La construcción de los instalaciones en los aeropuertos internacionales de Limón y de la Zona Sur es una meta pendiente para Costa Rica que ahora las autoridades están retomando.
Actualmente están en marcha estudios de prefactibilidad que deben completarse. La meta del Gobierno es llegar al 2025 con la factibilidad concluida, al tiempo que se consolidan ambos sitios como lugares de interés para inversionistas, empresarios y futuras líneas aéreas con la meta de replicar el caso de Guanacaste.
Dos proyectos en la mira
Luego de intentos por buscar una nueva ubicación para el aeropuerto de Limón, la decisión de las autoridades fue construirlo en la actual localización, frente al mar y a un costado de la ruta nacional 36, que conecta esa ciudad con Sixaola.
El proyecto limonense está en fase de prefactibilidad, que incluye estudios marítimos de perfiles de oleaje, batimetría, entre otros. Esta fase arrancará en enero y se hará en conjunto entre el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) y la Universidad de Costa Rica (UCR), según indicó Fernando Naranjo, director de Aviación Civil.
Estos estudios darán luz sobre qué tipo de infraestructura se debe diseñar para soportar la expansión del aeropuerto. La pista se ampliará sobre tierra pero algunas obras requerirán intervenciones en la costa marítima.
La sección de la ruta 36 a su paso por el aeropuerto requerirá una reubicación en terrenos cercanos.
La ministra de Planificación, Laura Fernández, aseguró en agosto, durante la visita del Consejo de Gobierno a Limón, que el MOPT contará en 2024 con los recursos necesarios para la reubicación de esa ruta y la construcción de un rompeolas.
El nuevo aeropuerto de Limón tendrá una pista más larga y una nueva terminal de pasajeros que deberá reubicarse en otra zona dentro del terreno, precisó Naranjo.
La pista tendrá entre 2.200 y 2.400 metros de largo, lo que permitirá la llegada de aviones con capacidad de volar hasta seis horas, es decir, desde Norteamérica y Sudamérica. Los destinos específicos dependerán de la promoción turística que haga el país.
La inversión en el nuevo aeropuerto limonense se calcula en $80 millones y se valora realizar mediante una asociación público-privada (APP), como una concesión.
El aeropuerto de la Zona Sur comparte características con el de Limón: mismo monto de la inversión, misma longitud de la pista y está también en etapa de prefactibilidad. Sin embargo, conlleva una particularidad que podría dificultar su desarrollo.
El área en la que se pretende construir el aeropuerto podría esconder vestigios arqueológicos y, además, está próxima a Finca 6, sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Por ello, dentro de la prefactibilidad se debe realizar un estudio de exploración arqueológica en conjunto con el Museo Nacional y un estudio de impacto patrimonial que se presentará a la Unesco. Ambas tareas empezarán en enero.
Estos estudios indicarán si hay o no monumentos debajo del suelo, cuáles hay y cómo se pueden recuperar. En caso de que resulte como un área arqueológica vulnerable, se deberá buscar una nueva localización.
Naranjo, sin embargo, confía en que se puedan superar estas etapas pues el aeropuerto de la Zona Sur cuenta con un plan maestro desde el 2013, lo que da más fortaleza al proyecto.
La terminal se proyecta a unos 5 km lineales al sur de Palmar Sur, en las fincas 8, 9, 10 y 11.
Futura red nacional
La construcción de estas dos nuevas terminales internacionales acondicionadas para vuelos continentales vendría a consolidar un sistema aeroportuario nacional de cuatro terminales en distintas zonas del territorio. Con ello se espera optimizar la conectividad aérea de Costa Rica y acrecentar la competitividad turística del país frente a otros vecinos.
Actualmente la aviación comercial llega y sale de dos aeropuertos: el Daniel Oduber, en Liberia, y el Juan Santamaría, en Alajuela. A otras pistas como la del Tobías Bolaños, en Pavas, y la de Limón llegan algunos vuelos privados internacionales.
Naranjo mencionó a República Dominicana como un modelo al que aspira Costa Rica. El país insular depende principalmente de dos aeropuertos internacionales: el de Punta Cana y el de Las Américas, en Santo Domingo. Pero, además de estos, cuenta con al menos tres aeropuertos internacionales de menor tamaño en otras regiones del país, cerca de destinos turísticos demandados.
Este es otro aspecto que Costa Rica desea potenciar en el Caribe y la Zona Sur.
“Para que haya un aeropuerto que sea sostenible en el tiempo en términos financieros debe crearse la infraestructura hotelera que soporte la demanda que un aeropuerto tiene”, comentó el director de Aviación Civil.
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El Caribe sur, con destinos como Cahuita o Puerto Viejo, ha logrado un desarrollo turístico de la mano de sus playas, la cultura afrocostarricense y la relajación. En el caso de la Zona Sur, los parques nacionales Corcovado y marino Ballena son los principales atractivos.
No obstante, la lejanía por tierra desde San José a ambas regiones es, con frecuencia, una limitante para viajeros que visitan el país con poco tiempo.
La intención es replicar el caso de Guanacaste. El aeropuerto Daniel Oduber ha logrado conectarse con Canadá y Estados Unidos y traer a 660.000 pasajeros en 2022, más que en 2019.
Este dinamismo ha ocasionado un boom constructivo a su alrededor y en playas cercanas, aunque también con efectos en el precio de la tierra y los alquileres, dirigidos en su mayoría a extranjeros.
Consultado por EF, el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) afirmó que los cálculos o proyecciones del impacto de los dos nuevos aeropuertos en la visitación dependerán de las características que vayan a tener esas obras y de la fecha en que entrarían en operación.
Naranjo afirmó que el ICT es el encargado de generar interés y posicionamiento de esas dos regiones entre las aerolíneas y realizar estudios de mercado para determinar el tipo de oferta turística en la que se enfocarán.