Sin duda, la neutralidad de la Red despierta pasiones. Aunque el origen del concepto se remonta a 1860, cuando la normativa que regulaba las comunicaciones entre los estados del Atlántico y del Pacífico de los Estados Unidos de América exigía que los mensajes se transmitieran con absoluta imparcialidad observando el orden de llegada.
Lo cierto es que referida propiamente a Internet, fue hasta con los estudios de L. Lessig y T. Wu publicados en el año 2000, que se generalizaría la expresión y se atizaría la polémica.
¿Cuál es la polémica? Las redes de telecomunicaciones se enfrentan a una ola de contenidos audiovisuales que pueden colapsarlas. De transmitir solamente voz y datos han pasado a ser predominantemente audiovisuales. Todo ello requiere el envío de millones de bits de información por segundo, para lo cual son necesarios más y más megas de conexión de banda ancha. La única solución es ampliar constantemente la capacidad de las redes, pero para ello se necesita financiamiento. Por ello, los operadores de Internet han propuesto priorizar unos contenidos sobre otros y utilizar unas fórmulas tarifarias que hagan pagar más a quien más recursos de red utilice.
Por su parte, las empresas de Internet y las denominadas Over the Top o proveedoras de contenido (OTT), cuya característica esencial es que brindan sus servicios a través de Internet, pero no requieren de infraestructura o espectro y no están sujetas al marco regulatorio de los operadores, se oponen a la discriminación del tráfico y al cobro diferenciado pues, según ellos, el pago de los usuarios por el acceso ya remunera todos los costos de los operadores.
Regulaciones
Su regulación es un campo minado. En el 2005, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos formularía su Internet Policy Statement. Con base en ella la FCC sancionaría a Comcast por interferir las comunicaciones de sus asociados cuando configuraban una red propia (P2P). Sin embargo, los Tribunales declararían que la FCC no contaba con las potestades necesarias para regular las prácticas de gestión de redes.
Posteriormente, a finales del 2010, la misma FCC aprobaría unas reglas básicas denominadas Preserving the Open Internet Broadband Industry Practices. No obstante, cuando corría el año 2014 y ante recurso promovido por la empresa Verizon, la Corte de Apelación del Distrito de Columbia en Estados Unidos nuevamente declararía que la FCC no tenía competencia para regular las actividades de los operadores de redes por tratarse de servicios de información y no de un servicio básico.
Precisamente por ello, en el 2015, la FCC volvería a la carga y redefiniría “el servicio de acceso de banda ancha” como un “servicio de telecomunicaciones” y la “banda ancha móvil” como un “servicio móvil comercial”, con lo cual, quedaba facultada para regular el acceso y el servicio. Consecuentemente, también podía prohibirles a los proveedores de Internet bloquear contenidos, aplicaciones y servicios, así como también ordenarles no perjudicar ni degradar el tráfico, ni priorizar o favorecer el tráfico y los servicios de sus afiliados.
¿Qué hizo la FCC? Como el problema legal siempre ha girado en torno a si el acceso a la red es un servicio de telecomunicaciones regulado, o bien, un servicio de información desregulado, la nueva conformación de la FCC revirtió su propio criterio del 2015, para considerar ahora que el acceso a la banda ancha es del segundo tipo, con lo cual, ha quedado impedida de exigirle a los proveedores de Internet que apliquen políticas de neutralidad de la red.
¿Hay almuerzo gratis? De origen incierto, pero popularizada por Milton Friedman, la frase “no hay tal cosa como un almuerzo gratis” quiere dar a entender que, con la escasez de recursos, cualquier beneficio que se reciba siempre tiene un costo asociado, así lo paguen otros.
Es por ello que, los operadores, sabedores de que no exista tal cosa como un Internet gratis, abogan por cobrar a aquellas empresas de Internet y las OTT por el tráfico intensivo que generan y por el cual obtienen réditos importantes.
El aumento del tráfico genera la necesidad de ampliar las redes, por lo que parece justo que, si con las tarifas que pagan los usuarios no se amortizan los costos de expansión, las empresas que se ven beneficiadas directamente compensen a los operadores, pues de otra forma todos terminaremos pagando los sobrecostos.
Las redes no pueden tratarse como si fueran el pastizal de la “Tragedia de los comunes”, que bien sabemos terminó con el perecimiento de los animales que de él se alimentaban, por la sobreexplotación del recurso.