevancia la sabia reflexión de Santo Tomás de Aquino: “Hay más realidad en una mosca que en la mente de todos los filósofos”. Mientras todos comparten sus momentos felices en Instagram o TikTok, Aquino apunta cómo en cada día se enfrentan la realidad y su posible idealización. Si bien plataformas como Linkedin y Facebook ofrecen un espacio para compartir momentos significativos y logros de vida, también pueden convertirse en un escenario donde se presenta una ficción que no corresponde a nuestra realidad.
Al imaginarnos una mosca, pequeña y aparentemente simple, nos enfrentamos a la inmensidad de lo que puede suceder en la mente humana: nuestras vidas cotidianas, tan ordinarias, son ricas en matices, desafíos y alegrías. Sin embargo, al compartir nuestros “estados” en las redes sociales, a menudo nos enfrentamos con la tentación de simplificar estas vivencias, alienándolas con los estereotipos de éxito que priman en la sociedad, y perdiendo de vista la autenticidad que las hace valiosas.
En el universo digital, las redes sociales se convierten en escenarios ficticios y hasta mágicos donde creamos y compartimos una narrativa que nosotros construimos. Desde los jóvenes que utilizan filtros creativos, hasta los empresarios que destacan logros profesionales, cada uno desempeña su propio papel: el papel que ha escogido interpretar. A pesar de ello, lo verosímil de nuestro día a día se encuentra más allá de las imágenes cuidadosamente pulidas.
La ética digital
La situación entre palestinos e israelíes, como un recordatorio de eventos serios y urgentes, nos insta a la reflexión sobre la ética digital. Presentar en las redes situaciones que reflejan la realidad, exige resistir a la tentación de simplificar y embellecer en exceso nuestros perfiles sociales, recordando que la riqueza de nuestras experiencias merece ser compartida de forma austera y veraz. Adoptar una postura consciente y ética de nuestra identidad virtual no solo enriquecerá nuestras propias vidas, sino que también contribuirá a la creación de un ambiente digital más inclusivo y genuino.
En este fascinante viaje exploratorio del equilibrio entre la realidad y la representación en las redes sociales, surge otra perspectiva valiosa: la empatía digital. A medida que compartimos nuestras narrativas en este vasto escenario virtual, cada publicación se convierte en una ventana a la vida de alguien más. Incorporar la empatía digital implica reconocer que detrás de cada imagen perfecta o publicación estratégica hay una historia completa, llena de altibajos y complejidades. Esta conciencia no solo nos vuelve más críticos con nuestras propias publicaciones, sino que también contribuye a crear un espacio en línea donde la autenticidad y la aceptación social son fundamentales.
En un mundo saturado digitalmente, la elección deliberada de desconectarnos temporalmente puede ser una herramienta poderosa. Al alejarnos de las comparaciones constantes, encontramos el espacio para apreciar la naturalidad en nuestras vidas diarias y nutrir nuestra conexión con lo real. Basta mirar la Sagrada Familia y el niño Jesús en Belén como un ejemplo de sencillez y grandeza. Este relato atemporal nos recuerda que la magnificencia no siempre requiere maquillar la realidad. La encarnación de un Dios que se hace hombre para volverse cercano y ayudarnos a ser felices se manifiesta en la humildad de un establo en Belén. La sencillez de esta historia ejemplifica cómo la magnanimidad auténtica no necesita adornos y cómo la verdad más modesta puede brillar sin necesidad de filtros.
Espero que estas reflexiones nos impulsen a una gestión más responsable de nuestras redes sociales en este 2024, de modo que invite a personas de todas las edades y estratos sociales a construir un horizonte digital que refleje la integridad y solidaridad de nuestra condición humana, colmada de alegrías y también de vulnerabilidades.
Espero que estas ideas nos lleven a utilizar con prudencia la inteligencia artificial. De ella podemos echar mano como un hechizo amable que guía la presentación de nuestras vidas en línea de una manera totalmente incoherente con la realidad, injusta con nuestra autobiografía, y la biografía de quienes nos rodean.
Roy es doctor en Gobierno y Cultura de las Organizaciones. Es asesor en procesos de capacitación corporativa, para áreas como negociación, ética, trabajo en equipo, estrategia e innovación. Es profesor de la Escuela de Negocios de la UCR y autor del libro "Integridad 24/7: ¿cómo liderar siempre?”.
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