Q, un misterioso mensajero que convirtió a millones de estadounidenses a su teoría del complot y enardeció a los seguidores de Donald Trump que asaltaron el Congreso el 6 de enero pasado, está encarnado en realidad por dos personas.
Así lo aseguran expertos de la startup suiza OrphAnalytics, que desarrolló algoritmos para detectar plagios y después amplió su campo de acción para tratar de desentrañar el secreto de QAnon.
“Las conclusiones son que hay dos autores diferentes en periodos diferentes”, afirmó Claude-Alain Roten, fundador de OrphAnalytics, que trabaja también para autentificar testamentos, detectar plagios o contribuir a investigaciones policiales.
El movimiento complotista nació en octubre de 2017 con el foro en línea 4Chan —y después 8Kun— y se alimentó de mensajes denominados Q-drops, que aseguraban sin fundamento que Donald Trump libraba una guerra secreta contra una banda de demócratas pederastas y adoradores de Satán.
Tratado inicialmente con desdén, QAnon se convirtió en un poderoso movimiento.
Para Roten no hay duda de que los miles de mensajes crípticos son el resultado de dos personas.
“El enfoque que utilizamos es la estilometría”, explica Roten. “Pero nos hemos centrado, es la estilometría de secuencia, de cadenas de caracteres. No tratamos de extraer las propiedades de unidades lingüísticas como palabras, giros de frases o la sintaxis. Buscamos la información sobre las características que caracterizan una cadena de caracteres”.
Se trata de explotar las estadísticas de aparición de cadenas de caracteres con el fin de determinar los autores de un texto.
El interés por QAnon viene de la preocupación del fundador de la empresa por la manipulación de la población en Estados Unidos, donde ha vivido tres veces.
Roten es biólogo de formación, pero cambió de especialidad cuando se dio cuenta de que los métodos utilizados para descifrar los códigos genéticos podrían ayudar a detectar las especificidades de estilo de escritura de una persona.
“Tengo la impresión de seguir haciendo el mismo trabajo”, aseguró.
“Convincente”
Un colega suyo de cabello gris y con una mascarilla de tela, que pide que se le llame René por seguridad, hace una demostración en la computadora que hay en la mesa del comedor.
Después de suprimir las interferencias que podrían obstaculizar la “señal” de unos 4.950 Q-drops, somete los mensajes al examen del programa informático de la compañía y en la pantalla aparecen claramente dos conjuntos distintos.
“La diferencia en la señal es bastante fuerte como para que apenas queden dudas sobre el cambio de autor”, según un informe publicado por la empresa.
Para Florian Cafiero, investigador del CNRS especialista en lingüística cuantitativa, los trabajos de los suizos sobre QAnon "parecen convincentes".
Aunque la estilometría existe desde hace tiempo, las máquinas capaces de tratar cantidades ingentes de datos la han revolucionado.
OrphAnalytics ya saltó a la fama cuando aseguró que el seudónimo de Elena Ferrante, fenómeno editorial que sacudió el mundo literario en Italia, corresponde en realidad a un autor: Domenico Starnone.
La startup, nacida en 2014, también habría dilucidado casos criminales, como la muerte del niño francés Gregory Villemin, cuyo asesinato sigue sin resolverse casi cuatro décadas después.
Claude Alain Roten ni afirma ni niega.
Florian Cafiero cree que esta nueva forma de abordar una técnica acreditada y aplicarla a los procesos judiciales puede ayudar a “evitar errores”. Pero manifiesta también su temor a que este tipo de tecnología permita desenmascarar, por ejemplo, a los informantes.
“Como con toda la tecnología hay un lado luminoso y un lado oscuro”, reconoce Roten, al tiempo que subraya las estrictas reglas éticas que aplica su compañía para evitar “que nuestro enfoque de la estilometría de secuencia se utilice para servir al lado oscuro”.