¿Debe Europa ser capaz de enviar astronautas al espacio en sus propias naves? En un momento en que aumenta el turismo espacial, los principales actores europeos del sector no ocultan sus ambiciones, pero falta convencer a los Estados.
En los próximos años, volverán los hombres a la luna. “Viviremos ahí, la usaremos como recurso económico, es la nueva frontera”, abogó Josef Aschbacher, director general de la Agencia espacial europea (ESA), la semana pasada en la 14ª conferencia espacial europea en Bruselas.
“La gran pregunta es ¿vamos a participar los europeos en todo ello o seremos meros espectadores? Hoy, no tenemos nave para ir a explorar esta nueva frontera. Imaginen a Cristóbal Colón sin sus navíos” se preguntó el jefe de la agencia que federa a 22 estados europeos.
Asimismo el astronauta francés Thomas Pasquet insta a "reflexionar sobre una ambición más fuerte a nivel europeo" en materia de vuelos tripulados, mientras ArianeGroup propone un "concepto de cohete de segundo piso reutilizable", capaz de transportar astronautas.
Pero Philippe Baptiste, presidente de la agencia espacial francesa Cnes, afirma que “es un tema eminentemente político: ¿qué ambición tiene Europa en el ámbito espacial?”
Estas declaraciones se producen al acercarse una cumbre espacial europea en Toulouse (sur de Francia) el 16 de febrero y una conferencia ministerial de la ESA en noviembre que determinará las prioridades y presupuestos de la agencia para los próximos años.
Entretanto, India prevé efectuar este año el primer vuelo test de su programa Gaganyaan de vuelos tripulados, China quiere enviar a un taikonauta a la luna antes de 2030 y Estados Unidos pretende volver a alunizar a partir de 2025 con su programa Artemisa.
En todos los casos el objetivo es lograr una presencia permanente en y en torno a la luna, punto de partida hacia exploraciones más lejanas.
Los proyectos de exploración atraen también a las inversiones privadas. Éstas representan ahora de 10 a 15% de los importes invertidos por el sector privado en el ámbito espacial en general, un mercado que se ha multiplicado por diez en los últimos diez años, según el gabinete McKinsey.
Unos 30 europeos han viajado ya al espacio a bordo de misiones rusas o estadounidenses, como contrapartida a una participación europea. La ESA ya tiene garantizadas tres estancias a bordo de la futura estación orbital lunar propuesta por Estados Unidos, llamada Gateway, para la que construye varios módulos.
Cada vez, “hacemos un trueque” ilustró Didier Schmitt, jefe de estrategia de la ESA para la exploración. Para obtener de la Nasa que un europeo alunice, la ESA en contrapartida espera proponer en noviembre a Estados Unidos el desarrollo de un “aterrizador lunar” destinado al abastecimiento, explicó en la web TV Bsmart.
Para los europeos ya es hora de una nueva reflexión 30 años después del fracaso del proyecto de la lanzadera Hermes, estima Jean-Jacques Tortora, director del Instituto europeo de política espacial (ESPI), un centro de reflexión basado en Viena.
Los argumentos en favor de un programa europeo no son tributarios de "la racionalidad economica", asegura, "se trata esencialmente de objetivos de naturaleza política, a saber si Europa tiene ganas de tener el estatuto de potencia espacial, o no".
“Es difícil concebir que personas, incluso con tales fortunas como Elon Musk (fundador de Tesla y SpaceX) o Jeff Bezos (Amazon y Bue Origin), sean capaces de hacer a un nivel individual lo que Europa en su conjunto decreta no poder hacer por falta de medios” agregó.
El presupuesto de la ESA dedicado a la exploración se elevaba en 2021 a €735 millones ($830 millones), es decir un 7% del de la Nasa.