“Nos gustaría que dejara de ser Disneylandia”, dicen los habitantes de Étretat, una localidad del noroeste de Francia famosa por sus acantilados y escenario de la exitosa serie Lupin, en momentos en que el gobierno busca atajar los problemas del turismo masivo.
Sentado en su barca en la playa, desde donde contempla la aguja que ha dado fama a su pueblo, Quentin Maze describe una situación “cada vez peor”.
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“La gente llega con sus pícnics, estropea el lugar y deja su basura”, asegura este marinero de 35 años.
Sus blancos acantilados de roca caliza, coronados por el verde de los pastos, el azul del mar y sus playas de guijarros, que las mareas mecen, atrae cada año a cerca de 1,5 millones de personas, según la asociación de vecinos Étretat Demain.
Y, en los momentos de mayor afluencia, los 1.200 habitantes de esta localidad pesquera reciben hasta 10.000 personas diarias a causa del “gran potencial ‘instagramable’ de los acantilados”, asegura Shaï Mallet, copresidenta de la asociación.
Pero esta afluencia no genera tan buenos réditos económicos porque 800.000 turistas “vienen a pasar el día”, entre ellos muchos que tampoco comen en restaurantes, agrega Mallet, que apunta también a los efectos en el medio ambiente y en sus habitantes.
“En diez años, hemos perdido un tercio de nuestra población”, una “huida” provocada por las “molestias”, “la subida generalizada de los precios” y “las dificultades para alojarse”, subraya la copresidenta de Étretat Demain.
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El turismo masivo “ocupa muchísimo espacio” y hace “imposible vivir aquí en verano”, por la proliferación de alojamientos turísticos, abunda el marinero, cuyo principal combate es la desaparición de los guijarros --400 kilos cada verano-- a manos de los visitantes.
Étretat no es el único lugar afectado por el turismo de masas en Francia, primer destino turístico mundial: las “calanques” de Marsella (sureste), islas de la región de Bretaña (oeste) o el icónico Monte Saint-Michel (oeste) se enfrentan al mismo fenómeno.
-Concienciar a los “influencers”
En plena aceleración de la recuperación del turismo, especialmente internacional, desde la pandemia, el gobierno presentó el domingo un plan para regularlo en los lugares masificados e impulsar una afluencia repartida a lo largo del año.
“Desestacionalizar la actividad” turística también significa crear empleos más sostenibles que los empleos estacionales, explica a la AFP Simon Thirot, consultor de Eurogroup Consulting.
La ministra de Turismo, Olivia Grégoire, anunció que crearán un “observatorio nacional de los mayores lugares turísticos” y una guía práctica para diferenciar entre turismo masivo, exceso de visitas y picos de afluencia.
Otras de las iniciativas será la puesta en marcha de un grupo de trabajo con los “influencers” para que no animen en sus redes sociales a visitar lugares ya masificados y de una campaña de comunicación de “buenas prácticas” para los turistas.
“Se debería hablar sobre todo de picos de afluencia y la buena noticia es que estos son limitados en el tiempo y en el espacio. Si los observamos con suficiente atención, podremos hallar soluciones”, apunta Thirot.
En Francia, según el gobierno, el 80% de la actividad turística se concentra en el 20% del territorio. “Hay que hacer un verdadero esfuerzo a nivel nacional para incitar a la gente a descubrir otras regiones”, estima Didier Chenet, de la patronal de la hostelería GHR.
Soluciones más restrictivas ya se han experimentado con éxito en algunos lugares, como las “calanques” de Marsella, donde se ha limitado la afluencia de visitantes, una medida vista con buenos ojos por los habitantes de Étretat.
“1,5 millones de turistas es formidable, pero nos gustaría que la afluencia se repartiera a lo largo del año”, explica Shaï Mallet, que aboga por buscar soluciones “para que la gente se quede más tiempo, para que consuma de otra manera”.