La consigna de Renato Alvarado, ministro de Agricultura, es seguir protegiendo la producción local de aguacate, un producto cuyo consumo a nivel mundial crece y por lo tanto presenta atractivas posibilidades de negocio.
La medida que limita la importación aguacate de países donde existe la enfermedad sunblocht ha sido a su juicio importante para abrir las puertas de mercados internacionales a la fruta local, pues los productores pueden demostrar la salud de sus plantaciones.
Es por esa razón que estudian cómo adaptar esa medida a los criterios solicitados por el panel de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que determinó que la acción del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE) constituye una “restricción encubierta al comercio”.
EF conversó con Alvarado sobre los caminos para Costa Rica a partir de esta resolución, sobre metas trazadas en el Plan Nacional de Aguacate, así como de la producción local y la demanda del mercado.
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¿Se va a derogar la restricción o cuál va a ser el camino a seguir?
― Ya recibimos oficialmente el informe del panel donde dicen que lo que Costa Rica tiene que hacer es ajustar la medida de acuerdo con los criterios científicos y técnicos de la OMC. Estamos haciendo el análisis de aquellas condiciones que el panel considera que no cumplimos, para ver si podemos ajustar la medida a esas condiciones que se nos están solicitando.
El panel también dicta otras cosas como que el país tiene la condición legítima para interponer medidas sanitarias a los diferentes productos. Eso es lo que hacemos con el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) y el Servicio Fitosanitario del Estado (SFE), ver las regulaciones que hay que poner a las importaciones para tratar de evitar que enfermedades exóticas que no tenemos en el país, entren y pongan en riesgo la vida de las plantaciones o los animales.
Lo que el panel dice es que efectivamente Costa Rica no pudo demostrar que no lo tiene (el sunblotch), pero México tampoco pudo demostrar que sí lo tenemos. Lo que hace falta son criterios técnicos y científicos para demostrar cómo es que está o no está la plaga en el país.
Eso es lo que nosotros en este momento estamos analizando e investigando bien, para ver cuál es la decisión que se va a tomar una vez que hagamos ese análisis, que tiene que ver con disponibilidad, personal, presupuestos, y capacidad de hacer las prospecciones.
Otra opción sería apelar. Si eso sucede y México llegara a pedir medidas equivalentes, ¿cuáles sectores se podrían ver afectados?
― Eso ni siquiera está en discusión, porque nosotros tenemos un plazo de seis a 15 meses para ver si ajustamos la medida. Si nos damos cuenta que no se puede ajustar la medida, pues habría que tomar una decisión del posible levantamiento de la medida ya, pero como acabamos de recibir toda la información lo que estamos haciendo es un análisis para ver cómo nosotros ajustamos, según lo que el panel nos ha dicho y así continuar en el proceso.
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Con respecto al Plan Nacional de Aguacate, ¿se han cumplido con algunas metas establecidas en enero de 2020?
― La propuesta era sembrar unas 5.000 hectáreas de aguacate, pero no lo logramos por varias razones. Una de ellas fue que nos cayó la pandemia y eso dificultó el asesoramiento y hacer todo lo que teníamos planeado que era mostrar las buenas prácticas agrícolas a los agricultores, que los bancos financiaran el cultivo...
En el momento que entró la pandemia, lo que hubo más bien fue que los bancos cerraron el crédito y se abocaron a atender a aquellos productores y productoras que ya tenían préstamos para ver cómo les ayudaban a extender el plazo o a mejorar sus condiciones.
A pesar de que teníamos más de ¢5.000 millones dispuestos del Banco de Costa Rica para invertir en aguacate y crecer en el proyecto, eso se vio truncado y no alcanzamos la meta. Pero, sí logramos sembrar más de 2.500 hectáreas de aguacate, promovimos la creación de viveros certificados, hicimos acercamientos con productores para poder empezar a darles webinars que les pudieran mostrar cómo producir mejor.
La producción del aguacate ha crecido, ha sido exitoso el mejoramiento de la productividad en las zonas de producción de aguacate, fundamentalmente en Los Santos y en la parte baja de Orotina y lugares aledaños. Hemos visto el crecimiento de la siembra de aguacates en fincas que en algún momento fueron ganaderas de leche y hoy tienen importantes áreas de aguacate sembrados.
¿Cómo se comporta la producción nacional versus la demanda del mercado?
―Primero quiero aclarar que en ningún momento se prohibió la importación de aguacate ni de México ni de ninguna parte, lo que se tenía era una condición particular para que se pudiera importar que es la certificación de que los aguacates vinieran libres de la mancha del sol.
De hecho, aguacates pudieron entrar al país en algunos procesos de importación triangulada desde Honduras, por ejemplo.
La demanda del aguacate en el mercado local es muy alta, la idea del programa era alcanzar la mayor cantidad de producción para cubrir parte de la demanda. En realidad en aguacate no somos autosuficientes como no lo somos tampoco con otros productos básicos como el arroz y los frijoles, o maíz. En aguacate, la intención es hacer crecer el sector porque hay una oportunidad de exportación y mucho se le ha dicho a los agricultores que tienen que aprovechar la apertura comercial y los socios comerciales que tiene Costa Rica con los tratados.
La idea era fortalecer la capacidad productiva de los productores, desarrollar sus capacidades agroempresariales y buscar oportunidades de exportación como algunos productores ya lo están haciendo, eso sí nos dio la oportunidad de tener una medida fitosanitaria como la que tenemos, con la que podemos garantizar que no tenemos la mancha del sol a nuestros socios y nos están recibiendo el aguacate bajo esa condición. Nos ha favorecido en esa línea.
Por otro lado, en cuanto al abastecimiento total del mercado, no logramos abastecer el 100%, siempre hay un faltante en la oferta, pero sí hemos logrado alcanzar metas importantes de mercados internacionales. Se ha exportado a Holanda y a países europeos, principalmente.
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¿Usted cree que se volvería al mercado que se tenía antes de impuesta la restricción con México o este ha cambiado definitivamente?
― La demanda sigue siendo alta y las personas siguen consumiendo aguacate hass y de otras variedades. La tendencia internacional de consumo de aguacate es creciente, es un negocio promisorio y esa es la razón por cual hemos insistido en que debe darse todo el apoyo a la producción nacional, que el Estado tiene la obligación de velar por los intereses de los productores y hacer que el producto crezca para abastecer el mercado interno y para que tenga oportunidades de exportación, porque es un negocio lucrativo. De hecho, México eso es lo que defiende.
Hemos estado trabajando en el mejoramiento de la post cosecha, para la calidad del aguacate, para que cuando se exporte llegue en perfecto estado a su origen.
¿Pero sí hay interés en volver a tener la importación desde México, ya con los criterios técnicos y científicos, o realmente no es así?
― Lo que nosotros estaríamos viendo es cómo seguir protegiendo a nuestros productores en términos de que las importaciones que se hagan al país, cubran y se hagan bajo los criterios técnicos y científicos y que garanticen que el producto que llegue al país no venga contaminado con la mancha del sol. Esto para no poner en riesgo la producción nacional ni las exportaciones que ya estamos realizando a socios comerciales que les ha interesado mucho.