Encontrar el valor agregado de los productos ha sido el punto clave de muchos exportadores que no se quedan con una única versión de su materia prima, sino que la transforman en subproductos y derivados que les brinda una demanda adicional.
Entre enero y noviembre del periodo 2021-2022, las exportaciones de la industria alimentaria tuvieron la segunda mayor variación positiva, con 21%, por detrás de la industria químico-farmacéutica, que obtuvo un 26%, según datos de la Promotora del Comercio Exterior (Procomer). Mientras tanto, el sector agrícola tuvo apenas un 1% de variación positiva en el mismo lapso.
“El crecimiento tan bajo en el sector agrícola se dio por un aumento en los costos de los insumos, pero también mucho producto agro se está pasando a darle más valor agregado para tener mayor ganancia. Entonces muchos pasan a la industria alimentaria cuando ya el producto es procesado, congelado, jugos enlatados, entre otros”, explicó Siany Villalobos, presidenta de la Cámara de Exportadores (Cadexco).
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Si nos enfocamos únicamente en el 2022 con datos de Cadexco, se evidencia que el crecimiento acumulado de las exportaciones agro de enero a octubre fue de 0,2%.
Es inevitable hacer una comparación interanual para descubrir el aumento o disminución de los envíos de bienes al exterior. Bajo ese método también se descubre que la variación neta del 2021 al 2022 en el sector agro fue de $20 millones, mientras que en la industria alimentaria fue de $278 millones.
Todos los datos, tanto de exportaciones como de importaciones, tienen un vacío de tres meses por el hackeo de Conti a la bases del Ministerio de Hacienda entre abril y junio del 2022. Para que las variaciones y comparaciones sean congruentes, se omitió la información de dicho periodo en el 2021.
Hacia el producto terminado
El monto de la variación neta de las exportaciones alimentarias ($278 millones) ocupa el segundo puesto de la tabla solo por debajo del ya sobresaliente equipo médico y de precisión, que encabeza la lista con $558 millones. El agro, con $20 millones, se encuentra en la antepenúltima casilla por encima de metalmecánica y pecuario, pero no es superior al caucho.
“Las exportaciones de banano y piña decrecieron producto de dos cosas: una es por fenómenos climatológicos porque este año tuvimos más lluvia de lo normal e hizo que la productividad por hectárea bajara; la segunda es que efectivamente se da el traslado de producto fresco a producto con mayor valor agregado, es decir, estamos exportando más jugos concentrados, por ejemplo”, detalló Pedro Beirute, gerente general de Procomer.
‘Sacarle el jugo’ a las frutas es una opción viable para muchas empresas exportadoras y así se refleja en los números. Del 2021 al 2022, los jugos y concentrados de frutas tuvieron una variación de 35% y $47 millones; por otra parte, en el sector agro, la variación de la piña y el banano fue de -2% y -3%, respectivamente.
Para exportar producto fresco, el mismo debe cumplir con parámetros de imagen que en ocasiones no se pueden seguir porque la fruta, por ejemplo, está golpeada o salió más pequeña de lo usual. Cuando esto pasa se procede a utilizar esa materia prima para hacer subproductos como versiones deshidratadas, jugos, mermeladas, entre otros.
Grupo VISA S.A se dedica a la exportación de fruta y tubérculos, y desde el 2018 han incursionado en la piña congelada, deshidratada y en jugo. Eso sí, la versión fresca sigue siendo parte de sus productos principales.
Diversificar las operaciones, tener mayor control de la materia prima e ingresar en más mercados fueron las razones que movió al grupo hacia productos procesados.
“En la junta directiva de la empresa ha existido el anhelo de diversificar sus operaciones, crecer e incursionar en otras actividades productivas que pudieran crear valor a la compañía, generar más empleos, y poder así llegar a más, y distintos mercados de los que podemos alcanzar con los productos frescos”, informó a EF la compañía.
De acuerdo con Adriana Mejías, encargada de mercadeo de Grupo VISA, desarrollan productos procesados pero no finalizados. Un ejemplo de esto es que “la piña deshidratada se vende retail, pero el resto de los productos procesados no se venden al consumidor final, sino que se venden para otros tipos de procesos como el jugo de piña, que son bases para cocteles. (Nosotros) ofrecemos una opción para quienes sí venden el producto finalizado en el comercio”, dijo.
De hecho, la piña nacional, ya sea fresca o en jugo concentrado, el es producto tico número uno en exportaciones a nivel mundial (seguido de muy cerca por Filipinas y Brasil). En esos productos en específico Costa Rica lleva la delantera.
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La piña deshidratada costarricense es la número uno en su categoría en Israel. En este caso, los exportadores se dividen entre quienes producen piña fresca y aprovechan la fruta que no se puede comercializar por su apariencia y la convierten en subproductos; otros se dedican únicamente a la deshidratación.
El balance entre ambos sectores
Si bien a nivel comparativo —2021-2022— el sector agrícola no experimentó un gran crecimiento en relación con otras industrias, el monto total registrado para el año el 2022 se mantiene en la segunda posición como ha sido lo habitual.
El 2022, el monto significó para las exportaciones agrícolas un total de $1.992 millones. De cerca le sigue la industria alimentaria con $1.608 millones.
La idea de los exportadores es generar desde ambos sectores para dinamizar sus producciones e ingresar a más mercados desde nuevas propuestas que se compartan el protagonismo junto con sus versiones clásicas.
“Actualmente nosotros ya contamos con nuestra propia planta de procesamiento para deshidratado y estamos en construcción de la planta de congelados, porque nos va a permitir tener una mayor independencia y ahorrarnos todos los costos de una subcontratación. Creo que esta es la muestra más clara de que sí hay un negocio”, concluyó Mejías.
Desde el punto de vista de Beirute, tener diversidad de oferta exportable hace al país menos vulnerable, ya que no hay una dependencia exclusiva de unos cuantos productos y pocos mercados.