Frente a las alegaciones de graves violaciones de derechos humanos en China y Rusia, el organismo de la ONU a cargo de estas cuestiones parece paralizado ante la vía a seguir con estos dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
El Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la ONU se reúne a partir de este lunes 12 de septiembre durante un mes en Ginebra. Su rol es investigar alegaciones y refrenar abusos en todo el mundo, pero ello parece más difícil cuando se trata de dos grandes e influyentes potencias como China y Rusia.
Las ONG han redoblado sus presiones sobre el CDH, denunciando los abusos cometidos en la región china de Xinjiang, así como la creciente represión de la sociedad civil por el Kremlin tras la invasión rusa en Ucrania
Pero construir una mayoría en el CDH no es fácil.
“La forma en que el Consejo construya su respuesta va a influir en nuestra capacidad para tratar las situaciones más graves en los próximos años”, indicó un diplomático europeo a la AFP.
“Lo que está en juego es la visión universalista de los derechos humanos, esa es la visión del rol del CDH”, agregó.
La atención se ha centrado en los últimos días en el Xinjiang, tras la publicación a fines de agosto por la exjefa de los derechos humanos en la ONU, Michelle Bachelet, de un informe que denuncia "crímenes contra la humanidad".
Fuentes occidentales acusan desde hace años a China de haber internado a más de un millón de uigures y miembros de otros grupos musulmanes en "campos de reeducación", e incluso de imponer "trabajos forzados" o "esterilizaciones".
China habla de "centros de formación profesional" y afirma que este dispositivo forma parte de la lucha contra el extremismo en Xinjiang, durante mucho tiempo golpeado por sangrientos atentados atribuidos a separatistas y a islamistas uigures.
El informe exhorta a los órganos de la ONU a ocuparse de este caso.
Si la mayoría de los países del Consejo “decidiera que no hay que actuar frente a una situación tan grave como la descrita en el informe (...) ello querría decir que estamos en un nuevo orden mundial”, opinó el diplomático europeo.
El coste de la inacción
“Los gobiernos deberían lanzar rápidamente una investigación independiente y adoptar todas las medidas necesarias para que los responsables rindan cuentas”, aseguró John Fisher, de Human Rights Watch.
Pero los países occidentales y sus aliados no están seguros de obtener la mayoría en el Consejo, integrado por 47 Estados miembros.
“La inacción tiene un coste, pero una acción abortada también tiene un coste”, advirtió un diplomático occidental.
Según observadores, China se activa entre bastidores y ejerce presiones sobre países para frenar cualquier iniciativa en su contra.
“Estamos dispuestos a ser constructivos, pero si alguien lanza acciones contra nosotros, debemos estar plenamente preparados”, declaró el viernes 9 de septiembre a la prensa el embajador chino ante Naciones Unidas, Chen Xu.
Los países occidentales podrían postergar un proyecto de resolución si saben que los apoyos son insuficientes.
Lo mismo ocurre con el caso ruso.
El CDH lanzó en mayo una investigación de alto nivel sobre las violaciones cometidas por las tropas rusas en Ucrania. Y hay crecientes presiones para que el organismo se interese asimismo por las violaciones de derechos humanos en Rusia, y cree un cargo de ponente especial.
“Todo el mundo está de acuerdo en que es necesario... pero no nos hemos puesto de acuerdo sobre el calendario”, indicó el diplomático occidental.
Rusia fue expulsada del CDH tras la invasión de Ucrania, pero “no le faltan apoyos, y eso es algo a tener en cuenta”, mencionó el diplomático europeo.
“El impacto de una resolución rechazada se haría sentir durante mucho tiempo”, advirtió.