El politólogo estadounidense Evan Ellis conoce bien Centroamérica y el Caribe. En junio de 2016, cuando se encontraba en Managua, Nicaragua, para realizar estudios sobre el dudoso plan de construir un canal interoceánico en ese país con financiamiento chino, Ellis fue detenido en un hotel por funcionarios de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y fue expulsado del país.
Hace tan solo unos días, Ellis dio una charla en República Dominicana sobre un tema similar al que lo reunió con El Financiero para esta entrevista: la incidencia y multiplicación del narcotráfico en un país que no está acostumbrado a padecerlo.
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En Dominicana, explica Ellis, ya hay presencia de representantes de los cárteles mexicanos de Sinaloa y en escala menor de Jalisco Nueva Generación. En Costa Rica, el académico propone una metáfora no muy halagadora: por fuera luce como una “casa bonita”, pero por dentro las termitas llevan años haciendo su trabajo.
El cargo que ocupa actualmente Ellis es profesor e investigador de Estudios Latinoamericanos en el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos (EE. UU.).
Esta entrevista, vía conversación telefónica, se realizó en un contexto complicado para Costa Rica. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) estima que 2023 cerrará con 931 homicidios (18 homicidios por cada 100.000 habitantes). El año pasado ya se había marcado un nefasto récord de 654 muertes de este tipo, para una tasa de 12,6 homicidios por cada 100.000 habitantes. Este año, dicha cifra se superó a falta de un trimestre.
Además, la charla toma lugar en una semana marcada por una noticia publicada en el diario mexicano El Universal que, sin citar fuentes ni ofrecer pruebas, informó que autoridades del gobierno de Rodrigo Chaves habrían llevado a cabo negociaciones con pandillas locales vinculadas a dos cárteles mexicanos —Jalisco Nueva Generación y Sinaloa— para supuestamente reducir la cantidad de homicidios.
En México y otras latitudes, este tipo de noticias como la que publicó El Universal, sin fuentes, son más normalizadas que en Costa Rica, donde causó un gran ruido político. ¿Cómo recomienda tomar este tipo de informaciones?
Hay todo tipo de noticias en México. Y sí, a veces las cosas pueden ser un poco conspiratorias, pero no significa que sean verdad o no sean verdad. Lo que está pasando en México y que tiene un impacto en el resto de la región es una expansión de cárteles, especialmente Sinaloa y Jalisco Nueva Generación. Ellos están impactando a otros países al establecer lazos con pandillas locales.
Quizás el mejor ejemplo es lo que ha pasado con los Choneros y otros grupos como los Lobos en Ecuador, transformando lo que era una situación relativamente suave en cuanto a las pandillas en algo sumamente violento en los últimos tres años.
Pero también se encuentran representantes de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, por ejemplo, en Perú. Representantes no con presencia física en realizar las operaciones, pero sí para guiar y dar fondos a esas operaciones. Yo justamente estoy regresando de República Dominicana, y también en Santo Domingo se encuentran representantes de Sinaloa y hasta en escala menor de Jalisco Nueva Generación.
Desde hace mucho tiempo hemos visto una diversificación de los flujos por América Central, hay cada vez más rutas que pasan por Panamá, por Costa Rica. Aunque yo no tengo información en específico, el tema en Costa Rica es consistente. Este concepto de Sinaloa formando alianzas con grupos locales es consistente con lo que está pasando en Costa Rica con rutas de droga y es consistente con el comportamiento de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación en nuestra región, en mi opinión.
Más allá de la publicación de El Universal, ¿qué tan común es que las autoridades negocien con bandas criminales por debajo de la mesa en la región?
Lo que podemos ver es que en ocasiones ha ocurrido, pero no todas las veces. Podemos hablar de lo que pasó con los gobiernos en El Salvador, con las pandillas, intentando reducir la violencia. Podemos hablar de algunos rumores en otros países. Solo hablando de México, desde antes de esta ola de drogas, fentanilo y otras cocaínas, desde mucho antes de esto ha existido colaboración entre políticos y agrupaciones de un modo u otro.
Al decir esto, yo creo que mi instinto es poner más escepticismo en cuanto a la situación en Costa Rica. ¿Por qué? Número uno, Costa Rica quizás no ha alcanzado el nivel de corrupción y falta de gobernabilidad, ni el nivel de violencia y los dilemas que ya se han enfrentado en otros países.
No es impensable, pero en el caso de Costa Rica yo adoptaría una posición un poco escéptica, porque también hay muchas otras razones por las que personas querrían salpicar al presidente (Rodrigo) Chaves. Tanto por razones políticas internas como políticas internacionales. Pero bueno, ese es mi instinto.
Por donde se vea, Costa Rica vive una de sus peores crisis de seguridad desde que hay registros, con más homicidios, poca capacidad de las autoridades reconocida por los mismos jerarcas y un presupuesto para el Poder Judicial en 2024 que será inferior al de 2023 por la inflación. ¿Son vientos de cambio para un país que ha sido la excepción en Centroamérica?
Hasta los países mejor gobernados y con tradiciones más fuertes de democracia e institucionalidad son susceptibles a largo plazo. Sobre todo si hay fuerzas (de violencia, inseguridad) sostenidas y poco a poco hay un deterioro en la respuesta pública. Pienso también en el nivel de violencia que ahora está viviendo Chile, que era uno de los mejores países en cuanto a gobernabilidad, falta de corrupción y seguridad en América del Sur. Estoy pensando en los Estados Unidos. Quién pensaría hace una década que los Estados Unidos se podrían encontrar en su situación no solo de fentanilo y drogas, sino la situación política en que se encuentra.
Quizás lo que me preocupa es que sí, creo que es importante reconocer el nivel de buena gobernanza, el nivel de cultura política, el nivel de seguridad, el nivel de prosperidad; todas las cosas que han hecho de Costa Rica una excepción. A veces el deterioro toma tiempo, pero una vez en que el deterioro es evidente, ya hay un grave, grave problema. Y entonces, ¿qué está pasando en mi opinión? Bueno, es como en casa: bonita pero atacada por termitas.
Puede ser que la humanidad sea muy resistente a las termitas, pero si hay un descuido, un ataque sostenido, tarde o temprano hasta la casa mejor construida empieza a mostrar daño estructural.
Lo que yo veo en la región, incluso en Costa Rica, es que había fuerzas de frustración con la democracia. Hasta antes de la covid-19, el sistema estaba bajo estrés.
(...) Como mencioné antes, la presión número uno es que los flujos pasaban por el Caribe y luego pasaban por Guatemala u Honduras y México. (Ahora) hay cada vez más rutas que pasan por Costa Rica, por Panamá, por el aire. Y este dinero ilícito ya causa peleas entre los grupos locales por el control de las rutas.
Como si eso fuera poco, también tenemos otros tipos de flujos. Tenemos el flujo de migrantes. Miles y miles de personas desesperadas, empezando tristemente con los nicaragüenses. Pero también los flujos por el Tapón del Darién traen migrantes de Panamá a Costa Rica.
Todo esto impulsó a Chaves a querer negociar con Panamá y también ir a los Estados Unidos para hablar de esto con nuestro gobierno. Veo que es un proceso de acumulación de muchos fenómenos y muchas presiones que están como las termitas socavando la fortaleza de lo que era una edificación fuerte.
Acabo de dar una charla sobre exactamente esta misma cuestión en República Dominicana pero enfocada en el Caribe. Explicando por qué Puerto Rico, Jamaica y Trinidad y Tobago están viendo una explosión de violencia y pandillas. Básicamente para mí la respuesta es exactamente la misma, porque estos países, tanto como Costa Rica, antes eran relativamente pacíficos, relativamente prósperos, y ya no.
Al ser un país pequeño, sin ejército y con una policía especializada en drogas limitada, ¿cómo puede Costa Rica enfrentar esta realidad?
Yo soy alguien que trabaja para los militares. Pero para mí, tener ejército o no, no es necesariamente crítico. Yo creo que la cuestión es tener un sistema de justicia adecuado y también una fuerza de seguridad adecuada. He trabajado con representantes de la policía de Costa Rica desde hace muchos años y siempre he quedado muy impresionado por la calidad de sus habilidades. Aunque es un país pequeño, con fuerza del orden pequeña, veo persona a persona que su policía, sus capacidades, están entre las mejores de la región.
Quizás se llama policía y no ejército, pero para mí la ausencia de un ejército no es limitación. La cuestión es cómo asegurar que las fuerzas del orden tengan la capacidad que necesitan tener.
Sí, ante la situación de violencia, igual como en Ecuador, es necesario que por un lado ellos tengan más poder de fuego y más capacitación en este tipo de funciones de choque, pero también está la importancia de ciertas unidades especializadas. Si son contra secuestro o contra terrorismo.
Según estimaciones oficiales, en 2023 los homicidios aumentarían un 42% en comparación con 2022. Las autoridades atribuyen la vasta mayoría de homicidios al narcotráfico y a “rendiciones de cuentas” entre pandillas. Pero hay 40% menos decomisos de cocaína que en 2020. ¿Cómo puede entenderse esta asimetría de datos?
El problema es exactamente eso: entender lo que está pasando cuando a veces pueden ser dos cruces completamente opuestos. Generalmente cuando hay violencia, porque es difícil esconder la violencia, significa que hay un aumento en la pelea por algo. Si están entrando nuevos grupos, si grupos están disputando espacios que antes no estaban en disputa. Para mí este salto indica que hay una pelea ahora que no había antes. Las intercepciones (decomisos) pueden dar una indicación de si hay más drogas fluyendo o menos drogas fluyendo. Si hay un aumento en intercepciones, puede indicar que hay más drogas. También un aumento en intercepciones podría indicar que hay más eficacia en detectar los grupos. De la misma forma, si hay menos intercepciones, puede indicar que hay menos problemas o hay menos eficacia por las fuerzas del orden contra ciertos grupos.
Honestamente yo no sé, no conozco específicamente los detalles de estas rutas por Costa Rica, pero todo empieza con la violencia. Cuando hay un aumento de violencia tan escarpado en un año, casi siempre hay una pelea por algo que tiene que ver con una lucha o algo que ha cambiado en el comportamiento de un grupo.
Por ejemplo, cuando uno mira lo que está pasando en las Islas Turcas y Caicos, uno se pregunta: ¿cómo es posible que el año pasado Islas Turcas y Caicos ya tenían casi 80 muertos por 100.000 habitantes? Lo que había pasado es que un grupo jamaiquino estaba peleando por esa ruta que pasa por los Bahamas, y las Turcas y Caicos fueron completamente sobrepasadas. Yo sospecho que si está escalando tan rápidamente es porque tiene que ver con la entrada de una nueva ruta o algo así.
¿Qué factores pueden explicar que cada vez más grupos criminales se pongan en evidencia con actos violentos como balaceras?
Siempre hay varias explicaciones, pero normalmente eso significa que, número uno, hay entrada de nuevos tipos de grupos que quizás no tienen tanto miedo de las autoridades. O número dos, en un país anteriormente pacífico, ellos quieren usar violencia como un instrumento de terror.
Eso es lo que hemos visto también en Ecuador, con grupos como los Choneros y los Lobos, por ejemplo. (...) En un país que antes era relativamente pacífico, ellos querían intimidar a las fuerzas de orden con una escala de violencia, de ataques contra cosas públicas, para intimidar a la población, a las autoridades; especialmente a las locales. Es muy posible que (el aumento de violencia en Costa Rica sea) por la entrada de grupos nuevos cuyo estilo es más el uso de este tipo de intimidación, o bien puede ser un cambio de tácticas. Un deseo de responder al gobierno; de decir: ‘Ojo, ya no se meta en esto’.