La importación de energía térmica desde el resto de la región, se perfila como rentable para el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), principalmente frente al escenario alterno de encender las viejas e ineficientes plantas de diésel que aún mantiene activas el país.
Durante todo el 2019 Costa Rica pasó 312 días sin tener que recurrir a la producción de energía térmica, porque el resto de la matriz energética fue suficiente para abastecer la demanda. Sin embargo, en los 53 días restantes, la energía faltante se abasteció no solo quemando combustibles fósiles en el territorio nacional, sino que vino del resto de Centroamérica.
Todos los años, el ICE realiza un cálculo de importaciones a partir la necesidad de generación térmica, la más contaminante y cara de las energías que se producen en Costa Rica. Este método es usado por el ICE solo en casos de “respaldo”, que se materializan, principalmente, entre abril y mayo.
Es a través del Mercado Eléctrico Regional (MER), que el país ha logrado en los últimos años abaratar esos costos con la importación energética.
“La energía térmica en nuestro país tiene un costo que normalmente es más elevado que la generación térmica que hay en el resto de América Central. Tenemos una vigilancia constante de los precios que hay en el mercado, entonces, cuando hay que despachar térmico, utilizamos ese precio que tiene el mercado regional para decidir importar energía”, explicó Salvador López, director general del Centro Nacional de Control de Energía (Cence) del ICE.
El costo a nivel nacional de las plantas térmicas menos eficientes es de entre $380 y $400 por megavatio por hora (MWh) producido. En contraste, en la región el MWh se vende entre los $100 y $130, de acuerdo con López.
En el 2018, un 0,59% del total de la energía consumida en Costa Rica fue importada, para el 2019 ese número pasó a 3%.
El ahorro es importante. Solo en el 2019 el beneficio de las importaciones de energía térmica fue de $47,7 millones en ahorro, en comparación con lo que habría costado la producción de la misma energía en Costa Rica.
Para el 2020 el Cence realizó tres previsiones basándose en los posibles comportamientos de la producción hidroeléctrica, ya que, entre más agua disponible, menos necesidad de usar energía térmica.
En un primer escenario, de mucha agua, la importación sería de 13,5 gigavatios por hora (GWh). En una proyección media la compra de energía sería de aproximadamente 72,8 GWh. En el supuesto más negativo los números ascenderían a 189 GWh.
“Cuando importamos, reducimos el costo a la mitad, aproximadamente en la mayor parte de los casos”, explicó López.
A pesar de la diferencia considerable de precios, no se importa el 100% de la producción térmica. Esto se debe a que mientras la cantidad de energía necesaria se pueda suplir únicamente con la generación de la planta Garabito, la primera que se enciende en este tipo de energía y que produce con búnker, mantiene precios muy similares al resto de la región.
Sin embargo, cuando entran en operación otras plantas como Moín, Guápiles y Orotina, la energía es mucho más cara
Exportación limpia
Mientras la importación se realiza durante el verano y se compra energía generada de combustibles fósiles, el país exporta los sobrantes de producción hidroeléctrica durante el invierno. El principal importador de la producción nacional es Panamá.
“Cuando tenemos excedentes de agua, con lluvia abundante, es cuando exportamos. Competimos con precios muy bajos porque son excedentes y tienen un precio cero para nosotros”, detalló López. Costa Rica coloca el MWh de energía entre $40 y $50 dólares en promedio, según datos del Cence.
El Salvador es el principal importador del norte de la región, sin embargo, para llegar al destino la energía tiene que pasar primero por Nicaragua y Honduras. En contraste, es más caro que enviar energía al sur.
Para este año la proyección de venta energética tiene más incertidumbre. Aunque la posibilidad de generar excedentes de acuerdo con los datos del ICE es alta (de 256,7 GWh) las congestiones de las redes eléctricas de Nicaragua y Honduras, que son de bajo impacto, además de la competencia de los generadores de Panamá y Guatemala y una menor demanda a nivel regional, no aseguran la venta total de los sobrantes.
Considerando estos factores, el ICE estimó en 70% el porcentaje de colocación de los excedentes para el 2020, eso se traduce en 181 GWh, en total.
Previsiones para 2020
Para este 2020 el ICE prevé que la generación hidroeléctrica alcance para abastecer el 69,09% de la demanda nacional mientras que la eólica y la geotérmica serán las otras dos grandes proveedoras de energía.
Según la proyección media de lluvia, serían necesarios 167,8 GWh de energía térmica. Un 43% se supliría con importaciones.