¿Qué tal si yo hiciera una pausa en medio de tanta agitación y crispación electoral para renunciar por un momento a la arrogancia intelectual, la petulancia religiosa o la vanidad política, reflexionara e hiciera un esfuerzo realmente honesto por tratar de comprender y aceptar al otro, al que vive o piensa diferente a mí?
¿Si pusiera los pies sobre la tierra y aceptara que mi "verdad" no es LA VERDAD; mi "realidad", LA REALIDAD; mi "visión", LA VISIÓN; mi "panorama", EL PANORAMA; mi "visualización", LA VISUALIZACIÓN ni mi "lectura" de los hechos, LA LECTURA, porque siempre tendré una perspectiva incompleta o sesgada del entorno?
¿Y si realizara el difícil ejercicio de la autocrítica profunda con la apertura y honestidad necesarias para someter a examen mis juicios y prejuicios, actitudes, generalizaciones, reacciones, obsesiones, temores, rencores, burlas, sarcasmos, complejos, resentimientos, ironías, suspicacias, ideas, creencias, dogmas, críticas, valoraciones?
¿Por qué no revisar mi interpretación del entorno nacional y mundial, pues quien quita y se encuentre desactualizada, caduca, obsoleta, vencida, trasnochada, anclada en los setentas, ochentas, noventas o en la primera década del presente siglo? ¿Por qué negarme a reconocer, en caso de que así sea, que mis exégesis ya no calzan o se han desajustado en un mundo que cambia a pasos agigantados?
¿Estaré viviendo en una burbuja?
¿No será eso: que me cuesta aceptar el hecho de que en algunos aspectos el mundo ya no funciona como a mí me gustaría que lo hiciera; de acuerdo con mis principios, valores, nociones, hipótesis, marcos teóricos, intereses, necesidades, apegos, hábitos, tradiciones, enseñanzas, reglas, historias, mitos, arraigos, idealismos?
¿Qué tal si al someterme a este ejercicio descubro que he estado viviendo en una burbuja (geográfica, social, económica, académica, religiosa, profesional, laboral, ideológica, política, etcétera) que de alguna manera me ha nublado la visión, me ha envuelto en la bruma de creer que formo parte de los dueños de la verdad y entonces me enojo, hago berrinche y descalifico en lugar de emprender un esfuerzo serio por entender los fenómenos, tendencias o transformaciones que no vi venir?
¿Si en vez de malgastar el tiempo como si la segunda ronda electoral fuera una especie de carnaval, charanga, turno, jolgorio, mascarada, comparsa o pachanga, en lugar de un proceso serio, asumiera una actitud madura, sensata, racional, argumentativa, propositiva y constructiva?
¿Y si en lugar de enfocarme en lo que nos divide hoy pienso más bien en cuál puede ser mi modesto aporte para contribuir a unir a una Costa Rica a la que le urge sumar esfuerzos, sacrificios y voluntades para enfrentar los desafíos y nubarrones que tenemos por delante?
¿Por qué no si aquí lo que está en juego no es el ego, sino el presente y futuro de nuestro país?