La guerra contra el terrorismo que inició hace dos décadas dejó de ser la que impulsó el entonces presidente de Estados Unidos George W. Bush. Luego de los ataques perpetrados por el grupo Al Qaeda a las torres gemelas de Nueva York y el edificio del Pentágono, las amenazas se transformaron y hoy se plantea el combate a cosas como los ciberataques.
Este 11 de setiembre se cumplen 20 años de los atentados terroristas que dieron paso a una guerra , existe cierto consenso de que la lucha contra el terrorismo se ha alejado de su forma inicial.
El plan del expresidente estadounidense no solo era castigar a los autores responsables de los atentados que cobraron alrededor de 3.000 vidas, sino también suprimir el terrorismo multinacional yihadista, pero eso no se ha cumplido en lo absoluto, explicó Moussa Bourekba, analista del Barcelona Centre for International Affairs (Cidob) al medio de comunicación infoLibre.
La guerra contra el terrorismo se ha visto obligada a adaptarse conforme la tecnología ha avanzado y los grupos han evolucionado y extendiendo sus ámbitos de incidencia. Por ejemplo, hoy se habla de ciberterrorismo, una clase de ataque que no se daba en 2001.
Esto obliga a Estados Unidos a redefinir y ampliar los mecanismos de abordaje de estos tipos de terrorismo, dijo el analista político Sergio Araya.
El cambio de la lucha antiterrorista ha sido “notable”, pues los grupos extremistas han superado términos tácticos y estratégicos. Ahora tienen más recursos, mejor armamento y planeación de las operaciones armadas.
Lo anterior debería provocar que Estados Unidos pase de guerra contra el terrorismo a guerra contra los grupos terroristas, debido a que no se atacaría al fenómeno –que no va a desaparecer– sino a quien ejecuta la acción terrorista, mencionó Carlos Murillo, analista internacional.
Desde la geopolítica, el que Estados Unidos se concentrara en esta guerra generó que América Latina pasara a un punto de menor importancia en su jerarquía de prioridades, pues la política exterior y de seguridad se centralizó en la zona de Oriente Medio.
“Esto permite, paralelamente, el surgimiento de otras potencias que comienzan a ver el terreno libre y comienzan a establecer alianzas más de corte comercial, más de corte económico, que es lo que hoy tenemos, por ejemplo, con la irrupción de China Continental en América Latina”, expresó Araya.
Sin embargo, tampoco es que Estados Unidos se haya involucrado mucho con Latinoamérica, pues “Washington siempre ha tenido poco interés en América Latina, siempre ha estado más enfocado en este y oeste, en China, Japón y la OTAN”, comentó Eric Rojo, coronel retirado del ejército estadounidense y analista político, a CNN en Español.
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Nuevas amenazas
Cuando George Bush anunció la guerra contra el terrorismo invadió Afganistán, casi 20 años después el mandatario estadounidense, Joe Biden, retiró sus tropas militares del territorio afgano y dijo, a finales de agosto, que “la obligación fundamental de un presidente es defender y proteger a Estados Unidos, no de las amenazas de 2001 sino de las de 2021 y las de mañana”.
Las palabras de Biden son interpretadas por Murillo como que el terrorismo ya no es la amenaza de Estados Unidos, y que las amenazas de ahora son los problemas que existen en los países que generan flujos migratorios hacia suelo estadounidense y la necesidad de reactivar la economía frente a la pandemia, el cambio climático y los desastres del antropoceno.
Aunque es claro que continúa la amenaza del narcotráfico, el crimen organizado y el terrorismo.
Por su parte, el Presidente agregó que ahora aboga por una transformación en torno a la evolución del mundo, en la cual los desafíos pasan a ser los ciberataques y la proliferación nuclear, y el país de Norteamérica debe reforzar su competitividad para enfrentarlos.
Sin embargo, pese a dos décadas de operaciones antiterroristas orquestadas por Estados Unidos, hoy existen casi cuatro veces más militantes islámicos sunitas que en el 11 de setiembre de 2001; según datos que se desprenden de un informe del 2018 elaborado por el Center for Strategic and International Studies (CSIS).
Salida de Afganistán
La brusca salida de las tropas militares estadounidenses de Afganistán podría revivir la amenaza del extremismo islámico contra Estados Unidos.
Pues según Murillo, el gran error del expresidente Donald Trump fue firmar, en febrero de 2020, el Acuerdo de Doha con el Talibán, en el cual se pactaba la retirada definitiva de Estados Unidos y se limitaba el compromiso de los talibanes de impedir que el territorio afgano fuese usado para organizar o ejecutar acciones que amenazaran la seguridad estadounidense.
“A Trump lo único que le interesaba era que Estados Unidos no sufriera a pesar de que el resto del mundo se desapareciera. Lo cual fue un error (...), porque lo que no previó en el acuerdo de Doha es que el Talibán le podía decir ´está bien, yo no voy a ir a atacar a los Estados Unidos´, pero qué le garantiza que los adversarios del Talibán (...) que se sienten fortalecidos no van a atacar a Estados Unidos”, agregó el analista.
Sin embargo, según Araya es una situación muy compleja, pues la salida de Estados Unidos y el regreso de los talibanes al poder no significa necesariamente que surja un “Al Qaeda 2”, aunque no se puede augurar ni tampoco descartar.
Herencias del 11-S
La lucha contra el terrorismo impulsada por los atentados del 11 de setiembre de 2001 le dejaron “herencias” a Estados Unidos, entre ellas: el cambio de visión que tuvo el país al darse cuenta que ya no era una superpotencia blindada, la Ley Patriota y las regulaciones más estrictas en el tema de migración.
Lo más obvio consistió en que Estados Unidos nunca en la historia había sido víctima de un ataque en su territorio que causara miles de muertos, y eso generó un cambio en su visión de ser la superpotencia blindada.
Poco tiempo después del 11-S, Estados Unidos aprobó la Ley Patriota que le otorgó a las agencias amplios poderes para investigar, acusar y llevar ante la justicia a los terroristas, lo cual generó mucha polémica sobre los límites y la posibilidad de implementar la ley más allá de la jurisdicción estadounidense; según Araya.
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Adicionalmente, las restricciones estrictas en materia de migración han ayudado a Estados Unidos a reforzar su política de control migratorio, pues la mayoría de los terroristas del 11-S entraron al país norteamericano sin mayor problema.
Esto hizo que las autoridades estadounidenses abordaran los fallos que tenían en su sistema de migración y como respuesta a ello crearon el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), el cual tiene la responsabilidad de proteger a Estados Unidos de los eventuales ataques terroristas.
Consecuencias legales |
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Estas son dos de las principales herencias que dejaron los atentados terroristas del 11-S a lo interno de Estados Unidos: |
Ley Patriota: Fue promulgada el 26 de octubre de 2001 y le otorgaba al gobierno de Estados Unidos un acceso sin precedentes a las comunicaciones privadas de los estadounidenses. Sin embargo, en junio de 2015, esa legislación fue reemplazada por la Ley de la Libertad, la cual llegó a limitar los alcances del espionaje. - Fuente: Medio de comunicación sdpnoticias y CNN en Español |
Departamento de Seguridad Nacional: Su nombre en inglés es United States Department of Homeland Security y se estableció en 2002, combinando 22 departamentos y agencias federales en una agencia unificada e integrada. Además, su misión es proteger a Estados Unidos de las amenazas que enfrenta la nación, y su objetivo es mantener a salvo al país norteamericano. - Fuente: Sitio web del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos |