Tuve la oportunidad de asistir en agosto del 2018 a un evento organizado por la Superintendencia General de Seguros (Sugese) que instauró el Día del Seguro Sostenible y abordó con charlas y talleres la forma en que debía conducirse un tipo de seguro para llegar más fácilmente a la población de todo tipo.
Hoy estamos a las puertas de un nuevo instrumento que regulará tanto el tipo de seguro como las conductas de mercado que deberán existir para que este modelo de aseguramiento prospere en economías emergentes como la nuestra.
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Pero cuando me refiero a población de todo tipo, no debemos limitar nuestra imaginación a poblaciones con limitaciones económicas, eso es solo una parte del proyecto, igualmente importante.
Antes, precisamente, la visión era la del microseguro orientado exclusivamente a personas con escasos recursos; hoy se rompe el concepto para ampliarlo a tres (3) grandes tipos:
Microseguros: seguros destinados a sectores de la población de bajos ingresos (concepto tradicional concebido, no deja de existir).
Seguros inclusivos: destinados a sectores excluidos o sub atendidos del mercado independientemente de su nivel de ingresos económicos (podríamos llamarlos como seguros especializados para determinado mercado).
Seguros masivos: Susceptibles de ser distribuidos por medios de comercialización masivos.
Los tres pueden llegar a converger en algún punto, o bien, cada concepto puede ser un tipo de seguro sin comprender características del otro.
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Rol social del seguro. El rol significativo que vienen a cumplir es el de procurar llenar aquellos espacios en la sociedad en los que no hay cobertura del seguro. Recordemos que el seguro genera riqueza en el tanto, ante una desgracia, la actividad aseguradora viene a recuperar prontamente esta desgracia económica, es decir, los muchos asegurados (pagan pequeñas primas periódicas para formar un fondo) cubren a los pocos asegurados que sufren un impacto económico importante en su patrimonio por un evento y así tener una pronta y fácil recuperación solidaria.
Sin el seguro no resulta fácil volver a la vida normal: incendio del generador de ingresos (máquina de coser, equipo electrónico) o fallecimiento del principal proveedor (madre cabeza de familia).
Recordemos que la brecha de protección es “la diferencia entre las pérdidas económicas totales y las pérdidas aseguradas” [Swiss Re – Marzo 2016, La brecha de protección de daños en Latinoamérica]. Si determinada sociedad o sectores de la sociedad no tienen aunque sea una pequeña y sencilla cobertura, entonces esas pérdidas las absorbe la sociedad de alguna manera nada anticipada ni programada; en cambio, con el seguro los eventos a pagar ya están programados por estadísticas y probabilidades, la vida continúa sin un mayor sobresalto.
Seguro autoexpedible es el modelo. En Costa Rica, el medio más sencillo para lograr el objetivo del acceso e inclusión al seguro fue rediseñar la utilización del seguro autoexpedible, modelo de seguro que las leyes lo han perfilado con características de simpleza y claridad, con ausencia de un proceso de análisis previo del riesgo, sino que se diseñan listos hacia determinado mercado para que sean simplemente aceptados por quien, leyéndolo y tomando una decisión de consumo, considera que cumple con el perfil del seguro (porque pertenece a ese mercado meta).
Pocos ramos y mínimas exclusiones. Se plantea que cubran prácticamente un único ramo de seguro: Solo vida, solo salud, solo incendio, solo desempleo; sin embargo, según las características del “mercado meta” podrían incluirse otros ramos, debiendo la entidad aseguradora justificarlo.
Lo mismo ocurre con las exclusiones, serán mínimas según dicte Sugese en un lineamiento especial; sin embargo, también podrán plantearse más en caso que así lo amerite y sea debidamente justificado.
Cuestionario de salud. En los seguros de vida, enfermedad y accidentes, sí se permite que el ente asegurador establezca un cuestionario de salud, no parece realizar un análisis previo del riesgo sino para documentar lo que sería una fotografía de la salud de la persona al momento del aseguramiento y así tenerlo como antecedente ante cualquier circunstancia de falsedad o reticencia del asegurado con la mala intención de tomar una ventaja desequilibrada del seguro.
Plazos de respuesta cortos. Otro aspecto, de los más retadores, será la necesidad de una resolución de aceptación del reclamo (o eventual rechazo del mismo) dentro de un plazo muy corto, originalmente establecido en cinco (5) días hábiles.
Nuevo diseño social. Hoy por hoy, como ocurre en los ciclos históricos, el modelo social tiene algunas nuevas exigencias dentro de las que parecen estar este tipo de seguros los cuales se convierten en el vehículo ideal para ser comercializados a la generación millennial, por vías tecnológicas: aparatos móviles, Internet; nuevos lenguajes de comunicación; modalidades de pago por uso; seguros paramétricos y muchos aspectos que este modelo de inclusión y acceso al seguro apuesta.
En un segundo blog analizaremos las conductas de mercado que deben ocurrir y el rompimiento del tradicional binomio (Aseguradora-Tomador del seguro) o trinomio (Aseguradora-Intermediario-Tomador del Seguro) que han existido en el tradicional modelo de comercialización de seguros. Este nuevo modelo apuesta también a una amplificación o mayor encadenamiento de valor en dicha comercialización, lo que acarrea mayores riesgos para la entidad aseguradora y los distintos sujetos supervisados dentro del mercado de seguros.