Costa Rica está muy lejos de ser una sede mundialista. Las razones que alejan al país de este sueño pueden ser obvias para muchos, pero es importante explicar por qué y contextualizar con números.
Aunque el Mundial de Fútbol es una de las citas deportivas más importantes del planeta y hace vibrar a prácticamente todo el país, el entusiasmo es un recurso insuficiente para albergar la competición.
Rusia 2018 costará más de $11.000 millones y si se saca esa proporción a nivel nacional, el país tendría que invertir el 19% del Producto Interno Bruto (PIB) del 2017. Pero más allá del costo económico, organizar una Copa Mundial de Fútbol es una responsabilidad titánica porque la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), tiene estándares muy altos.
El proceso siempre ha sido complejo y a partir del 2026 las reglas del Mundial de Fútbol cambiarán, ya que participarán 48 selecciones y no 32 como se hace hasta el momento. Esto significa que el campeonato será más amplio, inicialmente tendrá 16 grupos con tres equipos y una ronda adicional en la fase de eliminación.
Uno de los principales requisitos para albergar el campeonato es la infraestructura, el anfitrión debe poseer estadios con capacidad para 80.000 aficionados para el partido inaugural y la final; así como sedes de 40.000 personas para las eliminatorias y de 60.000 para las semifinales.
En el caso de Costa Rica, el lugar con mayor espacio es el Estadio Nacional que puede albergar 35.000 personas, un número que se queda por abajo de los estándares internacionales.
El país albergó en el 2014 el Mundial de Fútbol Femenino Sub 17, esa ha sido la experiencia más cercana a organizar un torneo de FIFA.
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Sin embargo, ese campeonato fue un premio a la perseverancia porque durante tres años el país experimentó las exigencias que requiere un torneo mundialista y la actividad estuvo a punto de fracasar.
Tras vivir esa experiencia, la única manera en la que Costa Rica podría lograr esta titánica tarea es que postule una candidatura conjunta con el resto de países de América Central y así tendría más de músculo para organizar un torneo de esas dimensiones.
Las matemáticas del mundial
Para concretar el sueño de convertirse en país anfitrión debe existir un apoyo económico indiscutible de parte del Gobierno para que se garantice la cita mundialista.
Este punto se puede entender mejor si se analizan las partidas que Rusia destinará para el próximo campeonato mundial. Albergar a 32 selecciones en 11 ciudades durante junio y julio le costarán a la potencia más de $11.000 millones.
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Solo el Gobierno destinará $6.700 millones, mientras que los gobiernos locales brindarán $1.500 millones y en el caso de las empresas privadas o estatales, donarán $3.400 millones. El Mundial de Rusia 2018 costará $600 millones más caro de lo que se presupuestó originalmente, según informó The Moscow Times.
Las inversiones que deben hacer los anfitriones son estratosféricas, en el caso de Brasil el campeonato mundial costó cerca de $13.600 millones.
Reglas del juego
Para ser sede de un mundial el anfitrión debe contar con estadios de primer nivel; instalaciones para las selecciones y los árbitros; hoteles cinco estrellas; transporte y aeropuertos; lugares para albergar los Fifa Fan Fests; redes de informática, telecomunicaciones así como una sede para el Centro Internacional de Radio y de Televisión (CIRTV).
La infraestructura representa el 70% de las capacidades que debe disponer la sede. El anfitrión debe tener al menos 48 hoteles de concentración y el mismo número de instalaciones de entrenamiento cerca de los hoteles.
Pero más allá del tema económico y de infraestructura, también se necesita un apoyo incondicional del gobierno para la firma de garantías y la prestación de asistencia operativa, fiscal y administrativa.
Sobre este tema hay seis puntos claves para la FIFA: los procedimientos expeditos para las visas (o bien la exención del requisito); que el gobierno garantice la seguridad del campeonato (es decir, que asuma todos los gastos); la concesión de permisos de trabajo; la protección y la explotación ilimitada de los derechos comerciales (FIFA requiere de respaldo jurídico y administrativo para la venta de las entradas del torneo); ventajas fiscales y aceptación de divisas (el gobierno deberá conceder una exención limitada a la FIFA y a terceros); y un compromiso de lucha contra la discriminación.
Por todos estos requisitos es que para Costa Rica es casi imposible albergar a un mundial de fútbol mayor.
“El que se haga un mundial mayor es un poco menos que imposible. No hay infraestructura, ni número de habitantes, es muy difícil sobre todo por el crecimiento que tiene la FIFA, se necesitarían de 12 a 16 estadios” comentó Jorge Alarcón, exgerente de Saprissa y encargado del mercadeo en el Mundial Femenino Sub17 que se realizó en suelo costarricense.
Rusia cuenta con 12 sedes de primer nivel, tal es el caso del Estadio de San Petersburgo, donde la Selección Nacional enfrentará a Brasil el próximo 22 de junio. Esta imponente infraestructura tiene capacidad para 67.000 aficionados y está considerado como uno de los más modernos del planeta.
El mundial que estuvo en banca
Costa Rica ya saboreó la presión de organizar un evento deportivo liderado por la FIFA con el Mundial de Fútbol Femenino Sub 17 que se realizó en marzo del 2014.
Para ese entonces el país país recibió a 16 selecciones que jugaron en cuatro sedes: el Estadio Nacional en San José, el Edgardo Baltodano Briceño en Liberia, el Estadio Ricardo Saprissa en Tibás y el Alejandro Morera Soto en Alajuela.
La cita se convirtió en un proyecto país y a lo largo de tres años logró superar múltiples obstáculos, sin embargo, durante el proceso se puso en tela de duda la capacidad operativa del país para ejecutar el Mundial Femenino.
La designación se dio en marzo del 2011 pero en febrero del 2013 la Federación Costarricense de Fútbol envió una carta a la FIFA aceptando que no cumpliría con los plazos. La respuesta del ente internacional fue tajante: Costa Rica no albergaría la cita mundialista.
Tras la indignación de unos y el enojo de otros, la presidenta de la República, Laura Chinchilla, reconoció la oportunidad que la actividad representaba para el país y dio todas las garantías para traer el evento de vuelta.
La cita mundialista tuvo un costo de ¢5.503 millones, ¢1.762 millones fueron aporte del gobierno costarricense y ¢2.119 millones de la FIFA, según indicó la Fedefútbol. Pero ¿de dónde provinieron los ¢1.622 millones restantes? La Federación no aportó detalles sobre esa cifra.
Estos datos fueron suministrados días previos a que el diario La Nación dio a conocer el mal manejo de dinero que hizo la institución durante el Mundial Femenino Sub 17. La publicación se hizo tras la auditoría de la empresa Ernst & Young Global Limited (EY), que determinó una cuestionable contratación de proveedores, pagos por montos mayores de lo pactado y préstamos a funcionarios de la Fedefútbol con recursos del Mundial.
Costa Rica tiene claro de que realizar un mundial de mayores magnitudes está fuera de sus manos, sin embargo, la Fedefútbol ya coquetea con la idea de realizar un mundial juvenil masculino en conjunto con tres países de Centroamérica, así lo indicó Rodolfo Villalobos, presidente de la institución futbolística.
De momento el proyecto es tan solo una idea y el jerarca no dio ningún adelanto, ya que todo depende de las discusiones que se den en el próximo congreso de la FIFA que se realizará en Moscú.
“Es un proyecto a largo plazo, cuando se definan la cantidad de selecciones que participarán empezaremos a trabajar en el proyecto, es una idea, una iniciativa de Uncaf”, indicó Villalobos.