El surgimiento de nuevas tecnologías está demandando materiales que antes pasaban desapercibidos y que prometen ser el motor económico que sustituya al petróleo en el futuro.
Tres de los componentes más codiciados en la actualidad son el litio, el níquel y el cobalto. Estos son metales fundamentales para las baterías de vehículos eléctricos y otras componentes de artefactos eléctricos.
No obstante, la mayoría de las reservas se concentra en pocos países. Algunos incluso tienen grandes reservas de más de uno de ellos, y entre esos territorios hay varios latinoamericanos.
¿Dónde están?
El litio es conocido como el nuevo oro blanco e incluso se le ha denominado como el nuevo petróleo. Es un metal que presenta características favorables para las baterías de vehículos eléctricos y otros aparatos, ya que su potencial electroquímico o capacidad para perder electrones es muy alta, lo que hace a este metal ideal para la generación de voltaje.
Su uso en diferentes industrias lo hace uno de los materiales más perseguidos en este momento. La seguridad del suministro de litio se ha convertido en una máxima prioridad para las empresas de tecnología en Asia, Europa y América del Norte.
Se tienen identificados claramente cuáles países tienen las reservas más grandes y, con frecuencia, se descubren nuevos reservorios.
“El litio es quien manda el mundo del almacenaje de energía”.
— Federico Rodríguez, director Comercial de EV-One.
De acuerdo al Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), los recursos de litio identificados han aumentado sustancialmente en todo el mundo y suman alrededor de 98 millones de toneladas.
En cuanto al litio, América Latina seduce al mundo. Según datos del USGS, Bolivia tiene la mayor reserva de este metal, con 21 millones de toneladas. Le siguen Argentina y Chile. Pero también hay presencia en otros cuatro continentes, en países como China, Alemania, Chequia o Australia.
El litio necesita estar unido a otros materiales para tener más estabilidad.
“El litio es más estable cuando está unido a un óxido metálico, en este caso el cobalto y el níquel le dan una capacidad mayor de almacenamiento de energía y de estabilidad”, explicó Federico Rodríguez, director Comercial, de Investigación y Desarrollo de Conocimiento en Baterías de Litio de EV-One, empresa que ofrece servicios especializados a vehículos eléctricos.
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Es por esa razón que esos dos materiales toman relevancia. En el caso del níquel, la mirada se dirige a Asia y Oceanía. Australia e Indonesia tienen las reservas más grandes, con 21 millones de toneladas, según el Nickel Institute.
Pero también hay níquel en manos de cuatro de los cinco países del bloque BRICS: que son Brasil, Rusia, China y Sudáfrica, dejando por fuera a India.
Por último, el cobalto en tierra es más escaso. Su mayor reserva identificada está en la República Democrática del Congo, con solo 4 millones de toneladas, país que es también el principal productor. Australia, Indonesia y Cuba sobresalen también entre los principales reservorios.
Según el Cobalt Institute, se han identificado más de 120 millones de toneladas de recursos de cobalto en cortezas y nódulos polimetálicos del fondo de los océanos Atlántico, Índico y Pacífico.
Ese mismo instituto mostró un crecimiento de la demanda de cobalto del 22% en 2021 y vaticina que esta tendencia ascendente continúe, aumentando aproximadamente un 13% anual durante los próximos cinco años.
Australia y Canadá son los únicos países que aparecen con importantes reservas de los tres metales.
Hay otros componentes sobre los que poner atención. China tiene un amplio control sobre las tierras raras, altamente cotizadas actualmente. Por otra parte, China, Argentina y Chile poseen las mayores capacidades de procesamiento de cobre.
Los grandes nombres empresariales
En esta nueva economía donde estos metales reinan algunas empresas están empezando a controlar el mercado.
Las empresas que lideran la producción mundial del litio son las chinas Jiangxi Gangfeng Lithium y Tianqi Lithium (tiene acciones en SQM que opera en Chile y en México), las norteamericanas Albemarle (opera en Chile) y FMC Corporation, y la chilena Sociedad Química y Minera de Chile (SQM o Soquimich).
En el Estado Plurinacional de Bolivia, el proyecto más avanzado para producir compuestos de litio está liderado por la empresa estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). Mientras que en Argentina se encuentra en curso la ampliación de dos explotaciones que ya están operativas, a cargo de Minera del Altiplano y Sales de Jujuy.
En el caso del níquel, la mayor productora mundial de níquel refinado es la rusa Norilsk Nickel, seguida de la brasileña Vale y la suiza Glencore.
En cuanto al cobalto, la mayor empresa del sector es Glencore, que posee dos minas en la República Democrática del Congo, pero también opera en Australia, Noruega y Canadá.
China Molybdenum y Vale también están entre las grandes empresas del sector.
El ‘boom’ deseado
Estos metales tienen múltiples aplicaciones. Se usan en dispositivos tecnológicos que requieren de fuentes de alimentación, como celulares; herramientas tipo taladros; equipos médicos, como respiradores; respaldos de energía tipo UPS, baterías de tracción en movilidad eléctrica, entre otros.
Esa diversidad los hace tener una alta demanda que podría contribuir a las economías de los países que los poseen.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) publicó en 2023 un estudio denominado Extracción e industrialización del litio: Oportunidades y desafíos para América Latina y el Caribe en el que evalúa los alcances de esta industria para los países de la región.
“La expansión de la minería de litio se refleja en el crecimiento de las exportaciones, la mayor generación de empleo y las oportunidades para aumentar la recaudación fiscal y crear eslabonamientos productivos a partir del establecimiento de una cadena de proveedores”, indica el principal brazo de Naciones Unidas en la región.
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Ademá de esos efectos más directos, hay oportunidades en otros campos como la creación de nuevas capacidades de mayor complejidad tecnológica y la optimización de recurso humano.
No obstante, la Cepal también reconoce que la región debe superar retos si quiere sacar el máximo provecho a estas ventajas. Entre ellas menciona que la expansión minera plantea desafíos sociales y ambientales.
Por otra parte, el Nickel Institute menciona que el valor añadido total de la industria del níquel y sus cadenas de valor se estima en $46.000 millones para los 12 principales productores en Europa.
Por su parte, la industria ya está poniendo su mirada en materiales más amigables con el ambiente y con menos repercusiones sociales. Por ejemplo, Rodríguez mencionó que ya existen baterías de litio fosfato ferroso que no usan cobalto ni níquel.
“Pronto tendremos baterías de sodio, de estado sólido y las capacidades de almacenamiento por densidad energética siguen creciendo. El litio hoy es el rey pero puede que esta condición cambie y muy pronto”, comentó el especialista.
Estos cambios tecnológicos que se avecinan podrían dejar solo en un suspiro la promesa económica que los países añoran con la explotación del litio, el cobalto y el níquel.