No hay que alarmarse por los resultados técnicos arrojados en el 2019, el mercado asegurador está bien y cada una de las entidades aseguradoras individualmente consideradas están bien. No vaya a ser que absurdamente se genere una cancelación masiva de seguros por miedo ¿a qué?.
Recientemente me ha tocado leer noticias en medios de comunicación y luego una entrevista televisada en la que se analizaba el informe anual que da a conocer el señor superintendente sobre el mercado asegurador durante el año 2019.
En este sentido y en cumplimiento de un mandato legal, la Sugese tiene por objetivo, entre otras cosas:
“…velar por la estabilidad y el eficiente funcionamiento del mercado de seguros, así como entregar la más amplia información a los asegurados.”
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Subrayo “la más amplia información” porque, si bien es comprensible ese mandato, a mi juicio, la información que ahí se comparte debe ser tratada con suma delicadeza y ubicación en contexto. En esto están fallando los medios de comunicación, o bien, la manera en que pueda ser interpretada tanta información técnica en un país en donde la educación financiera aún queda debiendo.
Esa información tan técnica se debería separar y procesar de manera dirigida bajo dos perspectivas:
Hacia aquellas personas involucradas profesionalmente en el mercado asegurador que deben comprender bien y digerir los resultados de un mercado altamente sofisticado en términos de regulación y aspectos económicos, para luego asesorar a sus clientes debidamente. Entre estos están los intermediarios de seguros y ejecutivos de aseguradoras y profesionales en el mundo financiero.
Hacia aquellas personas, consumidores de seguros, tan variopintos en sus gustos que, si acaso, logran comprender razonablemente el significado de su seguro y esperan del asegurador una respuesta en esos “momentos de la verdad” en el que ocupan de la indemnización para salir adelante.
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En este sentido, y retrocediendo en el tiempo, justo antes de la nueva era de regulación de los mercados de seguros bajo el tipo “Solvencia II” o “Capital basado en riesgos”, las compañías aseguradoras eran analizadas al final de su periodo bajo sus dos tipos de resultados: -Resultado técnico y; -Resultado financieros.
Con una definición más concreta, el Resultado Técnico es: el resultado de sumar primas recaudadas y restarle gastos generados por pagar reclamos (sean pagados a clientes o depositados en una provisión mientras se espera a ser pagados en un futuro, por estar pendientes de ajuste, esperar una sentencia, disputas o diferencias en el monto a pagar, etc.). En la práctica, el rubro que resta (siniestros pagados o por pagar) tiene también otros componentes como comisiones, gastos de administración, primas cedidas al reaseguro, entre otros supuestos técnicos.
Entonces, el resultado técnico no es otra cosa que “pulir” y exponer en su mayor pureza el ejercicio de la actividad aseguradora (suma de primas y resta de siniestros), sin tener en cuenta otra serie de ingresos y gastos que pueda tener la empresa, absolutamente ajenos a esa pureza en la actividad; entre estos el régimen de inversiones y rendimientos financieros.
En antaño, como decía, muchas (por no decir la mayoría) de las compañías de seguros arrojaban sus resultados técnicos en números rojos, por debajo de lo esperado, pero; cuando se miraba el resultado financiero, este era sumamente generoso, balanceando de manera importante el resultado final (suma del técnico y del financiero) sobrando dinero para corregir el resultado técnico y repartir utilidades a los accionistas.
Hoy, con la nueva regulación, se ha querido dar énfasis al comportamiento de las entidades aseguradoras en la pureza de la actividad aseguradora, en ese resultado técnico, sacando de la ecuación al resultado financiero, es una técnica ideal, más conservadora, más sana. Con esto, tampoco se debe interpretar en forma alarmante como ese ejemplo de la panadería por cuanto no le debe aplicar la misma regla de no poder “cubrir los costos operativos” si, por otro lado, tienen una rentabilidad de inversiones financieras que podría utilizar para equilibrar o corregir eso.
El supervisor fue muy claro en decir que esos resultados técnicos en rojo no significa que estas aseguradoras cerraran el año en números rojos a nivel financiero. El balance final fue positivo y, por lo tanto, pueden seguir viviendo.
Índice se Suficiencia de Capital (ISC) está sano. Si se observara el “termómetro” que maneja la Sugese para valorar la “suficiencia de capital” de las entidades (), el cuál es una fórmula que determina el capital base (capacidad económica) para afrontar los riesgos del negocio (requerimientos de capital de solvencia), se muestra con evidencia el comportamiento sano durante el 2019, el cual ha sido positivo, todas han tenido un índice de suficiencia de capital superior al mínimo esperado, el cual debe ser 1,3. Por debajo de ese índice, se disparan una serie de requerimientos previos para controlar la situación.
En palabras del ente regulador: “Específicamente, el ISC es un indicador financiero que relaciona el capital de la empresa con los riesgos a los que se encuentra expuesta, por tanto, se interpreta como la capacidad de la entidad para cubrir las pérdidas eventuales o no esperadas, que pueda sufrir el negocio...” . En esto no ha fallado ninguna durante el 2019.
Por eso, no debe ser una alarma para que los consumidores de seguros salgan corriendo a dar por terminados sus contratos de seguros o trasladarlos a otra aseguradora. Sería oportuno que los medios de comunicación manejaran una posición más responsable en la manera de abordar estos temas y así no causar malas sensaciones en un mercado financiero que es de confianza y que garantiza a futuro recuperar el patrimonio de cualquier empresa o familia en caso de una desgracia.