Hace cuatro años inició el confinamiento en la gran mayoría de países y empezó la escalada de contagios y fallecimientos por la covid-19.
Unos 14,9 millones de personas murieron en el mundo a causa de la pandemia entre el 1.º de enero de 2020 y el 31 de diciembre de 2021, según la última actualización de la Organización Mundial de la Salud (OMS), perteneciente a las Naciones Unidas.
No fue la única consecuencia. Un artículo publicado por la revista Scientific American el pasado 13 de marzo señala que la covid-19 dejó huellas en el cerebro, caídas significativas en las puntuaciones del coeficiente intelectual (IQ, por sus siglas inglés) y hasta el equivalente a siete años de envejecimiento cerebral.
La publicación es suscrita por Ziyad Al-Aly, jefe de investigación y desarrollo del Sistema de Atención Médica de Saint Louis, en Estados Unidos. Además, él es epidemiólogo clínico de la Universidad de Washington en esa ciudad y fue testigo experto sobre la covid-19 prolongada ante el Senado de los EE. UU.
El especialista indica que, desde los primeros días de la pandemia, la confusión mental surgió como una situación de salud importante que muchas personas empezaron a experimentar después de haber sufrido covid-19.
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Los estudios de autopsia de personas que padecían “covid-19 grave” y murieron meses después por otras causas mostraron que el virus todavía estaba presente en el tejido cerebral, proporcionando evidencia de que el virus también ingresa al cerebro de algunas personas.
“La ‘niebla mental’ es un término coloquial que describe un estado de lentitud mental o falta de claridad y confusión que dificulta concentrarse, recordar cosas y pensar con claridad”, escribe Al-Aly. “Cuatro años después, ahora hay abundante evidencia de que estar infectado con SARS-CoV-2 (el virus que causa la covid-19) puede afectar la salud del cerebro de muchas maneras”.
Además, en Costa Rica una investigación halló que localmente se alteró el patrón de enfermedades y causas de fallecimientos. Al mismo tiempo, otras causas de fallecimientos como las cardiopatías, diabetes y otras enfermedades crónicas fueron exacerbadas por las secuelas de la pandemia.
Pero otras causas de muerte que normalmente destacan por su letalidad —enfermedades respiratorias diferentes al SARS-Cov-2, males gastrointestinales, patologías infecciosas y, en la primera etapa, los accidentes de tránsito— se vieron reducidas durante la crisis sanitaria.
El estudio fue realizado por un equipo multidisciplinario del Centro Centroamericano de Población, de la Facultad de Odontología de la Universidad de Costa Rica y la Agencia Costarricense de Investigaciones Biomédicas de la Fundación Inciensa.
La investigación calculó 7.400 muertes por covid-19 en el país, aunque el Ministerio de Salud reportó 7.600 fallecimientos por el virus.
Marca “indeleble”
El artículo de Ziyad Al-Aly, en Scientific American, señala que la covid-19 provocaría una marca indeleble en el cerebro: confusión mental, dolores de cabeza, trastornos convulsivos, accidentes cerebrovasculares, problemas para dormir, hormigueo y parálisis de los nervios y otros trastornos de salud mental.
Los nuevos estudios publicados en el New England Journal of Medicine, dice el autor, arrojan más luz sobre el profundo costo del virus en la salud cognitiva, más allá de los problemas de ansiedad que se reportaron entonces. Entre ellos se encuentran:
—Mayor riesgo de sufrir déficits cognitivos como problemas de memoria, relacionados con una reducción del volumen cerebral y una estructura cerebral alterada después de la infección.
—Envejecimiento cerebral: inflamación prolongada significativa del cerebro y cambios proporcionales a siete años de envejecimiento cerebral, que se triplican con la “covid-19 grave”.
—Alteración de las funciones cerebrales: la infección por SARS-CoV-2 desencadena la fusión de células cerebrales, lo que afecta la actividad eléctrica del cerebro y compromete la función.
—Confusión mental: la covid-19 altera la barrera hematoencefálica, el escudo que protege el sistema nervioso (el centro de control y mando de nuestro cuerpo), haciéndolo “permeable” y con fugas que se experimentan como confusión mental.
—Demencia: un análisis preliminar que reunió datos de 11 estudios (que abarcaron a casi un millón de personas con covid-19 y más de 6 millones de personas no infectadas) mostró el aumento en el riesgo de desarrollar demencia de nueva aparición en personas mayores de 60 años. “Las autopsias han revelado daños devastadores en el cerebro de personas que murieron con covid-19″, indicó Ziyad Al-Aly.
—Déficits de memoria: un nuevo estudio publicado en el New England Journal of Medicine (que evaluó capacidades cognitivas como la memoria, la planificación y el razonamiento espacial en casi 113.000 personas que habían tenido covid-19) encontró déficits significativos en la memoria y el desempeño de tareas ejecutivas.
Al-Aly citó otro estudio —entre más de 100.000 noruegos y realizado entre marzo de 2020 y abril de 2023— que documentó una peor función de la memoria en varios momentos hasta 36 meses después de una prueba positiva de SARS-CoV-2.
Agregó que la Encuesta de Población Actual de EE. UU. mostró que —después del inicio de la pandemia— un millón adicional de estadounidenses en edad de trabajar informaron tener “graves dificultades” para recordar, concentrarse o tomar decisiones que en cualquier otro momento de los 15 años anteriores. Al-Aly dijo que lo más desconcertante es que esta situación ocurriría en adultos de entre 18 y 44 años.
Los datos de la Unión Europea muestran una tendencia similar: en 2022, el 15% de las personas informaron problemas de memoria y concentración.
—Pérdida de coeficiente intelectual: el mismo estudio halló un deterioro cognitivo equivalente a una pérdida de tres puntos del coeficiente intelectual en las personas que habían tenido covid-19, que subió a seis puntos en personas con síntomas persistentes no resueltos (dificultad para respirar persistente o fatiga) y a nueve puntos entre quienes ingresaron a la unidad de cuidados intensivos.
“Para poner en perspectiva el hallazgo, calculo que un descenso de tres puntos en el coeficiente intelectual aumentaría el número de adultos estadounidenses con un coeficiente intelectual inferior a 70 de 4,7 millones a 7,5 millones (un aumento de 2,8). Son millones de adultos con un nivel de deterioro cognitivo que requiere un apoyo social significativo”, advierte el especialista.