Para luchar contra el cambio climático, el mundo tiene que reducir de forma drástica la emisión de gases de efecto invernadero de aquí a 2050, pero los científicos recuerdan que no es la única opción, además hay que aprender a extraer el CO2 de la atmósfera.
El histórico Acuerdo de París, firmado en la COP21 de 2015, exige reducir sus cifras a los mayores emisores de gases de efecto invernadero hasta que el mundo alcance la neutralidad carbono en 2050, es decir, el equilibrio entre la cantidad que se emite y la que se retiene.
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Para ello "necesitamos reducciones drásticas, radicales, y además necesitamos algo de CDR" (extracción del dióxido de carbono en inglés), declara Glen Peters, director de investigaciones del Centro para la Investigación Internacional sobre el Clima.
Básicamente hay dos maneras de extraer el CO2 del aire.
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Una es reforzar la capacidad de la naturaleza de absorber y almacenar el dióxido de carbono. Eso pasa por plantar masivamente árboles, renovar y diversificar los bosques, recuperar los manglares y proteger los océanos.
La segunda forma es lo que se denomina la captura directa en el aire (CDA), mediante procedimientos químicos, que capturan y separan las partículas de CO2 y luego las reciclan para usos industriales o para depositarlas en formaciones rocosas porosas o acuíferos salados, lo que se conoce como sumideros de carbono.
La CDA implica utilizar enormes ventiladores para succionar el aire.
Otra variante es la denominada bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS), que combina esas dos técnicas mencionadas, es decir, plantar árboles y enterrar el CO2.
En la BECCS se utiliza la biomasa para generar electricidad. La biomasa se obtiene mediante la plantación masiva de árboles, que durante su crecimiento retienen CO2, o también mediante el reciclaje de residuos agrícolas o urbanos.
Cuando se quema la biomasa para producir electricidad, el CO2 que se emite ya ha sido compensado previamente por esos árboles, o por el reciclaje. Pero además, cuando se logra inyectar el dióxido de carbono concentrado en el subsuelo, las emisiones pasan a ser negativas, puesto que el CO2 es retenido bajo tierra.
Incluso si el mundo consigue reducir sus emisiones en un 2%, 3% o 5% cada año (lo que está lejos de ser una realidad por el momento), las emisiones residuales de algunos sectores, como la agricultura, la producción de cemento, de acero o la aviación, seguirán siendo importantes en las próximas tres décadas.
"Tenemos modelos, pero nadie está seguro de lo que necesitaremos en 2050," explicó Oliver Geden, un alto responsable del Instituto Alemán para Asuntos y Seguridad Internacionales, y experto en CDR.
Además, el CO2 permanece en la atmósfera durante siglos.
La BECCS fue incluida en los modelos de lucha contra el cambio climático por los expertos de la ONU (IPCC por sus siglas en inglés) hace más de una década, pero apenas se ha desarrollado desde entonces.
De momento, en Gran Bretaña ya hay un proyecto listo para ser comercializado: Drax Power Plant, así como un experimento operativo en Estados Unidos.
“No veo un boom de la BECCS”, explicó Geden.
En 2019, la propuesta de plantar un billón de árboles generó muchas ilusiones entre los medios y las compañías petroleras y de gas.
Pero eso significa reforestar una superficie equivalente a dos veces la India.
Y al mismo tiempo, regiones del planeta como el estado de California asisten a la quema año tras año de sus áreas forestales por los incendios.
La captura directa en el aire no está muy desarrollada, pero atrae mucha atención. "Es una tecnología muy sexy", dice Peters, que reconoce sin embargo que "en parte es mercadotecnia".
Los resultados reales por ahora son poco alentadores. La planta de CDA más grande del mundo, construida en Islandia por Climeworks, solo aspira 4.000 toneladas de CO2 al año, una mínima fracción de la emisión total del mundo (unas 40.000 millones de toneladas).
Y esa planta requiere también mucha energía para su funcionamiento.
Un informe de la Universidad de San Diego publicado a principios de año señaló que si se invirtiera inmediatamente un billón de dólares al año, la técnica CDA lograría reducir las emisiones en dos billones de CO2 anualmente.
El empresario futurista Elon Musk, padre del coche eléctrico Tesla, anunció el pasado abril un premio de $100 millones para lograr una tecnología de eliminación de CO2.
Y también el filántropo estadounidense Bill Gates anunció recientemente una gran alianza empresarial entre American Airlines, ArcelorMittal, Bank of America, Microsoft, The Blackrock Foundation y General Motors para impulsar la técnica de captura directa.