En el mapa de la industria farmacéutica mundial, Bélgica ocupa un lugar estratégico como un país reconocido por su apoyo a investigadores y las estrechas relaciones entre universidades y laboratorios, y que ahora cuenta con varios sitios clave para la producción de la vacuna contra la COVID-19.
En Wavre, 30 km al sureste de Bruselas, donde se encuentra la sede de su división de Vacunas, el gigante británico GSK asegura que está participando en el esfuerzo mundial para combatir la pandemia.
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Además de la producción de componentes para futuras vacunas de la francesa Sanofi y la canadiense Medicago, acaba de iniciar el proceso para adaptar a su fábrica la vacuna de la joven empresa alemana CureVac, actualmente en la última fase de ensayos clínicos y que podría ser autorizado en la Unión Europea (UE) en mayo.
“Estamos poniendo parte de nuestra capacidad de producción al servicio de otras empresas para ir más rápido”, explicó Patrick Florent, director general de GSK Vaccines, mientras guiaba a un equipo de AFP por el vasto almacén dedicado al etiquetado y empaquetado de las ampollas.
El objetivo es producir hasta 100 millones de dosis en esta fábrica belga en 2021, o alrededor de una cuarta parte del total ordenado previamente a CureVac por la Comisión Europea.
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La UE también está comprometida con los productores de otras cinco vacunas, algunas de las cuales también tienen raíces en el paisaje belga, donde se encuentran los mayores 10 laboratorios del mundo.
La fábrica de Pfizer en Puurs, desde la que el gigante estadounidense abastece de vacunas al planeta, ha dado notoriedad internacional a esta localidad flamenca, hasta entonces conocida principalmente entre los belgas por la cerveza Duvel.
Fórmula mágica
Cuando AstraZeneca anunció retrasos en sus entregas, a finales de enero, debido a una "caída en el rendimiento" en uno de sus sitios industriales, todas las miradas se dirigieron a Seneffe, en Valonia, en el sur belga de habla francesa.
Es allí donde el grupo sueco-británico ha delegado en parte la fabricación del principio activo de su vacuna.
Esta situación fue un duro golpe para firma estadounidense Thermo Fisher Scientific (TFS), que en enero invirtió 725 millones de euros (880 millones de dólares) para comprar de la francesa Novasep esta empresa insignia de la biotecnología belga, antes llamada Henogen.
En 2019, Bélgica representó alrededor del 13% de las exportaciones biofarmacéuticas de la UE, y alrededor del 10% de la inversión europea en investigación y desarrollo en el sector.
El país ha consolidado aún más su dominio en los últimos diez años, con la creación de casi 8.000 puestos de trabajo netos en el segmento, con más de 30.000 personas en total en la actualidad.
Para Essenscia, la federación del sector, la "fórmula mágica" es "animar a académicos, científicos y empresas a trabajar juntos" con el apoyo de fondos públicos.
"Esta colaboración da como resultado una investigación aplicada que se puede comercializar" y que es capaz de atraer inversores, dijo el secretario general de la entidad, Frédéric Druck.
Infraestructura preparada
A partir del conocimiento desarrollado en los campus universitarios de Lovaina, Gante y Lieja, entre otros, se crean iniciativas derivadas para lograr las patentes a nivel industrial, movilizando también a inversores privados, explicó Druck de la AFP.
Henogen, que surgió de investigadores de la Universidad Libre de Bruselas con el apoyo del gigante GSK, encaja perfectamente en este esquema, según Florent.
"Este es un buen ejemplo del desarrollo de este tejido industrial en Bélgica. Aquí la mayoría de las firmas 'spin-offs' (filial) tienen éxito porque el terreno es favorable", dijo.
El país es conocido por sus incentivos fiscales (impuesto de sociedades reducido si los beneficios se reinvierten en investigación; ventajas condicionadas por el registro de patentes en Bélgica), pero también sus facilidades regulatorias.
"La ubicación central en Europa y la excelente infraestructura de transporte" también son puntos fuertes de Bélgica, comentó David Gering, portavoz de la Asociación para la industria farmacéutica Pharma.be.
Dos grandes aeropuertos del país cuentan con certificación específica para la distribución de productos farmacéuticos, entre ellos el de Bruselas-Zaventem, por donde ya han pasado “más de 15 millones” de dosis de vacunas para la pandemia, de acuerdo con el operador del terminal aéreo.