La elección unánime y pública de Emilia Navas Aparicio como la nueva fiscala general de la República es, por mucho, la mejor noticia del día.
El nombramiento, que contó con los 22 votos de la Corte Plena, reanima y fortalece la certeza de que no es cierto que todo está perdido en Costa Rica.
Me emociona e ilusiona saber —incluso me eriza la piel y humedece los ojos— que en los puestos clave y estratégicos de nuestro país aún hay espacio para la gente honesta, valiente, talentosa, seria, rigurosa, idónea, responsable y comprometida con la justicia.
Lo admito: estaba escéptico y tenía serias dudas y temores —¡razones me sobraban!— de que a esta dama no se le concediera esta oportunidad que se ganó con creces y por méritos propios; no por medio de influencias, favores, una "autoridad política superior" o algún "big chief".
En una Costa Rica donde muchos cargos importantes han perdido garbo, elegancia y distinción, llena de esperanza un pequeño gran paso que sin duda alguna pone en jaque al desencanto y nos permite respirar un sorbo de aire fresco en medio de tanta indignación.
¡Echen para sus sacos!
Si en serio aspiramos a ser un país desarrollado, una nación de primer mundo, el primer paso es colocar a gente de peso, con credibilidad, independencia, criterio propio, coraje y experiencia en los puestos donde se toman decisiones relevantes.
Costa Rica no se merece más pegabanderas, chupa medias, improvisados, brochas, amigotes, charlatanes, loquitos, fanfarrones, matones ni serviles en funciones vitales para fortalecer y elevar el nivel de nuestra institucionalidad.
La noticia es bálsamo para el espíritu en el contexto de una campaña electoral que desanima y enciende luces de alerta debido a la pobreza del debate público sobre el futuro de nuestro país, la violencia en las redes sociales, los golpes bajos, insultos, el afán de denigrar a quien piensa diferente.
Nuestro país se merecía una noticia como esta. Ojalá sea el primero de muchos nombramientos que nos devuelvan la fe en lugar de decepcionarnos, disgustarnos y frustrarnos.
Más que la Corte Plena, es Costa Rica quien se pone una flor en el ojal con la elección de Emilia Navas.
Políticos, ¡echen para sus sacos!