Los diputados de la Asamblea Legislativa dejaron sus curules antes de que se cumpliera su horario de reglamento en 66 de sus primeras 80 sesiones en el Plenario Legislativo.
Para este cálculo se dejaron por fuera ocho sesiones que han ocurrido desde mayo pasado: aquellas que fueron convocadas de forma extraordinaria por los diputados (a través de mociones para temas específicos) y las de investidura propia y del nuevo Poder Ejecutivo (1.° y 8 de mayo).
Los legisladores estuvieron presentes en un 71,62% del tiempo reglamentario de esas 80 primeras sesiones. En los primeros tres meses de sesiones extraordinarias, cuando el Gobierno tuvo control de su agenda, el porcentaje decayó a un 65% de 45 sesiones; y en los siguientes dos meses y medio de sesiones extraordinarias, en las que retomaron el dominio, subió hasta un 80%.
Las salidas tempraneras han sido la constante de los congresistas durante sus primeros cinco meses y medio de gestión. Se han dado por márgenes tan pequeños como los cuatro minutos del 10 de agosto pasado o tan amplios como las 2 horas con 16 minutos del 31 de mayo.
Para determinar los tiempos de entrada y salida se revisaron todas las actas del Congreso, desde el 1.° de mayo hasta el 19 de octubre (última disponible al cierre de esta edición).
Existen diversas hipótesis para este fenómeno. Algunos factores como la ausencia de una composición sólida de prioridades legislativas y el estado apenas incipiente de la mayoría de los proyectos de mayor calado propuestos por el Ejecutivo y los mismos diputados podrían ser algunas explicaciones. También están quienes aseguran que la nueva conformación del Congreso ha demostrado una dinámica menos intensa de debate. Todo suma.
Los números
El reglamento de la Asamblea Legislativa establece tiempos básicos para el desarrollo de las sesiones del Plenario legislativo.
- Lunes, martes y jueves: de las 14:45 horas hasta las 18:00
- Miércoles: de las 14:45 horas hasta las 17:00
La hora del inicio de las sesiones, sin embargo, usualmente se sitúa cerca de las 15:00 horas (3:00 p.m.), pues se deja una ventana de 15 minutos para arrancar con la cantidad necesaria de congresistas (al menos 38 de los 57 totales).
Las horas de salida son una referencia que se puede modificar si los diputados aprueban una moción para ese fin. Esa moción debe contar con el respaldo de al menos 38 legisladores y puede autorizar al presidente legislativo de turno para que levante la sesión antes de la hora reglamentaria. Esto se viene haciendo de forma usual en esta legislatura.
Usando como referencia los horarios de reglamento, los diputados solo habrían completado sus “jornadas” en 14 ocasiones: ocho en los últimos dos meses y medio de sesiones ordinarias y seis durante los tres meses en que el gobierno dispuso del control de la agenda parlamentaria; la cual fue calificada como escueta por diputados de oposición.
¿Por qué?
La politóloga Eugenia Aguirre, de la Universidad de Costa Rica (UCR), considera que las razones de este fenómeno pueden ser múltiples. Porcentajes bajos de tiempo en Plenario difieren de la costumbre parlamentaria; sin embargo, existen algunas particularidades del escenario político que podrían explicar lo que ocurre actualmente.
Entre sus hipótesis, mencionó que los nuevos diputados heredaron pocos proyectos de ley sustanciales y que requieran de mayores discusiones. A ello añadió que la mayoría de los proyectos que podrían generar más polémica –como la venta de activos del Estado, las fusiones de instituciones y otras de igual magnitud– apenas empiezan su trámite en comisiones y están lejos de llegar a su etapa final en Cuesta de Moras.
También, aseguró, ha sido notoria la dificultad de las bancadas para establecer agendas de proyectos mejor definidas.
“Basta recordar que las fracciones de oposición anunciaron a finales de abril que impulsarían una agenda conjunta, pero no mencionaron iniciativas en específico”, subrayó.
Por último, también hizo alusión a la actitud de los congresistas actuales, que han demostrado dar un bajo nivel de prioridad al debate, al menos en sus primeros cinco meses de trabajo. “Es una Asamblea que parece más efectista, aunque pueda ser algo pronto para decir esto de forma definitiva”, puntualizó.
A media máquina
Los primeros tres meses de labores legislativas se caracterizaron por un bajo perfil de los diputados en el Congreso. Sin embargo, por aquel entonces los congresistas aseguraban que esto era una cuestión transitoria, alimentada por la falta de proyectos nuevos y por un manejo de la agenda legislativa que la oposición consideraba poco eficiente por parte de la Presidencia de la República.
Ante ese escenario, el presidente legislativo Rodrigo Arias, del Partido Liberación Nacional (PLN), dijo a EF en julio pasado que la Asamblea ya tendría “momentos en los que habrá más acción”.
“Estamos en un período en el que la agenda no es nuestra, sino que discutimos lo que nos manda el gobierno (...) A partir de agosto, es responsabilidad nuestra qué es lo que queremos hacer”, advirtió.
Desde entonces, el número de horas efectivamente laboradas en el Plenario sí aumentó. Sin embargo, todavía la Asamblea camina a media máquina y con sesiones que algunas veces terminan mucho antes de lo que dice el reglamento.
Las horas de entrada y salida usadas como referencia en este artículo no contemplan los rompimientos de quórum, que en ocasiones interrumpen las sesiones.
Incluso la vicepresidenta del Congreso, Gloria Navas, de Nueva República (PNR), llegó a reclamar públicamente que diputados abandonaran el Plenario para tomar café y comer bocadillos en el cafetín del Congreso: un hecho que quedó grabado por las cámaras de la Asamblea Legislativa el 13 de octubre pasado.
La presidenta interina de la @asambleacr, Gloria Navas, jalándole el aire a los diputados que se fueron a tomar café y a comer bocadillos al cafetín y, con ello, rompen el cuórum@nacion pic.twitter.com/zFndw67hk3
— Sequeira (@aaaseque) October 13, 2022
El control político ha aumentado en las últimas semanas sobre las actuaciones del Gobierno, aunque ligeramente. Además, queda por ver qué tantas diferencias suscitan temas tan gruesos como las propuestas para vender el Banco de Costa Rica (BCR) y parte del Instituto Nacional de Seguros (INS), para fusionar o cerrar órganos desconcentrados y otros similares que tendrán que llegar más tarde a su debate definitivo.
“Los proyectos importantes y los que sí han causado diferencias se encuentran en estados muy poco maduros para su discusión. Ya veremos qué pasa cuando lleguen al Plenario”, concluyó Aguirre.