El Partido Liberación Nacional (PLN) busca reconstruirse, una vez más, tras una serie de fracasos electorales. Y lo hace, de nuevo, bajo la sobra de sus más duros y antiguos líderes: el expresidente José María Figueres (1994-1998) –que recientemente fue el protagonista del último naufragio de abril como candidato presidencial– y el exmandatario Óscar Arias (1986-1990 y 2006-2010).
El partido más viejo del país, con sus más de 70 años, eligió un nuevo Comité Ejecutivo este 22 de octubre. Lo hizo tras la renuncia en pleno de la cúpula anterior, que dimitió ante el clamor por cambios que siguió a la debacle electoral liberacionista. La agrupación quedó relegada del Poder Ejecutivo tres veces consecutivas por primera vez en su historia, a pesar de haber enfrentado a un partido absolutamente nuevo y a un candidato (el ahora presidente Rodrigo Chaves) que era cuestionado por acusaciones de acoso sexual e irregularidades en el financiamiento de su campaña.
A pesar de los reclamos de renovación, las nuevas figuras electas no se alejan de los viejos liderazgos. De una u otra manera, parecen una continuidad de ellos.
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El nuevo presidente del Partido, Ricardo Sancho, de 65 años, usó gran parte de sus tres minutos previos a su designación en la Asamblea Nacional para manifestar su “orgullo” de tener activos a los expresidentes en la organización del partido; mientras que el nuevo secretario general, Miguel Guillén, de 46 años, es un amigo cercano de Arias y le reconoce como su mentor.
Lo que sí cambió en la escena liberacionista es la ausencia de la expresidenta Laura Chinchilla. La exmandataria renunció recientemente al PLN, pidiendo un cambio y que los viejos liderazgos se apartasen de los focos principales del partido. Sin embargo, hasta ahora, la única que parece haberse hecho al lado de los protagonismos es ella.
¿Un cambio?
Es difícil definir la renovación de la cúpula liberacionista como un cambio, según el politólogo Ronald Alfaro, de la Universidad de Costa Rica (UCR). Parece más bien un “reacomodo” de fuerzas que “le cierra espacio a otros grupos que puedan ser diferentes o que no estén alineados con ellos”, como quizás podría analizarse que pasó con el ‘chinchillismo’.
“Lo que hay es un intento de unir las dos grandes fuerzas del ‘figuerismo’ y el ‘arismo”, apuntó Alfaro. “Y es curioso, porque ninguno de ellos está renunciado a controlar el partido, sino que se están poniendo de acuerdo y evitando las confrontaciones internas, sin que haya una señal clara de que quieran renunciar al control”.
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Cambios mayores en ese sentido, sin embargo, eran poco esperables.
Todos los partidos tienen a sus grupos dominantes y, según Alfaro, es más usual que estos cambien su dinámica de comportamiento a que depongan su poder.
¿Y hay posibilidades de un cambio real con Arias y Figueres todavía preponderantes en las filas verdiblancas? Todavía es temprano para decirlo.
No obstante, hubo frases sueltas que luego podrían trasladarse o no a acciones concretas.
Figueres, por ejemplo, dio su informe de campaña electoral en la Asamblea Nacional y mencionó algunos avisos. En su discurso, de casi una hora, el expresidente reconoció como uno de los principales errores del PLN en su último proceso electoral “no haber entendido correctamente el hartazgo de la población con la política”, y también mencionó que en el país existe “rechazo de origen” sobre las personas que han acumulado varios años en la función pública, como él mismo.
Otro problema, señaló, fue la ausencia de una identidad sólida. “¿Qué somos hoy?, ¿somos un partido de centro, centro y un poquito derecha, centro izquierda?, ¿por dónde andamos con nuestra definición ideológica?”, se cuestionó de forma retórica, ante la asistencia en el hotel DoubleTree by Hilton Cariari.
Normal, ¿pero efectivo?
Según Alfaro, es normal que haya personas o grupos que lideren a los partidos políticos.
Para él, el reto liberacionista actual se centra más en renovar sus caras más visibles, por ejemplo, las que eventualmente aspiren a sus candidaturas presidenciales. Las influencias y los cargos internos, explicó, son historia aparte.
“Un presidente de un partido y un secretario son importantes, pero para la gente no son las grandes figuras, tienen un rol más pasivo, un liderazgo más interno“, explicó el politólogo. “El tema se avivará realmente con las precandidaturas, ver a qué le están apostando, porque por ahora van a tener algunos reacomodos, aunque queden en deuda con los liderazgos femeninos y demás”.
En ese sentido, el nuevo secretario general del Partido, Miguel Guillén, afirmó que aspira a ver un cambio importante en los próximos años, que logre una nueva victoria en las elecciones nacionales de 2026.
“Parte de ese ejercicio yo quisiera que se ganara con una figura nueva, con una figura renovada, con una figura que piense en economía digital, a la que le preocupe a conciencia el cambio climático, que entienda que los reclamos de una transformación sobre derechos humanos es fundamental, que escuche a las nuevas generaciones”, aseguró.
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Un gigante en crisis
El PLN es el partido político más antiguo de Costa Rica y, al igual que la mayoría de instituciones políticas del país y del mundo, se encuentra sumido en una crisis.
Sí, es cierto que la agrupación consiguió sumar más de 570.000 votos en primera ronda y más de 920.000 votos en el balotaje de las últimas elecciones presidenciales. Sin embargo, su derrota fue la tercera consecutiva en los últimos ocho años: algo que nunca antes le había pasado.
También es cierto que las encuestas del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR daban cuenta, en mayo de 2021, que hasta un 48% de las personas mayores de 18 años veían en el PLN como un eventual ganador de ese proceso electoral (una cifra mayor que la de cualquier otro partido). No obstante, lo hacían a pesar de su deseo real y finalmente la afinidad entre esas personas al partido ni siquiera supera los dos dígitos actualmente.
Ricardo Sancho, el nuevo presidente del PLN, un exdiputado de 65 años, definió la situación del partido como la de “una familia que tiene un problema y que tiene que transformarse”.
Guillén fue más duro y, en entrevista con EF, dijo que el partido es hoy “un rancho ardiendo al que se le han caído paredes, al que se le ha caído el techo y necesita ser reconstruido con armonía”,
¿Habrá o no espacio para una transformación real y será o no reconocida como tal por una población que ve en primera plana a los líderes de siempre? Solo el tiempo lo dirá.
El último gran cambio de dirección en el PLN lo recordaba Alfaro y lo de ahora no se le parece demasiado. “Esto no se parece a lo que sucedió con el ‘arismo’ en los años 1980, cuando se dijo que era el momento de reemplazar al viejo ‘figuerismo’ y a la tendencia de Daniel Oduber (...) Pero también hay que comprender que esas son las dos fuerzas grandes que tiene Liberación ahorita. El grupo de Laura es un grupo que intentó en algún momento ser una fuerza alternativa dentro del partido, pero se quedó ahí, e incluso ya Laura salió”, concluyó.