En pleno centro de San José pero con vistas a las verdes montañas del Valle Central, como un recordatorio de la gestión a su cargo. Así es la oficina del ministro de Ambiente y Energía, Franz Tattenbach, quien me recibe para una entrevista entre reuniones propias de su labor en una soleada mañana de viernes.
Antes de iniciar, Tattenbach me cuenta sobre sus orígenes e infancia en una finca en Rancho Redondo, Goicoechea, donde creció en las verdes montañas pero con vistas a la ciudad.
El ministro es tajante cuando habla sobre el cambio climático: es un fenómeno sin vuelta atrás y “nos va a golpear sí o sí”, dice, pero se muestra pragmático. Apuesta por medidas rápidas e insiste en la adaptación. Para Costa Rica pronostica más lluvias y super lluvias, como se le conoce a las precipitaciones que concentran una gran cantidad de agua en poco tiempo y, por otro lado, sequías.
En entrevista con EF, Tattenbach habló además sobre las oportunidades de Costa Rica en el mercado de carbono, la electrificación del transporte y el futuro del Ministerio de aprobarse el proyecto de reestructuración.
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La crisis climática está en su peor momento. ¿Qué efectos veremos en Costa Rica en el corto y mediano plazo?
—Los efectos de la crisis climática ya los estamos viviendo, es como un oleaje creciente. Siempre se ha dicho que los eventos extremos del clima se volverán más profundos y más frecuentes. Este ha sido un año que demuestra eso. Tenemos una seguidilla de ondas tropicales y suelos saturados. Por eso yo he insistido mucho en que vamos a ponerle más ojos a la adaptación al cambio climático.
Costa Rica va a seguir con sus compromisos internacionales de reducción de emisiones, pero es muy importante recalcar que el cambio climático es un fenómeno global, las emisiones que usted baja o sube en Costa Rica son idénticas para el cambio climático que se da en Costa Rica que las emisiones que usted hace o no hace en China, en Japón o en Ucrania. Aunque Costa Rica reduzca las emisiones a cero ya, mañana, por decreto divino, igual vamos a tener cambio climático porque el resto del mundo no las ha bajado a cero.
Así como las causas son globales, la lucha también debería serlo, pero Naciones Unidas ha dicho que la crisis climática parece irremediable. ¿Es una lucha perdida o aún hay esperanza?
—Las dos cosas. A mí me gusta decir que el cambio climático nos va a pegar sí o sí. Ya hay un nivel de calentamiento global que no lo quitamos de encima. En el mejor de los casos, que todavía no estamos ahí, aspiramos a llegar a 1,5° de calentamiento global con mayores impactos que los que estamos viendo, y los compromisos de los países de reducción de emisiones que están suscritos bajo el Acuerdo de París no alcanzan para 1,5°, llegan como al 2 y pico grados. ¿Pero qué triste, esto es desesperanza? No, hay que adaptarse al cambio climático. Nosotros inauguramos prácticamente el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático que lanzó la administración anterior. Es un buen plan con buenas acciones que tenemos que implementar. Estoy muy preocupado de que tenemos que tener un plan de adaptación rápido al cambio climático, concentrarnos más en medidas no solo de largo plazo.
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¿Es la adaptación al cambio climático el principal reto ambiental de Costa Rica en este momento?
—Absolutamente.
Y de todos los países posiblemente…
—Sí, de todos los países, pero figúrese usted que Costa Rica está en la región centroamericana que es la segunda región más vulnerable al cambio climático. Hay unas pequeñas islas que son más vulnerables, pues no tienen para dónde escaparse. ¿Por qué lo estamos enfrentando en Costa Rica relativamente bien? Aunque la semana pasada ya tuvimos muertos trágicamente en eventos extremos del clima y amenazas a la vida en Desamparados y otros lugares, Costa Rica tiene una muy buena Comisión Nacional de Emergencias (CNE). Es una plataforma de lujo mundialmente en cómo atender emergencias. Tenemos muy buena definición ya de cómo hacer infraestructura mejor. Ahora cuando la CNE reconstruye después de una tragedia, bajo un decreto de emergencia nacional, lo hace con parámetros de resiliencia climática, pero tal vez no tenemos acciones todavía para blindar la infraestructura existente.
Usted menciona el accidente en Cambronero y las inundaciones en Aserrí y Desamparados como efectos del cambio climático, ¿pero pudieron haberse evitado?
—No, no se pudieron haber evitado. El de Cambronero creo que era imposible de evitar, es un derrumbe. Y en Aserrí tal vez la amenaza que hubo se pudo haber evitado. Sí, tal vez, con mayor planificación urbana y con mayor seguimiento a esa planificación.
Entonces hay cosas que son imprevisibles…
—Hay cosas imprevisibles y otras que son de seguimiento. Yo puedo tener la planificación de que aquí no se puede construir porque es una zona peligrosa y si dejo construir y la gente construye y es un gran costo social mover a la gente; entonces se va quedando eso y después es una emergencia. Pero podemos gestionar mejor y estamos aprendiendo. La adaptación al cambio climático es lo mismo que adaptarme bien a cómo me pega un evento extremo del clima: si puedo tener medidas precautorias, si puedo tener blindajes en la infraestructura y tener early warning... Creo que hay un intermedio entre el largo plazo, el inmediato plazo que es la emergencia, y el medio donde podríamos llamar una adaptación al cambio climático, de acciones para el próximo año, para el año que viene, para los posibles eventos extremos que puedan venir y también para lidiar con la agricultura.
El Programa de Pago por Servicios Ambientales (PPSA) está recibiendo cada año menos recursos del Estado. Desde el 2017, el presupuesto para este programa se viene reduciendo. ¿Cuál es el futuro del programa en estas condiciones?
—Sí, fueron dos años muy duros el 2021 y 2022 en el presupuesto. Nosotros aprobamos para el año entrante un presupuesto mucho mayor, tal vez el más grande que se ha dado en la historia, en parte con cargo al Presupuesto Nacional y en parte por pago por resultados. El Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo) logró colocar reducción de emisiones que tenía del 2018 al 2021 con el Banco Mundial y con el Fondo Verde del Clima. Bajo los programas que se denominan Redd+ nos pagaron porque efectivamente habíamos reducido la deforestación a cero y porque nuestros bosques han crecido y aumentado en captura de carbono.
¿Eso es parte del mercado de carbono que se está construyendo a nivel mundial?
—Son los programas Redd+. Esos programas son complejos porque usted no puede vender ni una tonelada si no estudia todo el país, o sea, no se vale decir ‘yo reforesté y produje una toneladas’. Sí, usted reforestó, pero pasó su vaquita aquí, deforestó aquí, entonces se fue una por otra. Estos organismos internacionales insisten en que si usted va a vender reducción de emisiones creíbles en el tema forestal se tiene que analizar todo el país. Sí, hay un mercado de carbono que todavía está por reglamentarse a nivel internacional. Eso ha cambiado un poco, yo creo que no va a ser tan grande. Hay algunas compañías que se meten, otras que salen, y Costa Rica tiene mucho que ofrecer en ese sentido porque ha sido exitoso este PPSA. En un lapso de ocho años, Costa Rica, con los dos programas de Fondo Verde y el Banco Mundial, podría acceder como a $116 millones.
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¿Entonces usted ve oportunidades para Costa Rica en ese mercado de carbono que se está estructurando?
—Sí veo, de muchas maneras. Pero Costa Rica todavía emite gases de efecto invernadero por dos fuentes. Decimos que somos 100% renovables, no, yo he estado saliendo a la prensa a decir que no lo somos. Somos 100% renovables en nuestra energía eléctrica. Al consumo hay que sumarle todos los combustibles fósiles por medio de los cuales nos transportamos y algunas industrias usan hornos y calderas. Visto así, Costa Rica tiene un 65% de su energía en fuentes fósiles y eso causa emisiones.
¿Entonces cómo está ese gran balance? A mí me gusta verlo en dos bloques. Uno es lo terrestre; los bosques capturan y la agricultura emite y entre los dos empatan. Costa Rica es el exportador agrícola número uno per cápita en América Latina. Que esa agricultura tan productiva se dé a la par de un país que no deforesta es bastante único y admirable. Esos bosques capturan tanto carbono como nuestra agricultura emite. Podría vender si hiciera más forestal o si la agricultura empezara a bajar.
El otro bloque son los hogares, la industria y el transporte, lo más urbano. Ahí estamos bien en lo que es consumo eléctrico, todo eso es renovable, usted no emite nada. Pero usted se monta en un carro o un bus y ya está emitiendo. Estamos muy preocupados en el Minae de cómo electrificar la energía que aún no es eléctrica. Mientras no hagamos eso no nos va a sobrar mucho carbono para vender. Aquí viene mucha industria atraída por la matriz eléctrica y eso es genial porque se vienen industrias prestigiosas y pueden decir que producen con cero emisiones porque están pegados a la red eléctrica. ¿Cuál es el futuro? Más producción renovable. La buena noticia es que Costa Rica puede multiplicar por tres su matriz energética renovable y todavía ser 100% emisiones libres y empezar a electrificar el transporte como lo estamos haciendo con los autos.
Usted habla de electrificar. Muchos países ya le han puesto fecha final a los vehículos de combustión. ¿Tienen previsto hacer algo así en Costa Rica?
—Lo hemos discutido, pero no tenemos previsto una fecha todavía. Pero esa va a ser una buena ruta. Ya la tecnología se está viendo, ya está probada. Ha habido muy buena respuesta a la reducción de impuestos a los vehículos eléctricos a pesar de que se puede hacer más y estamos viendo si realmente la reducción de impuestos le está llegando toda al público. Hay mucha gente comprando carro eléctrico, son caros porque son nuevos. En Costa Rica todos los carros son caros porque tienen un impuesto como del 70%. A los eléctricos se les quitó ese impuesto, entonces son relativamente más baratos de lo que costarían si no se les hubiera quitado el impuesto.
Ustedes estiman sumar entre 300 y 500 buses eléctricos. ¿Cómo lo harán?
—Hay conversaciones con el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), con Hacienda, con las compañías distribuidoras de electricidad que están interesadas, la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep)… Hay que crear todo el ecosistema para eso. Es complejo. Está desde el autobusero que tiene concesiones hasta el que importa estos buses. Estamos viendo todos los ángulos y no le puedo dar todos los detalles. Pero la meta es para el 2023 mover la aguja y empezar a ver transporte eléctrico en los viajes más interurbanos.
Está presentado en la Asamblea Legislativa un proyecto de ley que plantea la reorganización del Minae. De aprobarse, ¿qué efectos va a tener en el funcionamiento del Minae? ¿Qué va a cambiar?
—Usted va a ver una reducción significativa en los tiempos que tarda la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena) en dar permisos, los servicios van a aumentar. Va a haber una mejoría en los parques nacionales, una mejor gestión del Minae en sus diferentes expresiones, mejoría de servicios, de inspección y de control. Porque hoy son islas, tenemos ocho islas y una junta directiva con más de 18 personas decidiendo, con decisiones vinculantes a nivel de comités regionales… Así no se puede administrar una cosa tan compleja como la legislación ambiental. Tanto Setena como el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) van a seguir siendo órganos de desconcentración pero de máxima a mínima.
¿Qué significa esto para Setena?
—Significa que tienen independencia técnica, que en lo técnico no hay intromisión del jerarca. Y tienen trámites financieros independientes, pueden ejecutar su propio presupuesto. Estamos proponiendo un fideicomiso, uno solo para todas las áreas silvestres protegidas y los parques nacionales. Hoy tenemos un fideicomiso casi que por parque. El banco le cobra más a uno por administrar un fideicomiso pequeño que administrar un solo fideicomiso para todas las áreas protegidas. Queremos tener más solidaridad entre parques, que lo que se recoge en un parque que es muy visitado pueda repartirse también en un parque que es menos visitado. Queremos que sea la misma calidad de servicio en todos los parques nacionales.
¿Cuáles son los parques nacionales que necesitan más inversiones hoy día?
—Yo diría que, si lo saco por necesidad de inversión y visitación, sin duda Manuel Antonio. El parque mismo es un órgano de desconcentración máxima hoy día.
La buena noticia es que Costa Rica puede multiplicar por tres su matriz energética renovable y todavía ser 100% emisiones libres y empezar a electrificar el transporte como lo estamos haciendo con los autos”.
En un lapso de ocho años, Costa Rica, con los dos programas de Fondo Verde y el Banco Mundial, podría acceder como a $116 millones”.