El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) se propone aumentar la capacidad instalada de Costa Rica de energía solar y energía eólica para las próximas décadas. Así lo plantea la entidad en la última versión del Plan de Expansión de la Generación (PEG), publicado el 29 de marzo.
El PEG es un documento que se actualiza cada dos años y es la guía para la planificación de la producción de energía a mediano y largo plazo.
Estas dos fuentes renovables de energía serán la respuesta ante las necesidades de nueva capacidad en el sistema nacional en el corto plazo. “Por el poco tiempo disponible serán atendidas únicamente con proyectos eólicos y solares nuevos de rápida implementación”, indica el documento.
Según las proyecciones, la capacidad acumulada de energía eólica y solar crecerá en los próximos años y llegará a su pico en el periodo 2033-2035, cuando el país contará con 650 megavatios (MW) provenientes de estos recursos.
Ambas fuentes poseen una ventaja: su bajo costo; sin embargo, presentan un inconveniente común: su variabilidad, pues dependen de factores climatológicos, como la presencia de viento y de sol.
Por esa razón, al incorporar en mayor proporción estas dos tecnologías, el ICE considera que deben contemplarse otras formas de generación capaces de regular esta variabilidad para mantener la confianza del sistema. El potencial de energía es mayor en las fuentes hidráulica, geotérmica y térmica.
Para 2024, el ICE plantea abrir un proyecto solar con una capacidad que oscila entre los 20 y 50 MW. Un año después, visualiza la apertura de un proyecto eólico con la misma capacidad.
La inversión por kilovatio (kW) es de $1.200 y $1.874, respectivamente; cifras que representan menos de la mitad de otras inversiones hidroeléctricas o geotérmicas, con montos que superan los $4.500. No obstante, en el Plan no se dan detalles de la ubicación u otras características de estos proyectos futuros.
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Estas inversiones no necesariamente vendrán del ICE, sino que también la capacidad podría ser suplida por generación privada.
Según dijo la entidad en un comunicado, este mes se abrirá el concurso para la compra de un bloque superior a 100 megavatios de energía solar (entre 2024 y 2025), y en los próximos días se presentará el bloque de energía eólica, de 40 megavatios para 2025.
También estará abierta la puerta para analizar proyectos que aprovechen los desechos sólidos municipales.
Ek costo de la producción de energía solar viene a la baja en los últimos años. Este sector solar ha pasado de depender de subsidios, principalmente en Europa, a competir con otras fuentes de energía, en parte debido a la entrada de China en el mercado.
En el caso de Costa Rica, si bien el país cuenta con una matriz eléctrica mayoritariamente renovable, la energía solar es la que menos aporta.
Mirada al mar
A finales de febrero, el ICE informó que trabajará junto con la empresa consultora Offshore Wind Consultants (OWC) en un estudio que se hará de enero a noviembre de este año para evaluar el potencial de la energía eólica marina en Costa Rica, específicamente en el Pacífico Norte.
La energía eólica marina es una fuente de energía limpia y renovable que se obtiene al aprovechar la fuerza del viento que se produce en altamar. La principal diferencia con la terrestre es que, al desarrollarse en espacio abierto, no hay edificios u obstáculos que modifiquen el viento, lo que genera menos turbulencia y aumenta el potencial eólico en zonas marinas.
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No obstante, aún no hay un plan concreto para la construcción de un parque eólico marino en el país.
Esta tecnología ya está avanzada en otros países. El mayor parque de este tipo del mundo es Walney, en Reino Unido, con una capacidad instalada de 659 megavatios (MV). El siguiente es London Array, en el mismo país, y Gemini Wind Farm, en Países Bajos. De los 10 parques más grandes, seis están en Reino Unido.
Reajustes en el corto plazo
Para suplir la demanda futura y aumentar la capacidad energética del país, las posibilidades van más allá de la energía solar y eólica.
El ICE contempla cinco nuevos proyectos geotérmicos y cinco hidroeléctricos que estarán disponibles entre 2027 y 2034. Entre estos están la planta hidroeléctrica Fourth Cliff y el proyecto geotérmico Borinquen II.
Otras plantas se renovarán mediante un plan de modernización de hidroeléctricas y geotérmicas entre las que están Cachí, Arenal, Dengo, así como Miravalles I y II.
También hay cambios en la relación con los generadores privados y se establecen tres pasos en este tema. El Instituto quiere agregar en 2024 el 100% de las plantas que están ociosas, bajo contratos de dos años.
Para 2025, propone recontratar la compra de energía por un año a las dos centrales cuyos contratos vencen ese año.
A partir de 2026, las decisiones de desarrollo y contratación de plantas dependerán de la evolución de la demanda durante el 2023 y 2024.
“Al finalizar cada contrato de compra a generadores privados, la eventual recontratación dependerá de si su capacidad instalada es necesaria para cumplir los criterios de confiabilidad del sistema”, se lee en el PEG.
Además, se introduce la consideración de baterías como parte integral del sistema de generación. Una batería es un arreglo mediante el cual es posible almacenar energía tomada de la red eléctrica para restituirse en un momento futuro.