La industria del turismo en Costa Rica está refloreciendo. Este año podría cerrar con una visitación similar o superior a la del 2019, en torno a los 3 millones de turistas.
Con la recuperación del periodo de la pandemia, el país se encamina a crecer. Costa Rica desea atraer más turistas y más líneas aéreas de nuevos mercados, pero en medio de este impulso renovado surge la cuestión de si hay un límite en la capacidad para recibir turistas.
El Instituto Costarricense de Turismo (ICT) se desmarca del turismo masivo y quiere evitar las situaciones que se dan en ciudades como Barcelona o Venecia, pero lo cierto es que nadie tiene el número mágico de cuántos millones de turistas es lo adecuado para Costa Rica. Además, ese crecimiento a futuro plantea retos en diversos ámbitos.
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Más turistas para la mina de oro
El turismo es uno de los motores de la economía costarricense y, tras la pandemia, la industria volvió con más fuerza.
En 2023 se dio un nuevo récord en la generación de divisas por concepto de turismo. Costa Rica percibió ese año $4.751 millones, un 22% más que en 2022 y casi 20% por encima del 2019. Hay pocos sectores que tienen ese impacto económico, probablemente el único que lo supere sea la exportación de dispositivos médicos que rebasó los $7.600 millones.
El monto histórico del año pasado se alcanzó, paradójicamente, con una menor cantidad de turistas que llegaron al país en comparación con años anteriores. Si bien la visitación está creciendo de nuevo, en 2023 arribaron 2,75 millones de visitantes, por debajo del registro de 2019. Es decir, menos turistas dejaron más divisas.
Este año la expectativa es que el país vuelva a los 3 millones de turistas. Solo en el primer semestre del 2024 volaron al país 1,5 millones de personas y aún faltan los meses de la temporada alta al cierre del año. También, Costa Rica negocia vuelos directos desde Italia y Escandinavia para atraer más viajeros de esas zonas.
Entonces surge la interrogante de hasta qué punto debería llegar ese crecimiento futuro. La interrogante la puso sobre la mesa el propio ministro de Turismo, William Rodríguez, en una comparecencia frente a la Comisión de Turismo de la Asamblea Legislativa a mediados de junio.
“Costa Rica en algún momento va a tener que definir cuántos turistas quiere y puede recibir”, sentenció el jerarca.
En entrevista posterior con EF, Rodríguez repitió que a Costa Rica no le interesa el turismo “masivo”. Por el contrario, el ICT quiere garantizar la promesa del país de un turismo sostenible.
Nadie cuenta con un número específico de cuántos turistas es el límite de Costa Rica. Silvia Vargas, vicepresidenta de la Cámara Nacional de Turismo (Canatur), mencionó que un estudio realizado hace unos años por una firma española lanzó la cifra de cinco millones como un número “adecuado”. Sin embargo, el ministro dijo desconocer dicho documento.
En espacios más pequeños, como un parque nacional, existen metodologías para calcular lo que se conoce como capacidad de carga, que se refiere a la cantidad máxima de individuos que puede soportar el parque en un solo día o al mismo tiempo. Pero hacer esto a nivel de un país es más complejo.
Slavica Djenes, coordinadora de la carrera de Turismo Ecológico en la sede de Guanacaste de la Universidad de Costa Rica (UCR), señaló que un dato que puede servir de referencia es la cantidad de turistas en comparación con los habitantes de un territorio. La académica planteó la duda de si un país tiene los recursos para alimentar y transportar a la gente cuando la cantidad de turistas iguala a la población local.
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En este punto, Costa Rica está entre los primeros lugares de la región latinoamericana y el Caribe cuando se referencia la cantidad de turistas con la población.
El país recibe 0,5 visitantes por habitante, dato que lo coloca en octavo lugar, solo por detrás de siete destinos del Caribe.
Además, el país aparece por encima de naciones competidoras como México, Colombia o Panamá.
Aruba, con 12,6 turistas por habitante, está en el primer lugar. En el otro extremo se ubica Brasil que es uno de los países más visitados con casi 6 millones de turistas pero que cuenta con más de 200 millones de habitantes.
Al comparar la relación turistas-habitantes de Costa Rica la cifra palidece frente a los grandes destinos mundiales. Francia, el país más visitado del mundo en 2023 con 100 millones de turistas, recibió 1,5 visitantes por poblador. España está cerca de 1,8 y otros destinos de peso como Grecia, Austria o Emiratos Árabes Unidos tienen una proporción de 3 turistas por habitante.
A nivel mundial, según los datos disponibles de ONU Turismo, Andorra tiene la relación más alta entre turistas y habitantes: recibe 4 millones de visitantes para solo 80.000 locales.
“El turismo masivo no lo queremos, no nos atrae”.
— William Rodríguez, ministro de Turismo.
Costa Rica se encuentra entonces en una especie de encrucijada en la que quiere aumentar su capacidad de recepción de turistas pero quiere alejarse al máximo del turismo masivo.
“Es una situación ambivalente porque el turismo le genera al país muchas divisas. No conozco un estudio que haya marcado capacidad de carga para ciudades o algo por el estilo”, comentó Djenes.
El ICT tampoco tiene una respuesta mágica. No obstante, el ministro dijo a EF que la institución trabaja en estimar una cifra de la capacidad máxima de Costa Rica, tomando en cuenta variables como el uso de suelo y cuánta gente puede soportar el país en un mismo momento o en una sola temporada. Cuando se determine ese número, el ICT lo compartirá con el sector privado para valorar su posible afectación, dijo Rodríguez.
Costa Rica podría marcar este año o en 2025 un nuevo récord en la cantidad de visitantes. Esta nueva etapa de crecimiento abre retos a los que el país debe dar solución.
Los retos que representa
Más turistas en los años por venir plantea desafíos para el país en, al menos, cuatro ámbitos: infraestructura, sostenibilidad, plataformas y temas sociales.
El gobierno de Rodrigo Chaves descarta impulsar la construcción del aeropuerto de Orotina, proyecto que surgió años atrás. En cambio, propone nuevos aeropuertos en Limón y la zona sur, al tiempo que promete mejorar las condiciones en Liberia y en el Juan Santamaría.
En el caso de Guanacaste es necesario ampliar las instalaciones, pues la temporada alta compromete la calidad adecuada de la atención. El aeropuerto Daniel Oduber registra año con año nuevos récords de turistas que pasan por la terminal. A pesar de estas limitaciones, el gobierno confía en optimizar los servicios de dicho aeropuerto.
Por otra parte, el Juan Santamaría tiene espacio para crecer en su infraestructura pero hasta cierto punto. Las autoridades ya han realizado cambios para que el recorrido de los pasajeros por esa terminal sea más fluido y el concesionario, Aeris, le apuesta al autoservicio y a la biometría para mejorar la experiencia del usuario.
Otro gran tema es la sostenibilidad, el sello que Costa Rica promueve a nivel internacional. Aquí intervienen distintos elementos como la gestión y la relación con la naturaleza.
El ICT desea que las comunidades sean autogestoras del turismo que reciben, de forma que puedan ejercer un manejo acorde a la capacidad y características de cada zona. Un esfuerzo en este sentido son las guías turístico-culturales que el Instituto ha diseñado en conjunto con entidades de varias regiones como Monteverde, Osa o Los Santos.
La siguiente tarea es mantener el equilibrio entre el entorno y la afluencia turística. Djenes pone en duda que el país tenga un verdadero desarrollo sostenible. Cuestionó que la narrativa de ser un destino verde no encaja con la realidad de algunas áreas protegidas que están sin personal ni recursos.
La académica pide repensar el enfoque hacia el turismo regenerativo, que va más allá del factor económico y promueve la mejora de las condiciones de cada sitio.
Esto tiene que ver también con qué zonas del país tienen más espacio para los turistas que llegarán. Si bien Guanacaste continúa atrayendo proyectos inmobiliarios y hoteles, para el ministro de Turismo la provincia muestra indicios de masificación. Djenes no comparte esta percepción, pues afirmó que existen todavía muchos espacios a donde los turistas no llegan.
Rodríguez lo ejemplificó así: si se trazara una línea recta imaginaria de Tortuguero a Manuel Antonio, todo lo ubicado al norte ya tiene algún nivel de saturación, mientras la oportunidad está al sur de esa línea, especialmente en el Caribe y la zona sur. Para asegurar este crecimiento es indispensable la construcción de un aeropuerto en ambas regiones.
“El turismo no es la solución para todo”.
— Slavica Djenes, coordinadora de la carrera de Turismo Ecológico de la UCR-Guanacaste.
Para Canatur, Limón también es una zona prometedora, pero necesita oferta hotelera, seguridad e infraestructura. La vicepresidenta de la organización mencionó que existen otros destinos emergentes como Sarapiquí, Turrialba y los alrededores del parque nacional Volcán Tenorio, donde se ubica la catarata del río Celeste.
Vargas destacó el tercer reto que tiene Costa Rica con respecto a las plataformas de hospedaje no tradicional. Canatur pide una regulación que ponga un techo a su crecimiento.
Carlos Sandoval, especialista en Estudios Culturales, mencionó que el turismo actual abre una discusión transversal para todos los países en torno a cuáles deben ser las formas de gobernanza sobre el mundo de las plataformas y cómo hacerlas rendir cuentas, algo que atañe a la industria turística pero que no es exclusiva de la misma.
El último desafío tiene que ver con la desigualdad y las comunidades. De acuerdo con Sandoval, quien está desarrollando una investigación relacionada con este tema, los datos muestran que una mayor inversión en turismo no está relacionado con mejores condiciones de vida de las comunidades. La industria turística da señales de funcionar como una economía de enclave, con pocos encadenamientos locales. Esto es una situación que el país debería revertir si quiere obtener rendimientos crecientes conforme aumenten los visitantes en el futuro.
Alejandro Alcázar es vocero de la Iniciativa Ciudadana contra la Gentrificación, un movimiento que acusa que en el país, especialmente en Guanacaste, se está dando un proceso gentrificador que se evidencia en efectos como encarecimiento de los servicios y las viviendas, desplazamiento de habitantes originales y la exclusión de la población local de espacios públicos como las playas.
Para esta agrupación, el turismo no es la única causa de este fenómeno pero sí una de ellas. Esto se manifiesta en la urbanización turística o la construcción inmobiliaria pensada para el turismo y políticas de “turistificación” que enfocan la economía y servicios a los intereses de los turistas, especialmente aquellos extranjeros de poder adquisitivo alto.
En ocasiones anteriores, el jerarca del ICT ha refutado estos señalamientos con el argumento de que existe oferta para todo tipo de bolsillos y turistas, incluidos los costarricenses.
Ante este panorama, el colectivo propone limitar la compra de propiedades por parte de extranjeros. La adquisición de una propiedad de $150.000 o más permite a un extranjero optar por la categoría de visa de inversionista residente, lo que lo hace una inversión más atractiva para compradores internacionales.
También sugieren enfocarse en modelos turísticos más sostenibles o incluso que el país busque oportunidades en otras industrias.
“Es una apuesta muy arriesgada la que está haciendo el país en la industria turística”.
— Alejandro Alcázar, vocero de la Iniciativa Ciudadana contra la Gentrificación.
Turismo masivo genera conflictos
El turismo masivo está detonando problemas en varios países y ciudades. En Maldivas, el idílico paraíso de mar turquesa en el océano Índico, ambientalistas reclaman daños a los arrecifes coralinos mientras el gobierno trabaja en construir islas artificiales para aumentar la capacidad hotelera en un país donde el turismo representa el 90% de la economía.
El gobierno local de Venecia, la ciudad italiana famosa por sus canales, está introduciendo nuevas medidas para controlar los visitantes que llegan a su centro histórico y las islas. Por ejemplo, limitará los grupos a 25 personas, prohibirá los altavoces en monumentos y museos y valorará aumentar la tarifa de entrada a la ciudad que ya se aplica pero que no ha tenido los efectos esperados en la reducción de viajeros.
Japón, ante el elevado número de turistas que llegó en 2023 (ocho veces más que en 2022), estudia nuevos impuestos y medidas para controlar el flujo.
Quizá las situaciones más problemáticas se han presentado en España. En Barcelona y en las islas Canarias grupos de residentes han salido a las calles a protestar contra el turismo masivo que reciben. En una marcha reciente se vieron incluso imágenes de manifestantes ahuyentando a turistas con pistolas de agua.
“Las poblaciones no están contentas con lo que están viendo”, reflexionó el ministro de Turismo sobre estas situaciones en otras latitudes. Por eso, aseguró que, para evitar esos escenarios, el país debe trabajar en atraer a un perfil específico de turista que busque lo que Costa Rica ofrece y en distribuir la masa de turistas en más meses y nuevas zonas del territorio.
Para Sandoval, este fenómeno supone una paradoja en la que la llegada masiva de turistas coexiste con el desplazamiento forzado de habitantes. Para el académico, la clave está en definir la capacidad instalada de una ciudad o un país sin menoscabar los derechos de los locales.
“El tema es cómo construir política pública en términos de que la escala de la inversión turística guarde relación con los entornos y que pueda haber un beneficio mutuo”, señaló Sandoval.
Costa Rica quiere más turistas, pero aún no tiene claro a cuántos más.