Giselle Cruz llegó a la silla de ministra de Educación hace apenas dos meses; sin embargo, el Ministerio de Educación (MEP) ha sido su casa desde hace más de 25 años, cuando empezó como maestra de primaria.
Después de una llegada convulsa, la jerarca ha tenido que enfrentar el cierre de una huelga estudiantil y el nacimiento de otra sindical, así como acallar críticas de baños neutros, drones y pruebas que terminaron con la renuncia de su predecesor. En el horizonte se le muestran dos retos titánicos: mejorar la criticada calidad de la educación nacional y sustituir la evaluación docente por un mecanismo realista.
EF conversó con la ministra sobre estos desafíos y cómo pretende llevarlos a la realidad.
— En educación primaria, el 93,4% de los alumnos va a escuelas donde no se imparte el currículo completo y donde la calidad de la enseñanza “dista mucho de los parámetros exigidos”. ¿Cómo se justifica la inversión que hace el país en educación?
— Nuestra aspiración es que los estudiantes vayan a los centros educativos y se les pueda impartir todas las asignaturas. Para poder tener una escuela con currículo completo, hay que aumentar la jornada en algunas escuelas.
Tenemos una oportunidad muy importante por la situación del bono demográfico. Al cambiar la pirámide generacional es la ventana de oportunidad para poder, como país, avanzar en la calidad de la educación.
— ¿Por qué la educación que se imparte se aleja tanto de los parámetros de la institución?
— Cuando el Estado de la Educación hace esta referencia, es porque el MEP viene haciendo un esfuerzo por cambiar los programas de estudio, que son programas de un enfoque por habilidades. Lo que no habíamos hecho es llevarlos al aula y en eso hemos hecho un gran esfuerzo en esta administración.
— La Contraloría General de la República (CGR) dijo que el Estado debería repensar el 8% del PIB destinado a educación. ¿Se debe pensar en menos escuelas?
— Es un error grave pensar que por nacer menos niños hay que invertir menos en educación. Es grave, sobre todo señalando ese informe de la Contraloría, porque, si hacemos los cálculos de lo que invertimos por estudiante en contraste con lo que se invierte en países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), nosotros invertimos alrededor de $3.400, mientras que ellos invierten $8.300. La diferencia es grande.
No podemos hacer cálculos de este tipo (como el informe de la CGR) porque no están sustentados con evidencia científica. No podemos hacer matemática de 2x3 = 6. Eso no se hace así. La discusión que tiene que dar el país es cómo mejorar la calidad de la educación.
— Pero cada vez hay menos estudiantes por el cambio en el bono demográfico...
— Es un indicador que debe tomarse para invertir en infraestructura: determinar cuántos niños por aula y en maestros. Es una oportunidad de oro para hablar de enseñanza bilingüe, razonamiento lógico o interpretación de lectura. Hay que hacer inversiones importantes en temas de calidad y la inversión debe ser acorde con lo que estamos demandando como país.
— Del 2011 al 2018 han cerrado 68 centros educativos, mientras que un 65% de las escuelas experimentó descensos en la matrícula. ¿El camino es concentrar estudiantes en escuelas grandes y cerrar las pequeñas?
— No. No hablemos de cerrar centros educativos porque se van a huelga mañana; eso no. Lo que estamos haciendo es una propuesta para replantear la forma en la que estamos dando los servicios educativos.
Si, por ejemplo, hay cinco escuelas que convergen en un perímetro de pocos kilómetros, dependiendo del área geográfica, se debe replantear el modelo educativo a partir de los indicadores del bono demográfico. Podemos tomar la iniciativa para mejorar la calidad de la educación.
— El mismo estudio dice que hay un problema grave en la formación de los docentes, porque no aprenden el programa que deberán impartir en el MEP...
— Nosotros capacitamos en las innovaciones (del programa); acá el asunto está en cómo se forman como profesionales. Las universidades tienen que hacer lo propio, y, el MEP, detallar más el perfil profesional que requiere. Esos son los cambios que hemos venido haciendo. Por ejemplo, en preescolar, el cambio que hicimos dice que requerimos una profesional que sea licenciada en preescolar y que tenga dominio del inglés.
— Y ahí se sigue quedando por fuera que la persona sepa qué es lo que tiene que ir a enseñar.
— Sí, sí. Entiendo, pero las universidades tienen que hacer los ajustes necesarios en sus planes de formación y el ministerio también tiene que hacerlos en el plan de contratación. Lo ideal sería que la maestra que contratemos sea formada de acuerdo a las necesidades del MEP.
Si no hacemos cambios y seguimos recibiendo docentes conforme salen de las universidades, tenemos la problemática que hemos tenido por años, que es que nos corresponde formar a esas docentes en las demandas que tiene el MEP.
— ¿Por qué se permite contratar profesionales con un “perfil muy desconectado a las necesidades del programa del MEP”?
— Nosotros dependemos del Servicio Civil.
— Los datos señalan que solo un 32% de los docentes de primaria se sienten preparados. ¿Tiene el MEP docentes que no cumplen con la calidad necesaria para enseñar?
Pasa por la actitud como profesional y es un tema amplio: estamos hablando de más de 70.000 docentes. Lo que estamos haciendo es ver qué necesidades tienen los docentes de capacitación para atenderlas. Veníamos haciendo procesos muy homogéneos, la misma capacitación para todos, pero no puede ser así; hay que trabajar con los que requieren mayor apoyo.
— ¿Entonces hay docentes que no cumplen con la calidad necesaria?
— Yo no puedo hablar de calidad necesaria. Puedo hablar de docentes que necesitan más apoyo que otros en ciertas áreas. Puede ser que una maestra necesite más apoyo en lectoescritura y sea muy buena en matemáticas.
— ¿Cuándo se van a mejorar los perfiles de selección?
— Ya estamos trabajando en eso. Desde que empezamos esta administración, yo, como viceministra académica, trabajamos en acompañamiento docente. Pasamos por las 27 regiones educativas, atendiendo grupos de directores y docentes en un proceso de capacitación, enseñando cómo hacer un planeamiento didáctico, por ejemplo, por habilidades.
— ¿Es el momento de hablar de evaluación docente?
— Yo soy experta en evaluación y toda evaluación tiene como fin la mejora de un proceso. Entonces, lo veo en dos momentos: primero, en el acompañamiento para mejorar, que tiene que ver con la definición de los procesos de capacitación pertinentes y obtener resultados para mejorar los procesos de aprendizaje; por eso están las pruebas FARO.
La otra parte es la evaluación del desempeño docente ligada al incentivo de la anualidad y ya está estipulado en la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas (9635). Con esa ley nosotros estamos trabajando en los mecanismos de evaluación. Ya nosotros hacíamos evaluación del desempeño docente, pero hay que afinar.
— En esa evaluación, más del 98% de los maestros son calificados como “muy buenos” o “excelentes”.
— Exacto. Lo que hay que hacer ahí es mejorar los instrumentos para poder tener resultados adecuados.
— ¿Realmente el 98% de los docentes del país son muy buenos o excelentes?
— Por eso te digo: la aplicación del instrumento es lo que no está adecuado y en eso estamos trabajando. Son más de 12 instrumentos que ya están listos para tener una evaluación docente más apegada a la realidad.
— ¿Cuándo se van a implementar?
— Para el año entrante. Además, hoy todo eso es en papel y hay que pasarlo a digital.
— El 74% de los docentes de primaria dice que la lectura es una práctica obligatoria, poco relacionada con el gusto y el placer. ¿Qué significa para usted ese porcentaje?
— En este tema de la lectura sí hay que hacer esfuerzos importantes porque, si hay un área necesaria de fortalecer, es la enseñanza de la lectoescritura, porque a partir de una buena enseñanza de esto los estudiantes salen aventajados en comprensión lectora y esto lo que permite es salir bien en cualquier asignatura; por eso hay que hacer un trabajo fuerte con nuestros docentes.