La reforma de las pensiones es un asunto sensible que incendia desde hace 30 años las calles en Francia, donde las protestas contra la actual podrían recrudecerse tras la decisión del gobierno de adoptarla sin el voto del Parlamento.
Macron busca aumentar la edad de jubilación de 62 a 64 años, lejos de los 60 instaurados a inicios de los años 1980 por el presidente socialista François Mitterrand y que se convirtieron en un símbolo de progresos sociales.
En las últimas décadas, los intentos de modificar el sistema de pensiones --a medida que avanza la esperanza de vida-- han chocado con los sindicatos.
A continuación, las principales reformas y movilizaciones desde 1993 hasta la actual.
En 1993, el gobierno de centroderecha del primer ministro Edouard Balladur aumenta de 37,5 a 40 años el número de años de trabajo necesarios para obtener una pensión completa en el sector privado.
Su gobierno modifica también el método de cálculo de las pensiones, basándolas en los 25 años mejor pagados del trabajador, en lugar de 10 como hasta entonces.
El plan, que elude la delicada cuestión de las pensiones del sector público, suscita poca resistencia.
En noviembre de 1995, Francia se paraliza por los intentos del primer ministro de centroderecha Alain Juppé de imponer en el sector público la exigencia de 40 años de cotización del privado.
Los sindicatos convocan una huelga general que paraliza los servicios de tren y metro durante tres semanas. La opinión pública se une masivamente a los huelguistas y obliga al gobierno a dar marcha atrás.
Ocho años más tarde, más de un millón de personas salen a la calle cuando el primer ministro de centroderecha Jean-Pierre Raffarin desvela sus planes para que los funcionarios trabajen 40 años para obtener una pensión completa y todos pasen progresivamente a los 42 años de cotización.
Raffarin se niega a ceder y, tras semanas de manifestaciones y huelgas, el Parlamento aprueba el proyecto de ley.
El presidente conservador Nicolas Sarkozy se enfrenta también a los sindicatos cuando llega al poder, prometiendo eliminar los más ventajosos planes de pensiones de los que se beneficiaban algunos trabajadores públicos.
Los maquinistas se declaran en huelga, pero finalmente aceptan trabajar el mismo número de años que los demás tras obtener una serie de concesiones sobre el cálculo de las pensiones.
Tres años más tarde, Sarkozy se enfrenta a una oposición mucho mayor cuando propone aumentar la edad legal de jubilación de 60 a 62 años.
Las huelgas y protestas bloquean las refinerías de petróleo, pero la resistencia desapareció cuando el Parlamento aprobó la ley.
El gobierno del presidente socialista François Hollande aumenta gradualmente el número de años de cotización necesarios para obtener una pensión completa, al defender eventuales déficits en la caja de las pensiones.
La cotización necesaria alcanzaría así los 43 años en 2035, en virtud de la reforma aprobada. Macron busca ahora acelerarla y alcanzar ese nivel en 2027.
El primer intento de Macron de cumplir su promesa electoral de revisar el sistema de pensiones desencadena la huelga más larga de la historia de la compañía de ferrocarriles SNCF.
El presidente centrista propone unificar en un único régimen las decenas de sistemas especiales de pensiones y retrasar la edad de jubilación de la mayoría de las personas hasta los 64 años.
La pandemia de covid-19 le obliga a guardar la reforma en un cajón.
Un nuevo proyecto de Macron para retrasar a 64 años la edad de jubilación provoca desde el 19 de enero una serie de llamados a la huelga por parte de un frente sindical unitario.
El 7 de marzo tiene lugar la mayor movilización contra una reforma social desde 1995 con 1,28 millones de manifestantes, según las autoridades, y 3,5 millones, según el sindicato CGT.
Tras el visto bueno del Senado y el temor a no contar con una mayoría en la Asamblea Nacional, el presidente decide adoptar la reforma sin el voto de los diputados, en virtud del artículo 49.3 de la Constitución.
Los diputados presentan varias mociones de censura contra el gobierno, que en caso de aprobarse tumbarían también la ley.
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