El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, se reúne este viernes en Pekín con su homólogo Xi Jinping para reforzar vínculos con China, un día después de arremeter contra el dólar como moneda global y contra el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El dirigente izquierdista está en China para impulsar los lazos económicos con el principal socio comercial de Brasil y afirmar que su país “está de regreso” a la escena internacional, con intenciones de convertirse en mediador en el conflicto en Ucrania.
Lula fue recibido el viernes por el presidente Xi en una ceremonia con alfombra roja ante el Gran Salón del Pueblo de Pekín, donde una banda militar tocó los himnos nacionales de Brasil y China.
El mandatario brasileño asistió antes a una ceremonia en el Monumento a los Héroes del Pueblo en la plaza de Tiananmen y se reunió con el primer ministro chino, Li Qiang, antes de su reunión con Xi.
Durante la primera etapa de su viaje, el jueves en Shanghái, Lula cuestionó el uso del dólar como moneda global, apenas semanas después de que su gobierno acordara con Pekín comerciar con sus propias monedas y dejar de lado la divisa estadounidense.
"¿Por qué todos los países están obligados a hacer su comercio amarrados al dólar? (...) Hoy un país necesita correr detrás del dólar cuando podría exportar en su moneda propia", dijo el dirigente de la primera economía latinoamericana.
Sus declaraciones se produjeron durante la toma de posesión de su antigua delfín y expresidenta Dilma Rousseff (2011-2016) al frente del banco de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
En ese acto, Lula también dirigió duras palabras contra el FMI, en referencia a las acusaciones de que impone duros recortes presupuestarios a países atrapados por la deuda como Argentina a cambio de líneas de rescate.
"Ningún banco puede estar asfixiando las economías de países como está haciendo ahora en Argentina el FMI o como hicieron con Brasil durante tanto tiempo y con todos los países del tercer mundo", afirmó.
"Ningún gobernante puede trabajar con un cuchillo en la garganta porque (su país) tiene deudas".
Ucrania en la agenda
De regreso al poder en enero después de sus dos mandatos entre 2003 y 2010, Lula busca volver a posicionar a Brasil en la geopolítica internacional tras los años de aislacionismo de su predecesor ultraderechista Jair Bolsonaro.
Después de viajar a Argentina y Estados Unidos, el dirigente brasileño acudió a China con la intención de tejer lazos y ejercer de punto de conexión entre las diferentes esquinas del tablero mundial.
"La época en que Brasil estaba ausente de las grandes decisiones mundiales ya es cosa del pasado", dijo en Shanghái, desde donde partió el jueves por la noche hacia Pekín. "Brasil está de regreso", insistió.
En Pekín, el líder izquierdista tiene una agenda repleta de compromisos, que empezaron con un encuentro con el presidente de la Asamblea Popular Nacional de China, Zhao Leji.
“Queremos elevar el nivel de la colaboración estratégica entre nuestros países, ampliar los flujos de comercio y, junto a China, equilibrar la geopolítica mundial”, tuiteó la cuenta de Lula junto a una imagen con Zhao.
Además de cuestiones de inversiones y comercio, uno de los principales puntos sobre la mesa en el encuentro entre Lula y Xi debe ser la guerra en Ucrania.
Ni China ni Brasil han impuesto sanciones contra Rusia como han hecho las potencias occidentales y tratan de posicionarse como mediadores para alcanzar la paz.
Lula propone formar un grupo de países para trabajar en una salida negociada al conflicto causado por la invasión rusa. A su regreso de China, ese grupo estará "creado", prometió.
Vínculos comerciales
El paso por Shanghái también demostró la importancia económica del viaje de Lula, que estaba previsto para finales de marzo pero tuvo que ser atrasado por una neumonía del dirigente brasileño de 77 años.
En su cuarta visita oficial a China, principal socio comercial de Brasil, Lula está acompañado por 40 representantes políticos, entre ellos nueve ministros, y un nutrido grupo de empresarios.
El volumen de intercambio entre ambas economías se multiplicó por 21 desde la primera visita de Lula a China en 2004. En 2022, el gigante asiático importó productos brasileños por valor de más de 89.700 millones de dólares, especialmente soja, ternera y minerales.