La cumbre del G77+China concluyó el sábado 16 de setiembre en La Habana con un llamado a la “unidad” para tener peso frente a los países ricos, y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva pidió reforzar las “reivindicaciones” en las áreas de tecnología digital y transición energética.
“La gobernanza mundial sigue siendo asimétrica. Naciones Unidas, el sistema de Bretton Woods y la Organización Mundial del Comercio (OMC) están perdiendo credibilidad. No podemos dividirnos”, declaró el presidente brasileño al participar en la cumbre de dos días.
Para Lula da Silva, las "dos grandes transformaciones en curso" son la "revolución digital" y la "transición energética".
Estas áreas "no pueden ser modeladas por un puñado de economías ricas, reeditando la relación de dependencia entre el centro y la periferia", remarcó.
"La emergencia climática nos impone nuevos imperativos, pero la transición justa nos brinda oportunidades", dijo el jefe del Estado brasileño.
“Profunda preocupación”
Al iniciar el cónclave el viernes, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, cuyo país ostenta la presidencia rotativa del grupo desde enero, pidió un "cambio en las reglas del juego económico internacional", que calificó de "hostiles al progreso" de los países del Sur.
El G77+China, integrado por un centenar de países de Asia, África y América Latina que representan el 80% de la población mundial, fue creado en 1964 por 77 países, pero después se amplió a 134 naciones. China participa como actor externo.
Representantes de un centenar de naciones participaron en esta cumbre extraordinaria, cuyo tema fue el "papel de la ciencia, la tecnología y la innovación" en el desarrollo.
Una treintena de jefes de Estado y de gobierno participaron en el debate, entre ellos el presidente de Argentina, Alberto Fernández, el de Colombia, Gustavo Petro; el de Angola, João Lourenço; de Ruanda, Paul Kagame; el emir de Catar, Tamim bin Hamad al-Thani, y el presidente palestino, Mahmud Abbas.
Estuvo presente el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien definió al G77 como "la voz del Sur Global".
Varios oradores se refirieron a las desigualdades mundiales puestas de manifiesto por la pandemia de covid-19 y a la necesidad de reducir la deuda de los países más pobres para financiar la transición climática.
En su declaración final, los miembros del G77+China reafirmaron su "compromiso de reforzar la unidad" del grupo para "consolidar su papel en la escena internacional".
El texto expresa su "profunda preocupación" ante "los principales desafíos generados por el actual orden económico internacional injusto para los países en desarrollo" que "han alcanzado su expresión más aguda".
Menciona obstáculos al desarrollo como "la presión sobre los alimentos, la energía, el desplazamiento de personas, la volatilidad de los mercados, la inflación, el ajuste monetario, la creciente carga de la deuda externa" y el aumento de la pobreza.
Todos esto, "sin que hasta ahora haya una hoja de ruta clara para hacer frente a estos problemas mundiales", agrega la declaración, que subraya la "urgente necesidad de una reforma integral de la arquitectura financiera internacional", con un enfoque más inclusivo con "la representación de los países en desarrollo en los órganos mundiales de toma de decisiones".
Los miembros del G77+China, que se reunirán en una cumbre en enero de 2024 en Uganda - próxima presidencia pro tempore -, adoptaron otra declaración para que México regrese al grupo, informó el director de Asuntos Multilaterales de la cancillería cubana, Rodolfo Benítez.
México, que abandonó el grupo en la década de l990, expresó el sábado en voz de su canciller, Alicia Bárcena, su deseo de reintegrarse.