El miércoles 20 de enero, Estados Unidos entró en una nueva etapa política: el demócrata Joe Biden se convirtió en el inquilino número 46 de la Casa Blanca, al asumir la presidencia del país.
Biden llega luego de cuatro años de la administración de Donald Trump, marcada por una reducción de impuestos y crecimiento económico, pero también por una mayor crispación social, desencuentros en política exterior y, más recientemente, confrontación en torno a los resultados electorales.
El que fuera vicepresidente de Barack Obama tendrá que enfrentar retos en diversos temas: pasando por la polarización de la sociedad estadounidense, la crisis económica consecuencia de la pandemia por COVID-19 y la atención sanitaria de la propia enfermedad que sobrepasa ya los 24,5 millones de casos y las 409.000 muertes en la potencia norteamericana.
Para Costa Rica la toma de control por parte del partido demócrata de los poderes Ejecutivo y Legislativo en Estados Unidos traerá cambios leves y abrirá oportunidades por la mayor relevancia que tendrá el tema ambiental en la agenda de la nueva administración. Sin embargo, en términos de política exterior es previsible que el triángulo norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) sigan concentrando la atención en Centroamérica.
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Económico: la recuperación post pandemia
“No hay crecimiento de la economía en medio de una situación pandémica sin control”, aseguró el economista Víctor Umaña.
A pesar de que Biden recibe una situación económica “relativamente estable”, en palabras de Umaña, la pandemia ha aumentado el desempleo y desacelerado el crecimiento. Las políticas de Trump fueron favorables especialmente para grandes empresas.
La recuperación económica es el principal desafío del gobierno de Biden y punto vital para Costa Rica que tienen en el mercado norteamericano el principal destino de sus exportaciones y origen de sus turistas.
Con ese objetivo, el presidente electo anunció el jueves 14 de enero un paquete de rescate por $1,9 billones para enfrentar lo que llamó “las crisis gemelas de la pandemia y la economía”.
El plan incluye subsidios de $1.400 a las personas por debajo de ciertos niveles de ingresos, el aumento del salario mínimo a $15 la hora, la extensión de los beneficios por desempleo y nueva asistencia a ciudades y estados, según informó la agencia AFP.
También se prevén $25.000 millones para el pago de alquileres y facturas de agua y energía, mientras que los desalojos quedarán suspendidos hasta el 30 de setiembre.
“El plan es bien recibido. Lo que es un debate desde que empezó la pandemia es dónde colocar los subsidios: si a los desempleados o procurar que las empresas no cierren para que sigan dando empleo”, comentó Umaña.
Empleos que Biden ha prometido por millones, mientras el país mantiene cerca de 10 millones de desempleados, aunque la cifra ha venido a la baja.
No obstante, dependerá de la política económica que lleve el nuevo gobierno que dichas promesas de empleo se hagan realidad.
“Es viable pero con varias condiciones. EE. UU. debe ganar la batalla de la pandemia (...). En el mediano plazo, su economía puede rebotar y empezar a crecer mucho más”, aseguró Umaña.
Desde la campaña electoral, Biden había anunciado asimismo una subida de impuestos, después de que Trump redujera algunos, especialmente a los grandes capitales.
EE. UU. mantiene una carga tributaria baja y, según el economista, el aumento de impuestos podría mermar algunas expectativas, pero descarta que sea un factor que detenga el proceso de recuperación.
En temas de los aranceles creados por Trump en sus duelos comerciales con varias naciones, no está del todo claro cuál será la política que seguirá el nuevo gobierno. Biden dijo en agosto que retiraría los aranceles sobre las importaciones chinas, según informó Forbes.
El historial de votaciones de Biden sobre acuerdos comerciales deja dudas también: el demócrata apoyó el acuerdo con México y Canadá (Nafta), pero no el de Centroamérica y República Dominicana (Cafta), precisó Nuria Marín, analista y politóloga.
La administración Obama fue más favorable al libre comercio que la de Trump, quien impuso aranceles a importaciones y se retiró de acuerdos, por lo que podría esperarse una política comercial similar a la del expresidente demócrata.
Exterior: de vuelta al multilateralismo
La administración Trump se caracterizó por evitar el multilateralismo y lanzó críticas a organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), además de que sacó a EE. UU. del Acuerdo de París.
Dos de las primeras órdenes ejecutivas firmadas por Biden fueron la reincorporación al acuerdo climático y detener el proceso de retirarse de la OMS, por lo que se espera mejor relación con entes multilaterales.
Además, la mayor relevancia de la lucha contra el cambio climático en la nueva administración estadounidense abre una avenida de oportunidades para Costa Rica, que lucha por implementar su propio plan de descarbonización de la economía.
Por otro lado, hay tres frentes importantes en la política exterior: Europa, China y América Latina.
En el caso del continente europeo, recuperar las relaciones con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es la prioridad.
“Biden va a tratar de establecer primero el diálogo transatlántico, aunque tiene una dificultad: en Alemania está abierto el proceso electoral y ya se sabe que no seguirá Merkel”, afirmó Carlos Murillo, analista internacional y director del Observatorio del Desarrollo de la Universidad de Costa Rica.
Precisamente reconstruir relaciones con Europa pueden darle de nuevo su lugar como aliado estratégico frente a su principal competidor: China.
Los analistas coinciden en que la situación con China no será fácil y que incluso antes de la llegada de Trump a la presidencia existía una relación de aliados y adversarios a la vez.
“Se le bajará el tono a la confrontación entre ambas naciones, pero eso no significa cooperación. Hay una palabra en inglés que se está utilizando: coopetition. Esa relación tenderá a ser de cooperación en ciertos temas y de competencia en otros”, explicó Marín.
Durante estos años, China ha afianzado su presencia en el Pacífico con el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, del que Trump retiró a EE. UU. en el 2017. Además, ha negociado un acuerdo de inversiones con la Unión Europea.
“China es poderosa económicamente (...). Es evidente que tienen que ponerse a conversar, porque al mundo no le conviene un enfrentamiento entre ellos en este momento”, mencionó Umaña.
En el caso de América Latina, se espera un acercamiento pero no un cambio significativo, al menos en el corto plazo. Hay planes de ayudas para los países del triángulo norte de Centroamérica, mientras que la relación más espinosa podría ser con Brasil, cuyo presidente, Jair Bolsonaro, se ha mostrado cercano a Trump y no felicitó a Biden por su victoria.
Con Cuba se espera volver a la política de acercamiento de Obama, aunque la reciente declaratoria de la isla como país que apoya el terrorismo podría ser un obstáculo.
Un tema que genera preguntas todavía es si Biden reforzará la presencia militar estadounidense, luego de que Trump retiró tropas y evitó entrar en conflictos, algo por lo que fue reconocido.
Murillo considera que EE. UU. necesita recuperar la confianza de sus aliados y el liderazgo internacional por lo que, posiblemente, revierta algunas decisiones de Trump y despliegue tropas. Sin embargo, dependerá del equipo de seguridad que Biden conforme.
Salud: la lucha contra la COVID-19
Biden ha expresado que quiere darle un giro a la forma en cómo el país ha abordado la pandemia.
El demócrata pretende iniciar una masiva campaña de vacunación contra la COVID-19, facilitando el acceso a la vacuna y fomentando su producción, a través de un programa valorado en $20.000 millones. La meta es aplicar 100 millones de dosis en sus primeros 100 días de gobierno, según reportó el New York Times el pasado 15 de enero.
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De acuerdo con el mismo diario, Biden también prometió hacer de la equidad racial una prioridad en la lucha contra el coronavirus, que suma en EE. UU. una proporción mayor de infecciones y muertes en afroamericanos y latinos.
Asimismo, el presidente electo ha apelado al uso masivo de mascarillas para evitar contagios y nuevas muertes. De hecho, una de sus primeras órdenes ejecutivas que firmó solo horas después de asumir el cargo fue la obligación del uso de mascarilla en edificios y propiedades federales.
“El tema número uno va a ser el COVID-19. Biden ha generado mucha expectativa en términos de un mejor manejo de la pandemia”, comentó Marín.
Recientemente se dio a conocer que a partir del 26 de enero, EE. UU. pedirá a cada visitante y ciudadano que retorne del exterior una prueba negativa de COVID-19.
Migración: apoyo al DACA, pero ¿las caravanas?
El programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) fue creado a mediados de 2012, durante la segunda administración de Barack Obama y con Joe Biden como vicepresidente.
La iniciativa da cierta protección –aunque no estatus legal– a cerca de 650.000 migrantes indocumentados que arribaron a Estados Unidos antes de los 16 años y que han alcanzado determinado nivel educativo, los llamados dreamers.
La administración Trump intentó traerse abajo el programa, sin éxito, pero sí logró cerrar la oportunidad a nuevos aplicantes.
Biden ha prometido restablecer DACA, además de que pediría al Congreso convertirlo en un programa permanente, según el medio Vox, algo que fácilmente puede hacerse realidad tomando en cuenta la ventaja demócrata en el Legislativo.
DACA protege a migrantes que ya están dentro de EE. UU., pero no ha sido el único tema migratorio protagonista durante estos últimos años. También lo han sido los migrantes fuera, que salen de Centroamérica y tienen como meta llegar al otro lado del río Bravo.
Hace unos pocos días salió una de las llamadas caravanas de migrantes desde Honduras, que atravesó la frontera con Guatemala luego de incidentes con la policía de ese país. Estas personas esperan que con Biden sea más flexible la política migratoria, pero ¿es esto posible?
“Me parece que tendrá una política migratoria menos fuerte, pero no tanto como la gente esperaría. Creo que volveríamos a una política similar a la de Obama, en donde también había rechazo de migrantes. Creo que el tema fundamental es cuando ya los migrantes están dentro, desde luego la separación de familias estoy segura que se va a revertir”, consideró la analista.
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Para Murillo, el cambio vendrá más en el lenguaje y el discurso, que en la práctica migratoria, y coincide en que podría ser similar a lo ejecutado por las administraciones Obama. Lo que es seguro es que la idea del muro en la frontera con México no tendrá más futuro, pero tampoco se espera que se destruya lo que ya se edificó.
También se esperan ayudas económicas para los principales países de origen de estos migrantes de forma que eviten salir en busca del sueño americano.
Político: la reconfiguración de la sociedad
“Biden recibe un país muy dividido y muy herido. Él dijo que hay que unir y sanar”, comentó Marín.
Dicha división se confirmó con los resultados de las elecciones del pasado 3 de noviembre: 81 millones de votos para Biden y 74 millones para Trump.
Trump logró mantener una base robusta de votantes y de seguidores fieles que se hizo más visible que nunca el 6 de enero con la invasión al Capitolio por parte de simpatizantes trumpistas.
Además, causa preocupación también grupos que se han armado y que muestran abiertamente su apoyo al expresidente republicano.
En sus últimas declaraciones, Biden ha tratado de atenuar la tensión, apelando a la unidad y a la fortaleza de la democracia estadounidense, pero dicho discurso parece no calar en ciertos sectores sociales.
La gran tarea en este momento, más allá de cuestiones meramente ejecutivas, será lograr un acuerdo bipartidista, afirmó Murillo.
Pero esa labor implicará negociar con un partido republicano fragmentado, en el que algunos de sus miembros se mantienen aliados a Trump.
Los hechos ocurridos en el Capitolio contribuyeron a dividir aún más a los republicanos, antes alineados en bloque a favor de Trump. Diez congresistas oficialistas rompieron la línea al votar a favor del proceso de juicio político contra Trump, conocido como impeachment.
No obstante, Marín considera que Biden, de 78 años, tiene algunas características que podrían contribuir a establecer puentes.
“Tiene la ventaja de su personalidad. Es una persona pausada, acostumbrada a la negociación bipartidista por su trayectoria en el Senado y ha tendido a ser moderado en sus posiciones”, dijo Marín.
Además, le suma el control del Congreso. En la Cámara de Representantes los demócratas consiguieron 222 asientos contra 211 de los republicanos. Pero aún más fuerza le da el Senado: son 50 escaños para cada partido, pero el voto de desempate lo tiene la vicepresidenta Kamala Harris.
Las formas y la política de Biden son más predecibles, opina la analista, lo que puede dar más certeza del camino que seguirá el futuro presidente en la conducción del país.
Murillo cree también que dos piezas claves serán Nancy Pelosi en la Cámara de Representantes y la persona que presida el Senado.