El próximo 5 de noviembre se realizarán las elecciones en EE. UU., donde se están enfrentando desde los partidos mayoritarios Donald Trump, quien busca su segundo periodo presidencial, y Kamala Harris, actual Vicepresidenta y quien podría ser la primera mujer presidenta. El proceso electoral de este país finaliza el 20 de enero, con la investidura presidencial.
En este punto de la contienda, las encuestas señalan un empate técnico, lo que anticipa semanas de incertidumbre y volatilidad alrededor del ambiente político. Esta elección ha estado marcada por temas que buscan polarizar a una sociedad cada vez más fragmentada en los últimos años. Los mercados observan e interpretan los posibles caminos en materia de política exterior, especialmente en comercio y migración, así como las decisiones de política macroeconómica, que impactan de manera directa al resto del mundo.
Uno de los temas de mayor impacto global será la situación comercial. Ante un eventual gobierno demócrata, es de esperar pocos cambios, ya que mantendría un tono muy similar al actual: protección y promoción de sectores estratégicos en industrias clave para la competencia con grandes potencias como China, tales como la inteligencia artificial, la cuántica y la biotecnología. De hecho, Harris en particular ha sido partidaria de los controles de exportación estadounidenses y las restricciones a la inversión extranjera en semiconductores avanzados. Por otro lado, un retorno a un gobierno republicano, bajo el mando de Donald Trump, deberá volver al enfoque transaccional de su primer mandato, centrado en temas directos relacionados con China, Ucrania-Rusia y Taiwán.
Precisamente el tema arancelario es que ha despertado mayores temores en los sectores asociados al comercio internacional, de lo cual no escapa Costa Rica. La propuesta republicana de implementar un arancel del 10% universal puede traer repercusiones para las relaciones de intercambio comercial, incluso aquellas que se cobijan bajo los tratados de libre comercio. Aun así, lo que hasta ahora han trazado ambas campañas puede interpretarse como una hoja de ruta que probablemente tendrá modificaciones relevantes en caso de ser aprobadas.
El otro gran tema tiene que ver con la inversión extranjera directa de empresas estadounidenses en el resto del mundo, pues estas podrían recibir incentivos suficientes para trasladar sus operaciones a Estados Unidos afectando la estrategia de nearshoring que se ha implementado desde la pandemia y que ha favorecido a economías como la costarricense.
Otro tema económico relevante para los mercados internacionales será la gestión del déficit fiscal de Estados Unidos y su sostenibilidad en el mediano plazo. Actualmente, el país registra un déficit en niveles del 6% del PIB y una relación deuda/PIB de aproximadamente 120%, lo cual sigue mostrando un deterioro. Sin embargo, no se prevé a corto plazo una nueva rebaja en su calificación crediticia (la cual ya había sido reducida en el 2011); y mucho menos un riesgo de impago.
No obstante, esta situación sí conlleva políticas que el próximo gobierno deberá asumir, lo que influirá directamente en los mercados globales. Para un nuevo periodo de Trump, se espera una reducción en los impuestos corporativos, tarifas, desregulaciones y recorte en el gasto. En contraste, los demócratas están a favor de impuestos progresivos, incrementos en el gasto social y regulaciones que promuevan el bienestar social y la sostenibilidad ambiental.
Debido a estas y otras políticas, es de esperar cierta volatilidad a medida que se acerque la elección, dadas las posibles implicaciones que, tanto para las empresas como para la macroeconomía, resulten de un mandato republicano o demócrata. Sin embargo, esta volatilidad e incertidumbre será a muy corto plazo, un “ruido político” que desaparecerá conforme los resultados sean claros, y el tema principal volverá a ser la posible evolución de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal.
Este tema político no debería ser un factor determinante para quienes tienen un horizonte de inversión a largo plazo (3-5 años), ya que lo importante en este periodo es mantener las inversiones y de manera diversificada, donde Estados Unidos siempre tiene una representación importante en los portafolios por su liderazgo comercial y empresarial. Si sus objetivos son a corto plazo (menos de un año) lo mejor siempre será alinear su objetivo y estrategia con este horizonte, para no asumir riesgos de mercado ante la volatilidad que se puede suscitar en el proceso, también buscando opciones que permitan diversificar sus riesgos.