Los resultados esperados del ingreso de Costa Rica a la Alianza del Pacífico son positivos, según dos especialistas académicos consultados por EF.
Este viernes 8 de julio, el Gobierno de Rodrigo Chaves firmó la carta de solicitud para adherirse a ese organismo regional formado por México, Chile, Colombia y Perú, además de 61 países observadores y otros más asociados.
Para Fernando Ocampo, profesor de comercio internacional de la Universidad Lead, significa una señal para seguir consolidando la participación de Costa Rica en la economía global. “Implica la posibilidad de poder unir esfuerzos para tener más presencia en otras regiones como el sudeste asiático”, apuntó.
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Los potenciales beneficios para el país irían más allá del ámbito comercial y se propagarían a otras áreas como atracción de inversión, promoción de cadenas de valor, becas o turismo. Ocampo pidió dejar de ver la Alianza solo como un acuerdo de aranceles y más con una visión integral.
La Alianza procura la liberación de comercio de bienes y servicios, pero también abarca temas de promoción cultural, turismo, becas y voluntariados, libre tránsito de los ciudadanos de los países miembro, entre otros.
En el bloque se trata un conjunto de temas que son de interés para Costa Rica, según el criterio de Marcos Adamson, consultor internacional y profesor de comercio internacional de la Escuela de Economía de la Universidad de Costa Rica (UCR). Entre esos están el acceso a mercados, la agenda digital, mejoras regulatorias o medidas fitosanitarias.
La Alianza ha venido desgravando bienes, es decir, eliminando aranceles, algo que le podría convenir a Costa Rica para fortalecer su competitividad.
“En este caso conviene más entrar a una organización como la Alianza del Pacífico para exigirle al país mejorar los niveles de competitividad de diferentes sectores”, afirmó Adamson.
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¿Hay ganadores y perdedores?
Siempre que se entra a un foro de comercio internacional hay ganadores y perdedores, pero debe verse cada caso en particular y el Estado juega un rol clave en apoyar a los más vulnerables.
Chaves aseveró de forma contundente en un inicio que todos los sectores de la economía tendrán beneficios, pero luego dejó ver que hay subsectores que podrían ser golpeados. Entre ellos mencionó a los cebolleros y los paperos, con quienes van a conversar para “trabajar juntos”.
“Entiendo que algunas personas tienen preocupaciones y dudas cuando se abren los países al comercio internacional. En todo proceso de cambio hay ganadores y perdedores. La receta del éxito es que los procesos de cambio generen muchísimos más ganadores”, manifestó el presidente.
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Chaves criticó que los opositores a la Alianza rechazan dar mejores precios y rescató que no hay oposición de sectores políticos amplios ni de empresarios que quieren trabajar de forma “correcta” con innovación.
Grupos como la Alianza Nacional Agropecuaria han mostrado desde años atrás su negativa a la Alianza del Pacífico, pues significa mayor apertura sobre el comercio con productos ya protegidos en los tratados de libre comercio vigentes.
Otras entidades como la Cámara de Exportadores (Cadexco), la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde) o la Cámara de Comercio han expresado su criterio positivo sobre el ingreso.
Ocampo criticó que la posición inicial de algunos sectores ante los tratados de libre comercio suele ser siempre de oposición, pero admitió que hay sensibilidades reales que deben ser atendidas en el proceso.
Adamson también habló de sectores bien posicionados y sectores sensibles, algo que tiene que ver con los niveles de productividad y aranceles proteccionistas. El agropecuario es uno de esos nichos vulnerables, pero se deben revisar los términos del acuerdo con la Alianza para determinarlo con más exactitud.
Pero no todo el agro es sensible. Lo son más aquellos subsectores con producciones poco mecanizadas, en pendientes altas o tierras complicadas. Del otro lado está un cultivo como la piña, con grandes extensiones y más tecnificado.
En enero del 2021, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) realizó un estudio sobre los posibles efectos económicos del ingreso de Costa Rica a la Alianza.
El resultado fue, en ese momento, mayoritariamente positivo. La Cepal estimó que el producto interno bruto (PIB) costarricense aumentaría 0,3%. 13 de los 20 sectores reportados incrementarían su producción, siendo los principales ganadores los lácteos, los productos cárnicos, la industria alimentaria, servicios y otras manufacturas.
Por el contrario, cuatro sectores se contraerían: la silvicultura y madera; el resto de la agricultura; la carne de cerdo, de ave grasas y embutidos; y los aceites y grasas vegetales, con reducciones que van del 2,2% al 0,1%.
La Cepal estimó un impacto positivo sobre el empleo de Costa Rica con un incremento del 0,4%, además de un aumento de $37,7 millones en las exportaciones de Costa Rica hacia los países del bloque, pero también un alza de $132 millones en las importaciones que Costa Rica hace desde los cuatro integrantes.
Para disminuir los riesgos, los dos especialistas piden atender sensibilidades de sectores vulnerables. Recursos y tecnología para hacerlos más productivos, mejorar capacidades y aumentar competitividad. Esto se hace aún más vital si el país sigue con su objetivo de incrementar el intercambio con Asia-Pacífico, la región con las mejores prácticas comerciales en opinión de Adamson.
Para el Gobierno, el último beneficiado será la ciudadanía. Chaves prometió que la adhesión a la Alianza traerá más inversión, más empleo y una reducción en el costo de la vida.
Costa Rica retoma así el proceso de solicitud para entrar al organismo, que inició en los últimos días del gobierno de Laura Chinchilla (2010-2014), pero que sus dos sucesores detuvieron.