Rishi Sunak, que se convertirá en el primer jefe de gobierno británico surgido de una minoría étnica tras ser designado este lunes 24 de octubre como nuevo líder del Partido Conservador, es un multimillonario exbanquero, nieto de inmigrantes indios y defensor de la ortodoxia presupuestaria.
Alzándose como único candidato para suceder a Liz Truss, obligada la semana pasada por los propios conservadores a abandonar el poder tras solo un mes y medio en que sembró el caos con sus políticas fiscales, Sunak se toma ahora la revancha.
En septiembre, perdió contra ella en la carrera por reemplazar a Boris Johnson pese a advertir que los planes económicos ultraliberales de su rival eran "fantasiosos" en tiempos de alta inflación.
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Esta prudencia, que le valió ser tildado de "socialista" por algunos miembros de la derecha, lo designa ahora como la persona adecuada para tranquilizar a los mercados y estabilizar una economía amenazada de recesión.
Todo ello pese a que muchos británicos lo ven como un riquísimo tecnócrata desconectado de la vida de la población y los partidarios de Johnson lo consideran el "traidor" que, con su dimisión con ministro de Finanzas en julio, desencadenó la caída del controvertido líder.
Tras solo cinco años en el Partido Conservador, Sunak, desconocido del gran público pese a ser el diputado más rico del Reino Unido, fue nombrado titular de Finanzas por Johnson en febrero de 2020.
Se convertía así en el primer británico de origen indio y religión hindú en ocupar esa cartera. En el pasado ha prestado juramento sobre el Bhagavad Gita, un libro sagrado del hinduismo, escrito en sánscrito. Y ahora se convierte en el primer jefe de gobierno de esa confesión, y en el primer no blanco, precisamente cuando comienza el Diwali, una importante festividad hindú de cinco días.
Un mes después de su llegada al gobierno en 2020, el estallido de la pandemia le permitió rápidamente diferenciarse de la controvertida imagen de su jefe: gracias a un masivo paquete de ayudas públicas Sunak se alzó como uno de los miembros más populares del gobierno, mientras Johnson era duramente criticado por su errática gestión de la crisis sanitaria.
La imagen de los dos políticos contrasta como la noche del día.
Con aire de primero de la clase, Sunak se muestra superorganizado y meticuloso, siempre repeinado, vestido con elegante ropa de marca y una eterna sonrisa en los labios.
Asegura no beber alcohol y cuida al extremo su imagen de seriedad y modernidad en las redes sociales, donde fue criticado por aparecer con carísimos dispositivos tecnológicos que ilustran cómo su vida difiere de la del británico medio.
Nacido el 12 de mayo de 1980 en Southampton, en la costa sur de Inglaterra, es el mayor de tres hijos de un médico generalista y una farmacéutica.
Originarios de India, sus abuelos emigraron al África oriental británica en los años 1960.
Sunak, que asegura haber sido víctima de racismo en un restaurante de comida rápida cuando era adolescente, estudió en el Winchester College, un elegante internado privado para varones, y cursó política, filosofía y economía en las prestigiosas universidades británica de Oxford y estadounidense de Stanford.
Fue en California donde conoció a su esposa, la riquísima heredera india Akshata Murty, hija del confundador del gigante tecnológico Infosys, con quien tiene dos hijas.
Defensor del Brexit, Sunak se declara aficionado al críquet, el fútbol y la saga cinematográfica "Star Wars".
Antes de entrar en política ganó millones trabajando como banquero de inversiones en firmas como Goldman Sachs y fundó su propia financiera. El pasado mayo se convirtió en el primer alto responsable político del Reino Unido que entraba en la lista de las grandes fortunas.
Él y su esposa tienen un patrimonio estimado en 730 millones de libras ($910 millones, €860 millones).
Su popularidad decayó cuando, una vez levantadas las restricciones por el coronavirus, cortó las ayudas y comenzó a subir impuestos para cumplir con la ortodoxia presupuestaria.
"Para mí, ser conservador significa ser responsable del dinero, tanto el de la gente como el de las finanzas públicas", se justificó ante los miembros de su partido que lo criticaban por esta impopular política.
Su imagen también se vio dañada por un escándalo sobre el ventajoso estatus fiscal de su esposa.
Registrada como “no domiciliada” en el Reino Unido, Murty evitaba pagar impuestos en el país por sus millonarios ingresos en el extranjero. La maniobra era legal pero fue tan mal percibida que acabó teniendo que cambiar su situación fiscal.