“Señoras y señores, dejen gobernar. Dejen que las instituciones funcionen correctamente, para lo que fueron creadas, no para que sean manejadas al antojo. De lo contrario, hagan maletas y salgan de este país, por su propia voluntad, antes de que el pueblo costarricense los destierre. No le jalen más el rabo a la ternera”.
Esas fueron las palabras del diputado chavista Jorge Antonio Rojas, del Partido Progreso Social Democrático (PPSD), en la sesión plenaria de la Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica la tarde del 8 de octubre de 2025.
Aunque suene anacrónico para el siglo XXI, lo cierto es que el destierro ha sido un castigo político presente en la mayoría de los más de 200 años de la historia de vida independiente del país.
Además, aunque formalmente esté prohibido por la Constitución, la sola amenaza del poder político puede ser suficiente para que una persona que lo critique sienta la necesidad de irse. La expresidente del Patronato Nacional de la Infancia, Gloriana López, se “autoexilió” en Panamá en 2023, según sus propias palabras, tras denunciar que el presidente Rodrigo Chaves como la vicepresidenta Mary Munive la trataron de “loca” y que le pidieron intervenir de manera inadecuada en un caso relacionado con el empresario Leonel Baruch, con el cual Zapote ha tenido múltiples altercados. Casa Presidencial ha negado las acusaciones.
Historia del destierro
La pena de destierro es una de las más antiguas y se usó como un castigo para quienes cometían delitos considerados graves o como una medida de protección para la sociedad.
En Grecia y en Roma era común y se usaba especialmente para alejar a individuos considerados peligrosos y para resolver disputas sin recurrir a la pena de muerte. El orador y político romano Cicerón es uno de los desterrados más famosos: se exilió tras ejecutar ciudadanos romanos sin juicio durante la conspiración de Catilina. Regresó tras un año de destierro.
Formalmente, el destierro y el exilio son conceptos diferentes. El destierro es un castigo, una pena de expulsión de un lugar, mientras que el exilio es una separación de ese territorio que puede ser voluntaria o forzada, generalmente por motivos políticos. El destierro se considera un tipo de exilio.
En sociedades medievales y renacentistas, el destierro era una forma de sancionar a personas que suponían una amenaza al orden público o que habían atentado contra normas esenciales de la comunidad, pero también tuvo connotaciones políticas. El famoso Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid Campeador) fue desterrado por el rey Alfonso VI y vivió largos años fuera de Castilla luchando al servicio de otros señores y pueblos.
La pena de destierro se incorporó en los códigos legales de muchos países, incluyendo los sistemas jurídicos de España y América Latina. En estos contextos, el destierro se aplicaba como alternativa menos severa a la pena capital, aunque seguía teniendo graves consecuencias personales y sociales.
El destierro en Costa Rica
Costa Rica no quedó exenta de registrar destierros desde los primeros años tras la independencia de España.
Diversas directrices municipales y ordenanzas, como las emitidas por la municipalidad de San José en 1826, contemplaban penalizaciones que podían incluir condenas al destierro para “mal entretenidos” y vagos.
El Decreto XVIII del 29 de octubre de 1841 regulaba los lugares donde debían cumplirse las condenas de destierro, confinamiento y reclusión. Los hombres desterrados se dirigían a Esparza o Puntarenas, y las mujeres a la Villa de las Cañas.
Tras el levantamiento de Alajuela en 1842 que derrocó al presidente Francisco Morazán, se produjeron ejecuciones de líderes opositores, mientras que otros personajes huyeron o fueron apresados. Braulio Carrillo, el expresidente y rival de Morazán, se exilió en El Salvador tras la rebelión y murió allí en 1845.

Uno de los casos más emblemáticos y trágicos es el del presidente Juan Rafael Mora Porras. Tras liderar al país en la Campaña Nacional contra los filibusteros de William Walker, Mora fue derrocado por sus enemigos políticos en agosto de 1859.
Obligado a abandonar el país, Mora Porras partió al exilio. Sin embargo, regresó en 1860 con la intención de retomar el poder. Su intento fracasó. Fue capturado en Puntarenas y fusilado el 30 de septiembre de ese mismo año.
Exiliados del siglo XX
A principios del siglo XX, la figura del sacerdote y militar Jorge Volio Jiménez irrumpió en la escena política con un fuerte discurso de reforma social. Su oposición al gobierno de Federico Tinoco Granados, que había tomado el poder por la fuerza, le valió ser “arrojado al destierro” junto a su hermano Alfredo en 1917.

Durante su exilio, Volio se desempeñó como profesor en Honduras. Regresaría a Costa Rica para continuar su lucha política y fue electo diputado en 1920, canalizando sus ideales a través del Partido Reformista. Su caso ilustra cómo el exilio fue utilizado para neutralizar a opositores de regímenes autoritarios.
La convulsa década de 1940 y la Guerra Civil de 1948 abrieron un nuevo y doloroso capítulo de destierros en el país. Tras la derrota de la alianza calderonista-comunista, figuras clave de este sector fueron forzadas a abandonar Costa Rica.
Entre ellas se encontraba María Isabel Carvajal, mejor conocida por su seudónimo literario, Carmen Lyra. La aclamada escritora, educadora y dirigente comunista tuvo que exiliarse en México. A pesar de su delicado estado de salud y su deseo de morir en su tierra, su petición para regresar en 1949 fue denegada. Falleció en el exilio ese mismo año, y sus restos fueron repatriados días después.
Carmen Lyra reflejó en cartas a familiares y amigos el dolor de la separación de su patria y la dificultad de rehacer su vida en México. Testimonios de otros exiliados posguerra muestran también cómo la vida cotidiana se vio alterada: desde la reinvención laboral hasta el dolor por la ausencia de seres queridos y la incertidumbre respecto al futuro, sentimientos presentes tanto en escritos personales como en la memoria familiar de los desplazados.

Manuel Mora Valverde, líder del Partido Comunista y figura central en la promulgación de las Garantías Sociales, también vivió el exilio. Como resultado de los acontecimientos políticos de la posguerra, Mora también partió a México. Tras dos años fuera de Costa Rica, su regreso estuvo rodeado de tensiones.
El exilio del expresidente Rafael Ángel Calderón Guardia tras la guerra del 48 tuvo una consecuencia histórica singular. Su hijo, Rafael Ángel Calderón Fournier, quien llegaría a ser Presidente de la República en el período 1990-1994, nació en Diriamba, Nicaragua, el 14 de marzo de 1949.

Calderón Fournier vivió sus primeros años fuera de Costa Rica, hasta que en 1958, el entonces presidente Mario Echandi Jiménez, levantó el exilio que pesaba sobre su padre.
Fin del destierro
La Constitución Política de 1949 proscribió formalmente el destierro por razones políticas, garantizando que ninguna persona pudiera ser expulsada de territorio nacional por sus ideas o acciones políticas.
Este cambio marcó una transición hacia una democracia más plena, en la que se blindaron los derechos fundamentales y se puso fin a una práctica que en el pasado había afectado a cientos de conciudadanos.
Actualmente, el destierro también está prohibido por tratados internacionales suscritos por Costa Rica, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La legislación moderna reconoce el derecho al debido proceso y garantiza la residencia en el territorio nacional.
Organizaciones, universidades y líderes sociales han respondido a las declaraciones del diputado Rojas recordando que el destierro constituye una violación a los principios del Estado de Derecho.
Ni la líder de la bancada chavista, Pilar Cisneros, ni la candidata chavista, Laura Fernández, ni el presidente de la República, Rodrigo Chaves, han condenado de manera pública y directa que Rojas afirme que “el pueblo” desterrará a quienes “no dejan gobernar”.